MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 3 de junio de 2013 12:00 AM
A la supuesta imparcialidad aseverada por los actuales patronos de Globovisión, se le notó la costura desde muy temprano. Hay que ser algo más que ingenuo para suponer que el nuevo equipo buscaría ecuanimidad comunicacional. Bien se sabe que el otorgamiento "del beneficio" de la señal digitalizada estaría condicionado al "buen comportamiento de los nuevos dueños". No puede dejarse de lado la prodigalidad con la que el régimen otorga y quita no solo señales de TV sino bienes tangibles como factorías y terrenos. ¡Aprendan de la buena conducta de Bardasano quien, en nombre de Venevisión, se esmeró ávidamente por reverenciar a Nicolás con un saludo militar!
El carácter agrupado y monopólico del régimen no permite "desvíos periodísticos" que colidan con el plan envolvente iniciado por Chávez. Bajo el eufemismo de "salvar al mundo informativo de intereses privados" cuaja la adquisición de Globovisión. Expertos cubanos consagrados al arte y oficio de la persuasión se ocuparán en lo sucesivo de difundir imágenes acordes con los designios socialistas. Aunque los nuevos patronos simulen cierto escrúpulo para justificar "el nuevo enfoque informativo", es muy difícil ocultar su perfil restrictivo. Así pues: ¡Adiós Globovisión!
A medida que se degrade la fuente informativa privada, en esa proporción aumenta la desinformación. Así la noticia queda bajo la implacable tutela de un régimen que no entiende de disidencia. A mayor cantidad de canales oficiales, menor será la crónica de noticias de interés colectivo. La pesquisa será suplida por la majadería y ordinariez "académica" instituida por el renegado Silva.
"Este ricacho gobierno" ha insistido desde el principio en convertir la información en un objetivo en sí mismo; por lo tanto todo lo demás debe quedar subordinado a ese objetivo. Precisa créditos exclusivos para sus designios y no de "otras opciones subversivas". Globovisión entorpecía el plan porque permitía que el televidente eligiera la noticia que se corresponde con su entorno psíquico. Pulverizando la única emisora noticiosa del país se deroga de hecho ese derecho: ¡el de elegir!
Los aparentes adquirientes de Globovisión ya forman parte de la elite informativa adestrada para funcionar con limitantes y favorecer lo que el régimen denomina "la verdad"; aquella que gravita bajo estricto "entendimiento" con el estilo cubano. En otras palabras, sobreestimular toda reseña que incite a la pasividad y a la gradual disposición al sortilegio. ¿No es acaso lo que acaece en Cuba? La masa vive adormecida bajo el yugo estatal e informativo.
La peor patraña esgrimida por los actuales directores de Globovisión, así como de algunos comunicadores, es la necesidad de lograr el equilibrio informativo de la emisora. Olvidan estos leídos que la línea periodística es un derecho garantizado por la Constitución. ¿Guardan VTV y sus adláteres el equilibrio exigido a Globovisión, siendo aquella propiedad de todos los venezolanos? La cadena Fox News en Estados Unidos ha tenido una línea feroz y hasta cruel contra el presidente Obama desde que era candidato. ¿A nadie se le ocurre exigir equilibrio informativo ni cierre de la emisora? ¡Claro, EEUU no es un país revolucionario!
Así pues no debe sorprendernos los recortes, por demás previsibles, que ocurren en Globovisión. El objetivo del régimen es, y siempre ha sido, estimular la ruta trazada por el fenecido cual es adueñarse de cualquier pesquisa privada para imponer la propia. Sin embargo, la tarea no es fácil. El escatológico personaje escurrido en Cuba no pudo infundir miedo no obstante el poder que le fuera conferido. Además ya no es "tan necesario" pues el régimen dispone de casi toda la red de radio TV del país y de personajillos de baja calaña dispuestos a superar al huido en sus "jornadas pedagógicas". A Maduro no le basta el monopolio interno y pudiera estar pensando en algún crédito y expandirse hacia el exterior para adquirir y domar, por ejemplo, a CNN en español por él calificada como "golpista".
