HERMANN PETZOLD RODRÍGUEZ | EL UNIVERSAL
sábado 5 de mayo de 2012 03:29 PM
Rumores hay por todos lados sobre la enfermedad del Presidente. Nadie desea que se muera, ni mucho menos que lo haga antes de las elecciones presidenciales, al menos es la opinión de un nutrido grupo. Pero la información que manejan ciertos periodistas a través de fuentes, producto de filtraciones, da a indicar que la enfermedad de Chávez va de mal en peor. Más allá del odio que muchos le puedan tener a Chávez, la posible muerte, puede ocasionar un verdadero caos en Venezuela, si ésta se produce previa a las elecciones de octubre.
"No hay nada peor que Chávez", dicen algunos. Sin embargo, el que ocurra un evento de tal magnitud, impedirá que las elecciones presidenciales, faltando tan pocos meses, no sucedan. Primeramente, porque el gobernante de turno temporal generará un caos planificado que lleve a manifestaciones, llantos, apoyo a alguien que dejó de existir, pero que su figura sigue siendo clave para el sostenimiento del nuevo presidente interino chavista que resaltará continuidad y comunicación similar a sus adeptos. En segundo lugar, porque encontrarán el guante jurídico perfecto para dilatar las elecciones, lo que se traducirá en una ventaja para crear compasión, confianza, y para posicionar la nueva figura con una sombra marcada del anterior presidente; y tercer lugar, porque el chavismo puro y duro saldrá a la calle a pelearla, contando como observador permisivo y calificado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
La pelea siempre ha sido de mínimo dos. Para un candidato democrático, es más retador, aleccionador, y denota esfuerzo, ganar contra un oponente con 13 años en el poder y más de un 40% de popularidad, que hacerlo por forfait a simple vista. El facilismo nos puede traer problemas a futuro, sobre todo de aquellos que querrán aprovechar la figura "Chávez" para transformarse en una oposición con adeptos difícil de convencer que hay una versión mejor que la de su anterior líder.
No pensemos en triunfo sin trabajo, no busquemos la papaya, el mango pelao. Si queremos demostrar un nuevo camino, una nueva vida, una nueva Venezuela, tenemos que luchar desde el principio.
"No hay nada peor que Chávez", dicen algunos. Sin embargo, el que ocurra un evento de tal magnitud, impedirá que las elecciones presidenciales, faltando tan pocos meses, no sucedan. Primeramente, porque el gobernante de turno temporal generará un caos planificado que lleve a manifestaciones, llantos, apoyo a alguien que dejó de existir, pero que su figura sigue siendo clave para el sostenimiento del nuevo presidente interino chavista que resaltará continuidad y comunicación similar a sus adeptos. En segundo lugar, porque encontrarán el guante jurídico perfecto para dilatar las elecciones, lo que se traducirá en una ventaja para crear compasión, confianza, y para posicionar la nueva figura con una sombra marcada del anterior presidente; y tercer lugar, porque el chavismo puro y duro saldrá a la calle a pelearla, contando como observador permisivo y calificado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
La pelea siempre ha sido de mínimo dos. Para un candidato democrático, es más retador, aleccionador, y denota esfuerzo, ganar contra un oponente con 13 años en el poder y más de un 40% de popularidad, que hacerlo por forfait a simple vista. El facilismo nos puede traer problemas a futuro, sobre todo de aquellos que querrán aprovechar la figura "Chávez" para transformarse en una oposición con adeptos difícil de convencer que hay una versión mejor que la de su anterior líder.
No pensemos en triunfo sin trabajo, no busquemos la papaya, el mango pelao. Si queremos demostrar un nuevo camino, una nueva vida, una nueva Venezuela, tenemos que luchar desde el principio.
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