Sunday, November 3, 2013

La felicidad

En: Recibido por email

Alberto Quirós Corradi

 

Robert Lynd dijo “Muchos de nosotros creemos que debemos intentar lograr la felicidad de otros, siempre y cuando puedan ser felices con lo que tenga nuestra aprobación”. La cita nos viene a la mente al enterarnos del anuncio de la creación del Vice Ministerio Para la Suprema Felicidad del Pueblo Venezolano. Este régimen y su concepto de la felicidad calza muy bien en la definición de Lynd. El Socialismo del Siglo XXI nos hará felices. Las Misiones nos harán felices. Los insultos al Imperio nos harán felices. Los groseros atentados contra el lenguaje nos harán felices. La memoria de Chávez nos hará felices. La destrucción de la productividad nos hará felices. La inflación y el desabastecimiento nos hará felices. La falta de medicamentos y la ruina hospitalaria nos hará felices. La educación y la adulteración de la historia nos hará felices. Los presos inocentes nos hará felices. La pena ajena que nos dan los discursos de Maduro nos hará felices.

En resumen, el régimen cree estar feliz por el saqueo que le ha hecho al país y por la destrucción de los valores morales, porque robar y matar ya no es malo. Porque están inflados de billetes verdes. Porque viven lujosamente de la riqueza mal obtenida como nunca soñaron. Por eso creen que la felicidad temporal de la cual gozan la pueden decretar para que los demás también la disfruten. No se puede. Peor aún, sospecho que aunque con todo el poder y el dinero, muchos de ellos, especialmente Maduro, no son felices. No lo son por las graves consecuencias y castigos que sufrirán cuando pierdan el poder. El miedo a tener que enfrentar a sus desmanes y a sus víctimas, algo no muy lejano, les impide disfrutar de lo mal habido. Alguna vez hasta pensarán que eran más felices cuando no les pesaba tanto el miedo y lo poco de consciencia que les queda. Sería interesante que los boliburgueses se preguntaran algún día si son felices y sospecho que tendrían la respuesta que dio John Stuart Mill “Pregúntate si eres feliz y dejarás de serlo”.

La mentira mayor de este régimen es creer que le ha traído la felicidad a los pobres y a los excluidos de ayer que aun lo siguen siendo. El país pudiera ser feliz si los miles de millones de dólares que ha recibido hubieran creado fuentes de trabajo para que ese sector de la sociedad obtuviera sueldos dignos por su esfuerzo y que para mal comer no tuviera que ponerse una franela roja y asistir como borregos a las marchas y a inauguraciones mentirosas, para oír insultos y descalificaciones a la otra mitad del país.

Nadie pueda estar feliz en Venezuela. Los que reciben dadivas y viven sin trabajar porque sienten lo indigno del ser mantenidos y quieren producir. Los ricos porque temen que le confisquen sus bienes y la clase media porque sus aspiraciones de tener mayor calidad de vida ha sido secuestrada por quienes han demostrado ser sus enemigos.

La creación del Vice Ministerio de la Suprema Felicidad es otra estupidez de este régimen que ha probado, más de una vez, no tener sentido del ridículo.

La felicidad es un estado de ánimo que puede desarrollarse por varios incentivos. No hay una receta única y si la hubiera no sería otra que tener la libertad de hacer lo que a uno le provoque. Por eso, es mentira que pueda haber pueblos felices bajo gobiernos dictatoriales o ineficientes o ignorantes. La combinación de los tres defectos, como en Venezuela, es la suma de la infelicidad.

Yo tenía en mi oficina un letrero que sirve de mensaje a Maduro: “Aquí todos traen la felicidad. Unos cuando llegan. Otros cuando se van”.

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