MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 5 de noviembre de 2012 12:00 AM
Hace poco tiempo el exadeco y ahora furibundo revolucionario, Aristóbulo Istúriz, declaraba a través de numerosos medios de comunicación que no había que tener miedo para desbaratar las alcaldías y gobernaciones y sustituirlas por otra cosa que el régimen denomina control comunal. ¿Qué hará de ser electo gobernador del estado Anzoátegui? ¿Preservará los principios doctrinarios recién adquiridos los cuales expresa casi con arrebato y procederá a desbaratar su propia Gobernación? De no hacerlo quedaría muy mal con el país y con sus copartidarias y amigas del CNE que le dieron una ayudadita para cambiarle el centro de votación de Catia a Barcelona. Además sería visto como un gran hipócrita por su axiomático zigzagueo y enorme mentís políticos pues si no creía en la jurisdicción de las gobernaciones instituida en la Constitución Nacional, ¿por qué aceptó la postulación para Anzoátegui?
Pero Aristóbulo no estaba tan lejos cuando decidió incorporarse a la onda disolvente puesta en marcha por el régimen. Desde hace 14 años todo el país está en un indetenible proceso de disolución comenzando por la carencia de control y decoro en el manejo del erario de la nación sin desestimar el constante desacato al orden constitucional.
En infraestructura basta con echar un vistazo a la autopista Caracas-La Guaira, Lara-Zulia; vía hacia Oriente, autopista del centro, carretera El Junquito y Colonia Tovar, vías principales y vecinales, entrada al estado Anzoátegui, para observar las caídas de puentes, fallas de bordes, etc. Muy cerca, en el litoral central, vemos cómo se desmoronan los mal levantados gaviones de contención de torrenteras. ¿Acaso el debilitamiento del muro que soporta el lago de Valencia no obedece al crónico proceso de desgobierno? Decenas de casos similares reflejan el sentido del vocablo "desbaratar" esgrimido por Aristóbulo.
En materia de salud, los hospitales públicos, ambulatorios, centros de emergencias, maternidades, insumos para el Seguro Social, centros de rehabilitación, medicamentos básicos, y hasta los glorificados y gravosos Barrio Adentro, están en franco proceso de desconcierto en detrimento de la salud de los más necesitados.
La fractura también alcanza a la Asamblea, al sistema de justicia, ministerios, registros públicos, notarías, cárceles, jefaturas, retenes provisorios, colegios, liceos, universidades y buena parte del estamento administrativo de la nación. Lo grave es que lo desbaratado no es suplantado por "otra cosa" cimentada en las leyes sino que queda al arbitrio del jefe mayor quien encarece más su poder político que la buena marcha de la gerencia pública. Así pues la onda Aristóbulica continúa explayándose para gusto de los neosocialistas: desbaratar para preservar el poder aunque el país se arruine.
¿Cómo pretende ocultarse el efecto de ese dislate destructor? El régimen ha emprendido a altísimos costos un plan de atavío ideológico que divulga a través de una intensa propaganda por los muchos medios que controla. Pero además se vale de la Ley Resorte para insistir en la conveniencia de instituir un proyecto socialista cuya principal virtud es emparejar a toda la sociedad bajo las mismas carencias. Así la clientela electoral del líder sentirá, con satisfacción, cómo el designio desbaratador citado por uno de sus delfines la reivindica pues por fin podrá arrastrarse a todos los estratos sociales hacia abajo.
Sin embargo el régimen omite que las fallas de servicios básicos y la inseguridad, que afectan a todos por igual, está creando un contexto de anarquía que a mediano o corto plazo se revertirá contra el plan destructivo matizado por consignas ideológicas. Las carencias de luz y agua no son exclusivas de los sectores A, B y C sino que, por contrario, conmueven sobre todo a las clases D y E ya que deben sacrificar su libertad para subsistir en el medio hostil en que se desenvuelven.
En nuestras manos está impedir que el disfraz de comuna, que no es otra cosa que un artificio para ceder todo el poder al jefe, se instaure como modelo de subsistencia al estilo cubano. ¿Cómo se logra tal propósito? Pues votando el 16 de diciembre para lograr una contraparte con poder legitimo.
Pero Aristóbulo no estaba tan lejos cuando decidió incorporarse a la onda disolvente puesta en marcha por el régimen. Desde hace 14 años todo el país está en un indetenible proceso de disolución comenzando por la carencia de control y decoro en el manejo del erario de la nación sin desestimar el constante desacato al orden constitucional.
En infraestructura basta con echar un vistazo a la autopista Caracas-La Guaira, Lara-Zulia; vía hacia Oriente, autopista del centro, carretera El Junquito y Colonia Tovar, vías principales y vecinales, entrada al estado Anzoátegui, para observar las caídas de puentes, fallas de bordes, etc. Muy cerca, en el litoral central, vemos cómo se desmoronan los mal levantados gaviones de contención de torrenteras. ¿Acaso el debilitamiento del muro que soporta el lago de Valencia no obedece al crónico proceso de desgobierno? Decenas de casos similares reflejan el sentido del vocablo "desbaratar" esgrimido por Aristóbulo.
En materia de salud, los hospitales públicos, ambulatorios, centros de emergencias, maternidades, insumos para el Seguro Social, centros de rehabilitación, medicamentos básicos, y hasta los glorificados y gravosos Barrio Adentro, están en franco proceso de desconcierto en detrimento de la salud de los más necesitados.
La fractura también alcanza a la Asamblea, al sistema de justicia, ministerios, registros públicos, notarías, cárceles, jefaturas, retenes provisorios, colegios, liceos, universidades y buena parte del estamento administrativo de la nación. Lo grave es que lo desbaratado no es suplantado por "otra cosa" cimentada en las leyes sino que queda al arbitrio del jefe mayor quien encarece más su poder político que la buena marcha de la gerencia pública. Así pues la onda Aristóbulica continúa explayándose para gusto de los neosocialistas: desbaratar para preservar el poder aunque el país se arruine.
¿Cómo pretende ocultarse el efecto de ese dislate destructor? El régimen ha emprendido a altísimos costos un plan de atavío ideológico que divulga a través de una intensa propaganda por los muchos medios que controla. Pero además se vale de la Ley Resorte para insistir en la conveniencia de instituir un proyecto socialista cuya principal virtud es emparejar a toda la sociedad bajo las mismas carencias. Así la clientela electoral del líder sentirá, con satisfacción, cómo el designio desbaratador citado por uno de sus delfines la reivindica pues por fin podrá arrastrarse a todos los estratos sociales hacia abajo.
Sin embargo el régimen omite que las fallas de servicios básicos y la inseguridad, que afectan a todos por igual, está creando un contexto de anarquía que a mediano o corto plazo se revertirá contra el plan destructivo matizado por consignas ideológicas. Las carencias de luz y agua no son exclusivas de los sectores A, B y C sino que, por contrario, conmueven sobre todo a las clases D y E ya que deben sacrificar su libertad para subsistir en el medio hostil en que se desenvuelven.
En nuestras manos está impedir que el disfraz de comuna, que no es otra cosa que un artificio para ceder todo el poder al jefe, se instaure como modelo de subsistencia al estilo cubano. ¿Cómo se logra tal propósito? Pues votando el 16 de diciembre para lograr una contraparte con poder legitimo.
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