Quienes hoy se rasgan las vestiduras muy probablemente también se irían... demasiado
JORGE SAYEGH | EL UNIVERSAL
domingo 13 de mayo de 2012 12:00 AM
Cuando se calcula que para 2010 ya 800 mil venezolanos habrían emigrado, entonces cabe echar mano de este modismo que la juventud "acomodada" caraqueña adverbializa: "Y yo y que qué, ¡800 mil!... demasiado".
La opinión pública nacional lleva dos semanas digiriendo el fenómeno viral "Caracas: ciudad de Despedidas". Más bien dos semanas indigestada con él. Inexplicablemente, porque a la luz de un análisis objetivo, no hay nada en la tarea universitaria de Ivanna Chávez-Idrogo (no va a negarme, querido lector, que el apellido es, no sé, ¡demasiado!) que pueda considerarse ofensivo. Sin embargo provocó un sentimiento de ¿ira patriótica? que, aparentemente, profesa el masoquismo social de amar incondicionalmente al país, no separarse de él, ni criticarlo, aun cuando nos maltrate. Como el amor de una esposa golpeada por un marido abusador. Un patriotismo disfuncional expresado con mucho fariseísmo y sustentado en el imaginario "carlosbautesiano", porque quienes hoy se rasgan las vestiduras -ante la honestidad de unos chamos que quieren probar suerte fuera- muy probablemente también se irían si tuvieran los recursos y se dieran las circunstancias. Se irían demasiado.
Lo cierto es que Venezuela, en los últimos 20 años, pasó de tierra prometida a país de emigrantes. Pero los emigrantes venezolanos no suelen ser emprendedores de clase baja que buscan oportunidades económicas que su nación no les ofrece. Mayormente provienen de la clase media y pudiente: universitarios, ejecutivos, científicos, "favorecidos" pues. Una sociedad que les otorga a los delincuentes convictos privilegios ilegales, pero que crucifica a cuatro pelados porque dijeron verdades irrefutables a su manera sifrina, está demostrando síntomas de esquizofrenia. Una esquizofrenia demasiado.
La opinión pública nacional lleva dos semanas digiriendo el fenómeno viral "Caracas: ciudad de Despedidas". Más bien dos semanas indigestada con él. Inexplicablemente, porque a la luz de un análisis objetivo, no hay nada en la tarea universitaria de Ivanna Chávez-Idrogo (no va a negarme, querido lector, que el apellido es, no sé, ¡demasiado!) que pueda considerarse ofensivo. Sin embargo provocó un sentimiento de ¿ira patriótica? que, aparentemente, profesa el masoquismo social de amar incondicionalmente al país, no separarse de él, ni criticarlo, aun cuando nos maltrate. Como el amor de una esposa golpeada por un marido abusador. Un patriotismo disfuncional expresado con mucho fariseísmo y sustentado en el imaginario "carlosbautesiano", porque quienes hoy se rasgan las vestiduras -ante la honestidad de unos chamos que quieren probar suerte fuera- muy probablemente también se irían si tuvieran los recursos y se dieran las circunstancias. Se irían demasiado.
Lo cierto es que Venezuela, en los últimos 20 años, pasó de tierra prometida a país de emigrantes. Pero los emigrantes venezolanos no suelen ser emprendedores de clase baja que buscan oportunidades económicas que su nación no les ofrece. Mayormente provienen de la clase media y pudiente: universitarios, ejecutivos, científicos, "favorecidos" pues. Una sociedad que les otorga a los delincuentes convictos privilegios ilegales, pero que crucifica a cuatro pelados porque dijeron verdades irrefutables a su manera sifrina, está demostrando síntomas de esquizofrenia. Una esquizofrenia demasiado.
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