En: http://www.noticierodigital.com/2012/05/venezuela-%c2%bfun-pais-desapacible/
Roberto Lovera De Sola
Cualquier persona que se dedique al estudio de Venezuela al pasar los años en esa dedicación se dará cuenta siempre que a todo lo largo de su indagación surgen tres preguntas básicas: ¿Qué es Venezuela?¿Cómo son los venezolanos?¿Es verdad la historia de Venezuela?. He aquí algunas reflexiones sobre estos asuntos cuyos orígenes hemos hallado al azar, entre unas y otras lecturas de obras literarias e históricas venezolanas.
En el volumen de Eduardo Casanova(1939) La región desapacible(Caracas: Ediciones En la raya, 1974. 244 p.) en cuyos relatos vuelve a sus temas obsesivos y, claro está, en ellos el país “desapacible” que es Venezuela. También en La región desapacible resaltan para nuestro gusto dos de sus cuentos, tanto en “El solo de saxofón” como en “El informe final” se destaca todo aquello que hay que criticar en Venezuela, la presencia de los que perturban el lógico vivir del país como lo dijo Manuel Vicente Romerogarcía(1865-1917), el autor de Peonía(Caracas: Imp. de El Pueblo,1890. 367, V p.), “Venezuela es el país de las nulidades engreídas y de las reputaciones consagradas”(El Cojo ilustrado, Caracas: Enero 1,1896,p.65). En “El solo de saxofón” un ejecutante se pasa la vida en una orquesta pero el único día en que puede hacer su “solo” todos comprueban que para nada sabe tocar su instrumento, que siempre ha vivido en la impostura, como muchos venezolanos. Y “El informe final” es el recuento del vivir de un diplomático quien nunca nada ha hecho sino mermar y ni siquiera alguna vez envió un informe, cosa cotidiana en la vida de los diplomáticos, a su Cancillería. Tal las falsas caras que Casanova nos presenta,¿y enjuicia?, en sus relatos.
Lo expresado bellamente a través de “El solo saxofón” o por medio de “lnforme final” y el pensamiento de Romerogracía nos debe encaminar hacia otro hecho nacional, pensando aquí a partir de la literatura. Esa es la presencia constante del “pobre diablo” en nuestra vida y en nuestra experiencia política. Sobre este punto tan decisivo meditó el Libertador en su Carta de Jamaica(Septiembre 6,1815) al referirse a los males que causan a los pueblos la unión entre “oro y esclavos”(Escritos del Libertador. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela/Academia Nacional de la Historia,1964-2009. 32 vols. La cita procede del t.VIII,p.244). Escribió Simón Bolívar(1783-1830) en su famosa misiva:”encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas”(t.VIII,p.244). Y eso es lo que nos ha sucedido: hemos tenido dinero gracias al oro negro pero solo hemos tenido la sumisión impuesta por el dinero que nos ha dado el petróleo. Esa ha sido la vida que hemos tenido los venezolanos a todo lo largo del siglo XX y en este que se sucede. De estas palabras de Simón Bolívar partió Augusto Mijares(1897-1979) al apuntar en un ensayo lo que es un hecho colectivo vivido por nosotros los venezolanos. Escribió el maestro: “Esclavo no es solamente el que arrastra visibles ataduras; esclavo es todo ser humano que sintiéndose explotado e impotente, sin ninguna esperanza de mejoramiento individual o colectivo, fatalmente oscila entre las dos únicas alternativas que se le dejan y ‘se enfurece en los tumultos o se humilla en la cadenas’ [Bolívar]… Desgraciadamente, cuando se abrieron para Venezuela condiciones económicas que hubieran permitido reorganizar el país, comenzando por una clase media ilustrada y económicamente independiente, otro factor adverso volvió a extraviarnos: que el aumento repentino de la riqueza amonedada y de fácil manejo, en contraste con la pobreza íntima del país, ha venido a gravar el desnivel entre los que tienen mucho y los que no tienen nada; entre los que todo pueden y los que nada se atreven. Oro y esclavos”(“Oro y esclavos” en Longitud y latitud. Caracas: Ediciones Seguros Horizonte,1971,p.71-74. La cita es la p.74).
Pero no sólo es esto, y no se crea que nos separamos de aquello que a través del cuento nos narra Casanova, “El solo de saxofón” y “El informe final” nos llevan desde las ideas, duras pero muy válidas del hiriente Romerogarcía hasta estas meditaciones que trae el mismo Mijares en su biografía del primer caraqueño. Se refiere al momento en que todos los Mantuanos hicieron todo para arruinar las buenas intenciones de servicio colectivo traídas por Francisco de Miranda(1750-1816) desde Europa cuando regresó(Diciembre 10,1810) a su patria, casi medio siglo después de haberse ido(Enero 25,1771), presionado entonces por las maniobras de los mismos Mantuanos contra su padre don Sebastián. Por ello se pregunta Mijares “cómo pudo establecerse un asedio tan minucioso y tan cruel alrededor del hombre que tenía cerca de treinta años luchando por la emancipación americana”(El Libertador. Caracas: Editorial Arte,1964,p.211). Aquello fue tan hondo y amplio que un hombre tan superior como Juan Germán Roscio(1763-1821) participó en ello. Hay que ver las cosas que contó en aquellos días en una carta a Andrés Bello(1781-1865) que le envió el 9 de junio del año once, cuando este ya estaba viviendo en Londres(Escritos representativos. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República,1971,p.51-56). Y esto que se hizo contra Miranda se ha hecho siempre entre nosotros con todos aquellos que han dejado claro que más que morir por la patria desean vivir por ella, otra idea cara a Mijares(“Así” y “Las dos tradiciones” en Longitud y latitud,p.57 y 139). Es por esto que en su leemos:”Pero no debe extrañarnos descubrir en el subsuelo de tan grandes acontecimientos tan despreciable hormiguero de malas pasiones. Para lo que todavía tendremos que decir acerca de ello, recuérdese que en todos los países los trastornos políticos suelen facilitar el encumbramiento de hombres sin ningún valor que, naturalmente, se entienden muy bien entre sí para detener y derribar al que pretende sacarlos de sus menudos apetitos y rencores y ponerlos al servicio de una causa superior. Son muy numerosos también los que en esos momentos andan siempre como enredados entre las piernas de los grandes hombres, buscado ocasión de trepar. Y a los anteriores se suma una tercera clase que es la más temible: la de aquellos individuos que tiene carácter, talento y actividad, pero son perversos, intrigantes o envidiosos. Estos hombres son terriblemente dañinos en las épocas de turbulencia, y a diferencia de los otros que apenas son pobres diablos, sobreviven durante largos años, siempre colocados en la precisa situación de hacer el mayor daño”(El Libertador,p.211). Toda esta larga glosa nos permite ver cuan claros están nuestros escritores en el análisis de nuestros vicios y nuestras escorias: el músico que no ha tocado nunca en su orquesta, que ni siquiera sabe hacerlo y el diplomático que nunca ha cumplido con su trabajos son dos testimonios de la realidad venezolana, son otra vez esos “pobre diablos”, demasiado abundantes entre nosotros, a los cuales se refirió Mijares. Y antes Romerogarcía. Y en el medio de ambos el hombre que no tiene para expresarse más que su palabra, el escritor, está solo, y ello no es poco.
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