Antonio Pasquali
Pese a un triunfalismo oficial tan masivo que hasta sus autores se lo creen por autosugestión, el retraso tecnológico es uno de los menos ponderados y más preocupantes legados del chavismo. Adinerados y cada vez más rezagados; no bastará una generación para alcanzar el pelotón de la delantera: Brasil, México, Chile y Colombia.
Personas informadas aseguran que en patios y sabanas del país yace un segundo "pudreval", el industrial: fábricas oxidándose en containers, compras incompatibles u obsoletas, industrias pesadas nacionalizadas y vueltas escombros, empresas invadidas y abandonadas, falta de mantenimiento y repuestos (por no hablar de los cubanos instalando fibra óptica, de las computadoras portuguesas, los trenes, motonetas y satélites chinos, los cachivaches iraníes y bielorrusos o la TV digital terrestre... argentina).
Esos "pudrevales" y ese popurrí de tecnologías que países poco desarrollados se copian del "imperio", generalmente de calidad "usa y bota", son la faceta visible de un crimen de lesa nación perpetrado por un régimen obtuso que se mofa de la investigación pura generando fuga de cerebros, cultiva un odio enfermizo al progreso científico occidental y sus productos, y fue incapaz de preservar el naciente parque tecnológico del país, ni siquiera el energético.
En 13 años, Chávez logró retroceder esta Venezuela megadiversa a la cola del mundo en materia ecológica (acaba de plantar 9 cementeras en plena capital), tuvo que racionar la electricidad en un país que flota sobre un océano de energía tan inmenso que deliró con entubarlo hasta Ushuaia, e hizo de su propia patria tal vez la única nación de la tierra que, avanzado el siglo XXI, aún no dispone de una sola central solar o de biomasa, una torre eólica o un metro cuadrado de fotovoltaico. Marchamos hacia el pasado por autocrática voluntad de una cigarra estulta, en un mundo de inteligentes hormigas que vienen invirtiendo 250 millardos de dólares anuales en energías renovables con estrepitosos resultados: España llega a cubrir hasta 50% de su demanda con eólico; Italia, 26% con fotovoltaico, y Estados Unidos,16%; Japón pudo apagar sus 54 reactores nucleares sin sumir al país en la oscuridad. ¡Cuánta estupidez masoquista en este régimen! En comunicaciones terrestres y sociales el deterioro es más palpable por afectar a diario nuestra menguada calidad de vida. Sistemas viales urbanos colapsados, la red nacional peligrosamente deteriorada hasta en 80% de la que nadie, por vergüenza y órdenes de callar, cuenta ya los accidentes graves y mortales o los actos de piratería modelo far-west (que se repiten ahora en alta mar); las metropolitanas avanzando muy lentamente o saboteadas si están ubicadas en estados gobernados por "enemigos"; la nonata red ferroviaria congelada y endeudada (cuando a estas alturas ya debiera correr un AVE Carúpano-Maracaibo); el único ferry del país en estado agónico; los puertos envueltos en el secreto militar.
Pero es en el sector de avanzada, el aeronáutico, donde la falta de sindéresis es patológica: la adquisición de aeronaves militares rusas muestra todos los síntomas del error trágico; las líneas civiles internas cambian de denominación cada par de años (una de ellas la manejaba un narcotraficante), sus flotas son diminutas, vetustas y mal mantenidas. La decisión de no resucitar Viasa es un auténtico saboteo al país: las líneas extranjeras se quedan con la casi totalidad de los 4 millardos de dólares del tráfico internacional. Fue remplazada con una Conviasa de opereta para la "misión" Caracas-Teherán, hoy vergonzosamente vetada en los cielos europeos, que Chávez el magnánimo decidió "repotenciar" con 4 aviones árabes de segunda mano, justo en las semanas en que la colombiana Avianca anunciaba la compra de 33 "A320neo" de fábrica y el pool chileno-brasilero LAN/TAM daba vida a una de las mayores aerolíneas del mundo que volará 280 aeronaves. Empeorando la frase de Luis XV, Chávez puede perfectamente declarar: avec moi le déluge.
