Monday, May 12, 2014

La salida

En: http://www.eluniversal.com/opinion/140512/la-salida

OFELIA AVELLA| EL UNIVERSAL
lunes 12 de mayo de 2014 12:00 AM
Hablar de una "salida" no equivale a pretender –caprichosamente- que la triste y caótica situación que vivimos acabe "ya". Cuando se logre una transición quedará aún mucho trabajo por hacer; serán tiempos en los que urgirá curar muchas heridas y profundizar en un necesario cambio de mentalidad que disponga a una real valoración del trabajo honesto y constante, para que cada individuo sea capaz de automantenerse. No soy ingenua –ni miles lo son- como para creer que un país va a cambiar de la noche a la mañana. El sistema, sin embargo, debe forzarse a cambiar; digamos que la resistencia debe consistir en no dejarnos quitar la libertad de elegir, de pensar, de educar a nuestros hijos como nos parezca; en impedir, en definitiva, la imposición de un modelo que someta nuestras vidas al control de otros, pues la libertad, como don natural, es un derecho. Sin una postura firme que nos mantenga vigilantes, el tiempo pasará, la gente se acostumbrará y tirará la toalla. Las generaciones, además, crecerían ideologizadas y los cubanos, por otra parte, se adueñarían con más fuerza de nuestra ya frágil República. No es gratuito, pues, que el gobierno busque hacer tiempo y algunos, lo complacen.

Con su insistencia en que la tal "salida" es un atajo, un golpe de estado, una solución violenta, Capriles no sólo ha desmeritado a sus compañeros de lucha, sino que les ha adjudicado intenciones que no se corresponden con la realidad. El insiste en "la agenda social", pues la libertad, a diferencia de la vivienda y la comida, debe parecerle una abstracción, lo cual no es cierto. Si hay algo "humano" es justo aquello que nos define como hombres; por eso el líder debe aspirar a ideales muy altos si pretende mover a muchos y hacerse creíble, pues si bien debe solucionar problemas concretos, no debe olvidar que hay anhelos más íntimos que satisfacer lo básico.

Los venezolanos esperamos una defensa real de nuestros votos el 14-A; una defensa a la cual teníamos derecho y que, con razón, frustró en muchos la imagen del líder en aquel momento. Esperábamos coraje, una mayor determinación, una lucha que exigían los tiempos y la naturaleza de un régimen autoritario, del cual no parece posible salir por una vía electoral. A muchos ha resultado un "misterio" que ahora los venezolanos hayamos puesto nuestra confianza en el valor de los estudiantes y en la fuerza interna de la sociedad civil. No es que nos hayamos antojado de "otro líder"; no es un problema de malacrianza, sino de honestidad y convencimiento. Los sucesos han evidenciado que la valentía acompaña a los genuinos, a los que se creen lo que dicen: en este caso, y por encima de muchos, a los estudiantes.

¿Qué el 15-A habría habido una masacre terrible si salíamos a la calle? Me pregunto: ¿qué ha ocurrido en estos días? ¿Qué dicen muchas de las madres de los jóvenes asesinados y apresados? ¿Qué dicen? "Sigan luchando"; "que la muerte de mi hijo no sea en vano". ¿Es acaso posible, me pregunto, salir de este régimen sin determinación, sin muerte alguna, sin riesgo? Parece imposible, pues quedó en evidencia su maldad.

La confianza de muchos está puesta en los estudiantes. Por eso todos y cada uno debemos apoyarlos, fortalecerlos y ayudarlos a resistir, haciendo también nosotros nuestra parte. Mi sincera opinión es que sólo se "negocia" al estilo de Gandhi o Mandela: se exige. Fue esta actitud la que les ganó el corazón de su gente. Fueron leales a su causa; sabían lo que querían y qué pedir. Pidieron lo más alto: la libertad de sus pueblos. A nadie pareció abstracto aquello y miles eran muy, pero muy pobres. Muchos no tenían particular cultura, pero querían a su líder, pues inspiraba confianza por ser leal y consecuente.

Nuestros estudiantes –y muy en el fondo, todo venezolano, pobre o menos pobre- quieren algo más que harina pan: quieren libertad para soñar y diseñar su futuro; quieren una Venezuela suya y no entregada a potencias extranjeras; quieren sus recursos para trabajarlos y no regalarlos. Quieren un futuro abierto, para ser productivos y no dependientes. Lo que digo no es muy abstracto. Se trata de suplir una utopía por una verdad posible, por un sueño real que satisfaga expectativas profundas: ésas que trascienden lo básico y dan ilusión de vivir. Hace poco vi un video sobre un pueblo africano. El agua era inmunda y miles de niños morían de diarrea. Algunos iban a la escuela con dolores de estómago porque querían estudiar y ser médicos, maestros, enfermeras: soñaban en su futuro mucho antes de saber que existía el agua potable. Resistían a su condición. ¿Es tan abstracto hablar de futuro, de sueños y de libertad?

En este nutrido grupo de estudiantes de la Junta Patriótica Estudiantil y Popular de Venezuela está en germen la futura clase dirigente, muy distinta de aquella que debería releer a Havel, a Luther King, a Gandhi y a Mandela: ésa que debería interpretar los sueños de los estudiantes y dejar a un lado las abstracciones.

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