En: http://www.lapatilla.com/site/2015/02/08/jesus-chuo-torrealba-dia-a-dia-y-farmatodo-falsos-positivos-de-una-guerra-inexistente/
Jesús Chúo Torrealba
Se acabó lo que se daba. Esto llegó al llegadero. El oficialismo es
un proyecto político basado en dos pilares: recursos inagotables para
satisfacer su afán corrupto (y que aun así quede dinero para
“parapetear” a realazos sus evidentes fallas de gestión), y un “paraguas
nuclear”, el llamado “liderazgo carismático”, utilizado para que
–independientemente del daño perpetrado a conciencia y de los errores
adicionalmente cometidos- las críticas se estrellen contra la fuerza
del “carisma” y así nunca el pueblo responsabilice al gobierno.
¿QUÉ ESTA PASANDO?
Resulta que todo eso se acabó: La corrupción y la ineficiencia
crecieron tanto que ni con el barril de petróleo a 120 dólares se daban
abasto. Por eso el gobierno recurrió a un endeudamiento tan masivo como
irresponsable, ya que no era “deuda sana” para industrializar el país
sino “deuda tóxica” para comérsela, para pagar quince y último a la
burocracia improductiva, para repartir cachivaches electrodomésticos en
las campañas electorales. Pero eso tampoco alcanzó porque a la muerte
de Chávez la corrupción, que ya era masiva, se desbocó en un frenético
“sálvese quien pueda”. No alcanzaron ya los dólares para satisfacer a
los corruptos y al mismo tiempo realizar la importaciones de alimentos,
medicinas y bienes esenciales que permitieran tapar el inmenso daño que
Chávez hizo al país al destruir su aparato productivo. Puestos a
escoger entre los corruptos y el pueblo, el gobierno optó por castigar
al pueblo: se restringieron las importaciones y vino la escasez, las
colas, la angustia.
Y fue entonces que se dieron cuenta de lo obvio: este es “el
gobierno de los mismos”, pero no es “el mismo gobierno”. Ciertamente, el
diosdado-madurismo es como el chavismo, pero sin dinero suficiente para
mantener la coba de su supuesto amor a los pobres. Es como el
chavismo, pero sin carisma. Es como el chavismo, pero sin pueblo. Es como un arroz con pollo pero sin pollo, porque además pollo no hay.
Por eso es que hoy el gobierno esta tratando de resolver con sapeo
masivo, represión, carcelazos, amenazas y amedrentamiento lo que antes
resolvía con dádivas y enamoramiento. Porque ya no tiene dádivas para
dar, y porque ya no tiene quien articule un discurso que enamore. Hasta aquí llegaron los imitadores…
¿QUE DEBEMOS HACER?
Mucho. Pero “mucho y distinto”, porque la situación ahora es muy
diferente. Es decir, no se trata de que “ahora si” tenemos que
movilizarnos “como antes”. Lo que se hizo “antes”, con sus aciertos y
errores, fue consecuencia de la situación que antes existía. Hoy
tenemos una situación completamente distinta. Hoy el descontento no se
encuentra focalizado en un sector social, en un área geográfica o en una
determinada corriente política. Hoy el descontento es generalizado,
ocupa todo el país, atraviesa transversalmente todos los sectores
sociales y está presente en todas las corrientes. No tiene sentido hoy
“llamar al pueblo en la calle”, porque el pueblo ya esta en la calle, y
esta molesto. No tiene sentido desarrollar acciones “de vanguardias”,
porque el pueblo no necesita ya el “estimulo” de las vanguardias para
indignarse por lo que esta pasando. La situación hoy es distinta; La oposición también debe serlo.
Desde el 3 de enero, cuando lanzamos desde la MUD la operación
#IndignaciónyEsperanza, acompañando a la gente en las colas,
distribuyendo agua en vasitos marcados con la inscripción “no te
acostumbres a la cola, tenemos derecho a vivir mejor”, conversando con
nuestros hermanos, acompañándolos en su indignación y promoviendo en
ellos la reflexión y la esperanza de un cambio en positivo, no faltaron
comentarios sarcásticos: “llévenles sillitas para que se sienten”…
“porque no les llevan también baños portátiles”… “mi trabajo no es hacer
la cola cómoda, sino luchar para que no haya colas…” etc. Por su lado,
el gobierno si se lo tomó en serio: Anunciaron el despliegue de 20 mil
“patriotas cooperantes” para “detectar, denunciar y reprimir” lo que
denominaron como “saboteo” en las colas. Hasta el momento de
escribir estas notas, unos treinta jóvenes en todo el país, militantes
de distintas organizaciones de la MUD, han sido hechos presos por el
“delito” de acompañar al pueblo en su rabia y mostrar a esa indignación
un cauce democrático, una esperanza de cambio.
