ANGEL GARCÍA BANCHS| EL UNIVERSAL
lunes 3 de junio de 2013 12:00 AM
En caso tal de que se animen a asistir, este es el resumen de un trabajo que presentaré en la Academia Nacional de Ciencias Económicas el 26-06-2013.
El gasto social en la Venezuela contemporánea: ¿inversión sostenible o petropopulismo malsano?
En este trabajo sostenemos que en Venezuela, para el período de estudio de 1999 a 2012, el gasto social ha constituido, más que una inversión, un gasto político. Por un lado, la razón fundamental estriba en el hecho de que las misiones y programas sociales (indiscutiblemente, con sus excepciones), estarían estratégicamente diseñadas con el propósito de alcanzar objetivos políticos privados a corto plazo, y no objetivos sociales y económicos de mediano y largo plazo; y, por el otro, tiene que ver con el hecho de que, tales programas habrían sido financiados en base al reparto de la renta externa petrolera, y el endeudamiento de la República y la estatal petrolera, Pdvsa, en lugar de impuestos, o ingresos menos volátiles y sostenibles provenientes del esfuerzo y la producción.
Acá sostenemos que, es sencillo diferenciar entre programas sociales y políticos. Mientras los primeros insertan al individuo en la esfera del consumo y de la producción, los segundos solo lo hacen en la del consumo, excluyéndolos intencionalmente de la posibilidad de aportar al producto social. Mientras el retorno de los primeros es la transformación de la vida de los seres humanos, el de los últimos es el voto condicionado. Así, mientras los programas sociales liberan al individuo, los políticos le condenan a la dependencia del Estado, del Gobierno o de un partido político. Dicho de otro modo, mientras los programas sociales implican un período de asistencia, uno de capacitación, y uno final de inserción a la esfera productiva, los políticos solo implican asistencia. Mientras los primeros hacen que el individuo termine independiente con un empleo o un emprendimiento en el sector privado de la economía, los últimos le excluyen adrede del mercado de trabajo para garantizar su dependencia.
El trabajo hace una comparación empírica entre los logros alcanzados por Venezuela y los países de Latinoamérica y el Caribe, y concluye que, las más de las veces, los resultados del resto de los países de la región son mejores o similares, sin tanta alharaca. Peor aún, la revisión de la evolución de las cifras de exportaciones reales de los países, permite concluir que, mientras los logros alcanzados serían sostenibles en el caso de los países restantes cuyos volúmenes de producción y exportación han aumentado, aparentemente, no lo serían en el caso venezolano por la dependencia de la dinámica del precio del petróleo.
Finalmente, en el trabajo aprovechamos para acuñar nuestro concepto de petropopulismo: el petropopulismo es una forma de hacer política caracterizada por fomentar, mantener, y exacerbar la dependencia del ciudadano de la renta externa petrolera en sustitución a su esfuerzo productivo, el cual no puede desarrollarse plenamente debido al interés político por sostener el desempleo y subempleo como base político-clientelar. El rentismo, pero, ante todo, el petropopulismo determina la relación entre Estado y ciudadano, haciendo al último dependiente del primero y no al revés.
El gasto social en la Venezuela contemporánea: ¿inversión sostenible o petropopulismo malsano?
En este trabajo sostenemos que en Venezuela, para el período de estudio de 1999 a 2012, el gasto social ha constituido, más que una inversión, un gasto político. Por un lado, la razón fundamental estriba en el hecho de que las misiones y programas sociales (indiscutiblemente, con sus excepciones), estarían estratégicamente diseñadas con el propósito de alcanzar objetivos políticos privados a corto plazo, y no objetivos sociales y económicos de mediano y largo plazo; y, por el otro, tiene que ver con el hecho de que, tales programas habrían sido financiados en base al reparto de la renta externa petrolera, y el endeudamiento de la República y la estatal petrolera, Pdvsa, en lugar de impuestos, o ingresos menos volátiles y sostenibles provenientes del esfuerzo y la producción.
Acá sostenemos que, es sencillo diferenciar entre programas sociales y políticos. Mientras los primeros insertan al individuo en la esfera del consumo y de la producción, los segundos solo lo hacen en la del consumo, excluyéndolos intencionalmente de la posibilidad de aportar al producto social. Mientras el retorno de los primeros es la transformación de la vida de los seres humanos, el de los últimos es el voto condicionado. Así, mientras los programas sociales liberan al individuo, los políticos le condenan a la dependencia del Estado, del Gobierno o de un partido político. Dicho de otro modo, mientras los programas sociales implican un período de asistencia, uno de capacitación, y uno final de inserción a la esfera productiva, los políticos solo implican asistencia. Mientras los primeros hacen que el individuo termine independiente con un empleo o un emprendimiento en el sector privado de la economía, los últimos le excluyen adrede del mercado de trabajo para garantizar su dependencia.
El trabajo hace una comparación empírica entre los logros alcanzados por Venezuela y los países de Latinoamérica y el Caribe, y concluye que, las más de las veces, los resultados del resto de los países de la región son mejores o similares, sin tanta alharaca. Peor aún, la revisión de la evolución de las cifras de exportaciones reales de los países, permite concluir que, mientras los logros alcanzados serían sostenibles en el caso de los países restantes cuyos volúmenes de producción y exportación han aumentado, aparentemente, no lo serían en el caso venezolano por la dependencia de la dinámica del precio del petróleo.
Finalmente, en el trabajo aprovechamos para acuñar nuestro concepto de petropopulismo: el petropopulismo es una forma de hacer política caracterizada por fomentar, mantener, y exacerbar la dependencia del ciudadano de la renta externa petrolera en sustitución a su esfuerzo productivo, el cual no puede desarrollarse plenamente debido al interés político por sostener el desempleo y subempleo como base político-clientelar. El rentismo, pero, ante todo, el petropopulismo determina la relación entre Estado y ciudadano, haciendo al último dependiente del primero y no al revés.
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