Laureano Márquez
31 Mayo, 2013
Le acaban de conceder el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica a los físicos Peter Higgs y François Englert, así como la Organización Europea para la Investigación Nuclear, por la formulación teórica y el descubrimiento de la existencia del Bosón de Higgs, conocido también como la partícula de Dios.
El trabajo de los galardonados en España permite, según explican, asomarse de manera teórica a ese momento primero del Big Bang (como decir el 27 de febrero del universo). “Con ese modelo podemos entender el universo actual y podemos retroceder en el tiempo y entender toda la evolución del universo hasta los primeros milisegundos”, dijo el coordinador del Centro Nacional de Física de Partículas español, Antonio Pich. Carrizo, hay gente tratando de entender esto y nosotros no podemos entender algo tan simple como por qué no podemos limpiarnos el rabo, o por qué la deuda externa ha alcanzado estos niveles tan absurdos en el momento de mayor ingreso de divisas, o por qué mueren todos los días tantos compatriotas en manos del hampa, o por qué nuestros hospitales no funcionan, o, más sencillo, por que no pueden recontarse los votos. Como diría el Príncipe de Asturias: “¡manda huevos! Cuando leo que “el mecanismo de Higgs es un proceso mediante el cual los bosones vectoriales pueden obtener masa invariante sin romper explícitamente invariancia de gauge”, me entra como una depresión en saber que nuestro destino dependa de la gente que depende y me parece ridículamente inútil, nuestro paupérrimo debate político. Quizá un proyecto científico, un modelo de acelerador de incapaces podría ser puesto en práctica en Ginebra para entender cómo en Venezuela los peores se las han ingeniado para llegar a la cúspide.
Anima saber que en Venezuela hay gente que entiende hacia dónde va este universo complejo que comenzó en el Big Bang, anima también la certeza de que en nuestra patria contamos con la energía de la inteligencia suficiente para reponernos, una vez que termine este aceleramiento de partículas destructivas y volar alto y lejos a la velocidad de la luz. Mientras tanto, sigamos en la lucha. A los científicos galardonados les tomó más de cincuenta años, así que a la partícula de Dios rogando y con el mazo dando.
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