El Gobierno está tan atrasado de la realidad del mundo informático que supone le basta con adjudicarse Globovisión para tener el control de la expresión pública. La historia está plena de autócratas que han sucumbido tratando de ocultar lo que la gente siente y transmite. Siempre habrá vías que permitan divulgar lo que es inocultable a ojos vista. Por lo pronto: ¡Adiós Globovisión!
El carácter agrupado y monopólico del régimen no permite "desvíos periodísticos" que colidan con el plan envolvente iniciado por Chávez. Bajo el eufemismo de "salvar al mundo informativo de intereses privados" cuaja la adquisición de Globovisión. Expertos cubanos consagrados al arte y oficio de la persuasión se ocuparán en lo sucesivo de difundir imágenes acordes con los designios socialistas. Aunque los nuevos patronos simulen cierto escrúpulo para justificar "el nuevo enfoque informativo", es muy difícil ocultar su perfil restrictivo. Así pues: ¡Adiós Globovisión!
A medida que se degrade la fuente informativa privada, en esa proporción aumenta la desinformación. Así la noticia queda bajo la implacable tutela de un régimen que no entiende de disidencia. A mayor cantidad de canales oficiales, menor será la crónica de noticias de interés colectivo. La pesquisa será suplida por la majadería y ordinariez "académica" instituida por el renegado Silva.
"Este ricacho gobierno" ha insistido desde el principio en convertir la información en un objetivo en sí mismo; por lo tanto todo lo demás debe quedar subordinado a ese objetivo. Precisa créditos exclusivos para sus designios y no de "otras opciones subversivas". Globovisión entorpecía el plan porque permitía que el televidente eligiera la noticia que se corresponde con su entorno psíquico. Pulverizando la única emisora noticiosa del país se deroga de hecho ese derecho: ¡el de elegir!
Los aparentes adquirientes de Globovisión ya forman parte de la elite informativa adestrada para funcionar con limitantes y favorecer lo que el régimen denomina "la verdad"; aquella que gravita bajo estricto "entendimiento" con el estilo cubano. En otras palabras, sobreestimular toda reseña que incite a la pasividad y a la gradual disposición al sortilegio. ¿No es acaso lo que acaece en Cuba? La masa vive adormecida bajo el yugo estatal e informativo.
La peor patraña esgrimida por los actuales directores de Globovisión, así como de algunos comunicadores, es la necesidad de lograr el equilibrio informativo de la emisora. Olvidan estos leídos que la línea periodística es un derecho garantizado por la Constitución. ¿Guardan VTV y sus adláteres el equilibrio exigido a Globovisión, siendo aquella propiedad de todos los venezolanos? La cadena Fox News en Estados Unidos ha tenido una línea feroz y hasta cruel contra el presidente Obama desde que era candidato. ¿A nadie se le ocurre exigir equilibrio informativo ni cierre de la emisora? ¡Claro, EEUU no es un país revolucionario!
Así pues no debe sorprendernos los recortes, por demás previsibles, que ocurren en Globovisión. El objetivo del régimen es, y siempre ha sido, estimular la ruta trazada por el fenecido cual es adueñarse de cualquier pesquisa privada para imponer la propia. Sin embargo, la tarea no es fácil. El escatológico personaje escurrido en Cuba no pudo infundir miedo no obstante el poder que le fuera conferido. Además ya no es "tan necesario" pues el régimen dispone de casi toda la red de radio TV del país y de personajillos de baja calaña dispuestos a superar al huido en sus "jornadas pedagógicas". A Maduro no le basta el monopolio interno y pudiera estar pensando en algún crédito y expandirse hacia el exterior para adquirir y domar, por ejemplo, a CNN en español por él calificada como "golpista".
El Gobierno está tan atrasado de la realidad del mundo informático que supone le basta con adjudicarse Globovisión para tener el control de la expresión pública. La historia está plena de autócratas que han sucumbido tratando de ocultar lo que la gente siente y transmite. Siempre habrá vías que permitan divulgar lo que es inocultable a ojos vista. Por lo pronto: ¡Adiós Globovisión!
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