Personas informadas aseguran que en patios y sabanas del país yace un segundo "pudreval", el industrial: fábricas oxidándose en containers, compras incompatibles u obsoletas, industrias pesadas nacionalizadas y vueltas escombros, empresas invadidas y abandonadas, falta de mantenimiento y repuestos (por no hablar de los cubanos instalando fibra óptica, de las computadoras portuguesas, los trenes, motonetas y satélites chinos, los cachivaches iraníes y bielorrusos o la TV digital terrestre... argentina).
Esos "pudrevales" y ese popurrí de tecnologías que países poco desarrollados se copian del "imperio", generalmente de calidad "usa y bota", son la faceta visible de un crimen de lesa nación perpetrado por un régimen obtuso que se mofa de la investigación pura generando fuga de cerebros, cultiva un odio enfermizo al progreso científico occidental y sus productos, y fue incapaz de preservar el naciente parque tecnológico del país, ni siquiera el energético.
En 13 años, Chávez logró retroceder esta Venezuela megadiversa a la cola del mundo en materia ecológica (acaba de plantar 9 cementeras en plena capital), tuvo que racionar la electricidad en un país que flota sobre un océano de energía tan inmenso que deliró con entubarlo hasta Ushuaia, e hizo de su propia patria tal vez la única nación de la tierra que, avanzado el siglo XXI, aún no dispone de una sola central solar o de biomasa, una torre eólica o un metro cuadrado de fotovoltaico. Marchamos hacia el pasado por autocrática voluntad de una cigarra estulta, en un mundo de inteligentes hormigas que vienen invirtiendo 250 millardos de dólares anuales en energías renovables con estrepitosos resultados: España llega a cubrir hasta 50% de su demanda con eólico; Italia, 26% con fotovoltaico, y Estados Unidos,16%; Japón pudo apagar sus 54 reactores nucleares sin sumir al país en la oscuridad. ¡Cuánta estupidez masoquista en este régimen! En comunicaciones terrestres y sociales el deterioro es más palpable por afectar a diario nuestra menguada calidad de vida. Sistemas viales urbanos colapsados, la red nacional peligrosamente deteriorada hasta en 80% de la que nadie, por vergüenza y órdenes de callar, cuenta ya los accidentes graves y mortales o los actos de piratería modelo far-west (que se repiten ahora en alta mar); las metropolitanas avanzando muy lentamente o saboteadas si están ubicadas en estados gobernados por "enemigos"; la nonata red ferroviaria congelada y endeudada (cuando a estas alturas ya debiera correr un AVE Carúpano-Maracaibo); el único ferry del país en estado agónico; los puertos envueltos en el secreto militar.
Pero es en el sector de avanzada, el aeronáutico, donde la falta de sindéresis es patológica: la adquisición de aeronaves militares rusas muestra todos los síntomas del error trágico; las líneas civiles internas cambian de denominación cada par de años (una de ellas la manejaba un narcotraficante), sus flotas son diminutas, vetustas y mal mantenidas. La decisión de no resucitar Viasa es un auténtico saboteo al país: las líneas extranjeras se quedan con la casi totalidad de los 4 millardos de dólares del tráfico internacional. Fue remplazada con una Conviasa de opereta para la "misión" Caracas-Teherán, hoy vergonzosamente vetada en los cielos europeos, que Chávez el magnánimo decidió "repotenciar" con 4 aviones árabes de segunda mano, justo en las semanas en que la colombiana Avianca anunciaba la compra de 33 "A320neo" de fábrica y el pool chileno-brasilero LAN/TAM daba vida a una de las mayores aerolíneas del mundo que volará 280 aeronaves. Empeorando la frase de Luis XV, Chávez puede perfectamente declarar: avec moi le déluge.
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