Aun así, todavía algunos creen que estar con el pueblo en las colas
(es decir: salir de verdad al encuentro del descontento popular, allí
donde esta, para poder capitalizarlo) no es “tomar la calle”. Son los
que creen que “la calle” es una marcha, o una barricada. Son los que
olvidan que “la calle” es ese vasto espacio que esta mas allá de la
puerta de su casa, y que hoy el rol de un ciudadano democrático en la
calle no se reduce a aplaudir delante de una tarima o a tragar gas
lacrimógeno detrás de una barricada, sino que consiste en hablar,
persuadir, convencer y conquistar a esos compatriotas que alguna vez
apoyaron el proyecto oficialista y que hoy están amargamente
desengañados.
¿PARA QUE DEBEMOS PREPARARNOS?
Frente a este panorama debemos prepararnos para ganar, y también para
vencer la turbulencia que se producirá antes, durante y después del
triunfo del pueblo democrático sobre el desgobierno. Eso pasa por tener
dirigentes que en vez de competir entre si por quien es mas influyente,
compitan todos juntos contra el régimen; Pasa por lograr que nuestros
partidos democráticos den cada vez mas visibilidad, vocería y respeto a
sus propios militantes y dirigentes de base, fajados en la lucha
social; Pasa por que en vez de una ciudadanía instalada en un rol de
“espectador” o de “víctima”, quejándose de lo que hace el gobierno y de
lo que deja de hacer la oposición, tengamos una ciudadanía proactiva y
resiliente, capaz de promover Y DE SER EL CAMBIO QUE PROMOVEMOS allí en
la cuadra, en el edificio, en el barrio, en la urbanización; Pasa por
tener claro que tenemos un proyecto: La Venezuela Unida; Tenemos un
objetivo: El cambio político urgente, no solo de gobierno sino de
modelo; Tenemos una estrategia: Democrática, pacífica, electoral y
constitucional. Y tenemos una fuerza, la unidad: ¡La Fuerza Es La Unión!
¿COMO PODEMOS HACERLO?
¿Cómo hacerlo? ¡Conservando foco en nuestra estrategia democrática y
electoral, y teniendo conciencia además de que estamos en una crisis
política y económica en la que pueden emerger diversos escenarios frente
a los que no cabe la improvisación, sino el tener protocolos de
actuación previstos y consensuados! En ese sentido, los líderes
fundamentales de la oposición ya han dado muestras recientes de haber
entendido y aceptado el reclamo de un país que quiere verlos juntos no
solo en fotos y declaraciones, sino en luchas y acciones; Los partidos
avanzan, si bien con un ritmo más lento del necesario, en la
construcción de una oferta unitaria que involucre primarias y consensos;
los independientes con la Unidad avanzamos también en la construcción
de espacios de participación para no ser mas “espectadores o víctimas”
sino actores del proceso generador de cambio. En las comunidades, en el
edificio, el callejón, en la escalera, debemos constituir Comités de la
Unidad para hacer política democrática desde la base, es decir, luchar
por la mejora de la calidad de vida del sector donde vivimos sin perder
nunca de vista la necesidad del cambio democrático en el país.
Simultáneamente hay que sostener la solidaridad con los presos
políticos, los exiliados, los estudiantes presos y judicializados, con
los trabajadores y propietarios de empresas y comercios que, como
Farmatodo y Día a Día, han sido “intervenidos” por el gobierno para
usarlos como “falsos positivos” que den alguna credibilidad a su necia
tesis de la “guerra económica” como justificación y excusa del desastre
descomunal del régimen hambreador y represivo.
Si usted esta en cualquiera de estas iniciativas, y alguien desde
la comodidad de su teclado le dice “vamos a la calleeee”, respóndale
amablemente: “En la calle estoy, en la calle con pueblo por convencer
¡Vente conmigo! ¡Todos hacemos falta!” ¡Palante!
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