Wednesday, May 9, 2012

A despedirse de las despedidas

En: http://www.eluniversal.com/opinion/120509/a-despedirse-de-las-despedidas

ANTONIO COVA MADURO |  EL UNIVERSAL
miércoles 9 de mayo de 2012  12:00 AM
La Caracas que se va, o que en algún momento ha manoseado la posibilidad de fugarse, se ha visto conmocionada con el video que unos jóvenes pusieron en la red. Como era de esperarse de un pueblo tan conversador, hasta podríamos decir, tan cotorrero, el video ha suscitado reacciones de todo tipo, unas más legibles que otras, mostrando con ello cuán variados somos.

Hay algunas frases que han permanecido más en la memoria que otras, aunque es posible que la más afortunada -en términos de su permanencia en la memoria, no en el de sintaxis- es la que pronuncia el joven Paúl, de pelo largo, cuando afirma: "Sí me iría. Me iría demasiado". Esa bastó para desatar las burlas de muchos que vieron el video.

Es lamentable que no se detuviesen en el adverbio de cantidad, porque, de hacerlo, tanto quien lo pronunciara como quienes han abundado en la crítica advertirían que fue el "tragarse" un verbo lo que dañó la idea ("Sí me iría. Es demasiado.) que, en sí misma, posee gran fuerza.

Pero hay más. Como ya dijimos, el DRAE propone una segunda acepción del término. Según éste, "Demasiado" se refiere también a "aquel que dice con libertad lo que siente", y en eso lo que muestra el video es totalmente fidedigno. Hecha esa salvedad, nos queda abundar en el primer significado: a lo que actualmente estamos sometidos es, sinceramente, demasiado.

Hay, en efecto, tanto en demasía en la Venezuela actual que mucha gente siente que ya llegó a su límite. Lo malo es que crean que ese límite sólo se vive en su país (porque es su país, y ellos lo repiten a cada rato) y no en dondequiera que vayan. Es más, creer que sólo aquí hay despedidas es cegarse a las que en estos momentos tienen lugar en otras partes. La de quienes con ilusión emigraron a España buscando su "Dorado" hoy se apiñan en las puertas de salida en sus aeropuertos.

La despedida, por otra parte, nunca debe olvidar la contrapartida: la llegada. Se trata de si nos esperan, y si esa espera inspira afecto o temor en quienes nos reciben. Por lo que vamos oyendo, cada vez más ni nosotros ni los inmigrantes en general son bien recibidos en parte alguna. Ya muchas sociedades tienen lleno su cupo de problemas como para compartirlo con nosotros.

Si cada vez más la recepción será menos amable, es obvio que ya no podríamos ilusionarnos con lo bello y bueno que nos espera. Y eso, obviamente, terminará imponiéndonos una tarea impostergable: quedarse aquí y transformar esto en lo que ilusamente nos atrae de afuera. Que eso es posible lo prueban ejemplos como los de Chile, o Argentina, o Colombia en años recientes.

Pero también lo prueba lo que ya los venezolanos conseguimos en el pasado: con la ayuda del petróleo logramos transformar el horror que fuimos en el siglo XIX en el país pacífico del que nadie, en la segunda mitad del siglo XX, imaginaba escapar.

Y es ahora cuando vale la pena darle otro sentido al título del video: despedidas. Parecería, en efecto, que ya es hora que los venezolanos se despidieran de las cosas que nos trajeron a la situación que nos espanta, la cual es innegable tiene mucho de lo que nosotros mismo hemos hecho, o... dejado de hacer. Nada lo muestra mejor que las explicaciones que las madres de clase media se dan para consolarse: "Prefiero que se vayan a que de continuo corran los riesgos que asumimos por quedarnos aquí".

Ha llegado, pues, el momento de hacer lo que les tocó a los alemanes a partir de 1945, o a los surcoreanos cuando por fin concluyó la guerra que tanta desolación causó. Pero también ha llegado el momento de darnos cuenta de una vez por todas de la otra despedida que se va realizando ante nuestros ojos atónitos: la del régimen y su cabecilla.

Con un líder entregado a su enfermedad, la misma que pareciera vino a cumplir un determinado cometido y así lo hará, y con una parálisis que de esa postración se deriva, todo apunta al final del régimen. Ya lo dijo Chávez: vuelvo a Cuba para la etapa final. No se dio cuenta de que ese final ya comenzó y no precisamente en Cuba, aunque a lo mejor por causa de Cuba. Por lo demás, la desaparición de este régimen arrastrará al de allá. ¡Aleluya!

Por fin, después de estos años de la catástrofe que tan ligeramente asumimos en 1998, su final se acerca raudo y eso debemos afrontarlo desde aquí, en colectivo, como en las tristes despedidas de hoy; no con lágrimas en mundos que ni son nuestros, ni jamás lo serán. Despidámonos, entonces, de las despedidas, o mejor, despidamos de una buena vez a todo lo que nos ha paralizado y perturbado.

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