El gobierno chavista logra hundir uno de los pocos medios que aún eran independientes, publica El Mundo de España.
Por D.LOZANO / A. VÁSQUEZ / Especial para EL MUNDO Caracas / Madrid
Han pasado 15 años desde la puesta de largo de ‘Tal Cual’, el diario de Teodoro Petkoff, y la principal noticia de aquella portada histórica (“La cosa está que arde”) resume con precisión la Venezuela de hoy. Una Venezuela convulsa
que ya no podrá escuchar todos los días la voz crítica y poderosa de
uno de los grandes intelectuales del país, exministro, exguerrillero y
creador del Movimiento Al Socialismo (MAS).
El diario ‘Tal Cual’ pasa a convertirse a la fuerza en un semanario, aplastado por la bota militar en medio de una virulenta campaña del chavismo contra los medios de comunicación independientes, contra sus periodistas y también contra tuiteros antichavistas.
Los constantes desencuentros de Petkoff con el líder de la revolución dieron paso, con Maduro, a una persecución implacable. Diosdado Cabello, jefe militar del chavismo, presionó a una jueza para que castigara a ‘Tal Cual’ por un artículo de opinión. Petkoff se debe presentar todas las semanas al juzgado, pese a su precario estado de salud. Incluso fue amenazado por el tribunal con meterle preso por irrespetuoso. Con 83 años.
Reducido a un cuadernillo de 12 páginas y asfixiado económicamente, Tal Cual ha replegado velas, pero no se ha rendido. Una gesta heroica si se consideran las acusaciones constantes (incluso de asesinato), las multas contra su viabilidad económica, la exclusión de publicidad institucional (la más fuerte en Venezuela), las amenazas veladas contra los anunciantes privados y contra los propios periodistas. Y, sobre todo, el bloqueo a la importación de papel.
Todo vale en la búsqueda de la hegemonía comunicacional, incluyendo la compra de los periódicos más importantes. Recientemente los trabajadores de ‘El Universal’ (comprado por unos empresarios enriquecidos durante la revolución), en alianza con ‘Espacio Público’, comenzaron a recolectar firmas para exigir que respeten su trabajo y se haga apegado a la ética periodística. No se les permite titular con informaciones que afecten al gobierno ni hacer grandes trabajos sobre el desabastecimiento ni que en la portada aparezca alguna noticia de sucesos, por importante que ésta sea.
La cadena televisiva Globovisión se ha convertido hoy en una sombra gris que languidece al margen de la realidad. No hay más canales independientes y las radios obedecen. El chavismo también compró la web más popular y estiró sus tentáculos hasta las redes sociales, con la detención de siete tuiteros opositores.
Los números no engañan: Maduro sí ha mejorado el modelo comunicacional de Chávez. El año pasado fue el peor para la libertad de expresión: 350 agresiones contra trabajadores de los medios y 569 violaciones a la libertad de expresión, según la ong ‘Espacio Público’.
En 2015, el gobierno mantiene la misma estrategia represiva: más de 50 ataques a periodistas y a ciudadanos que han intentado registrar lo que ocurre en las protestas o en las colas para comprar comida.
“Lo preocupante es que a las limitaciones clásicas se añaden la compra de medios y fuerte censura y autocensura”, señaló Carlos Correa, director de ‘Espacio Público’.
‘El Nacional’, uno de los pocos medios independientes que quedan en el mercado, no recibe divisas desde 2013, por lo que, como pasa con muchos medios regionales, se ha visto obligado a reducir su paginación. Sobrevive gracias a préstamos de papel de periódicos del subcontinente. Nueve diarios del interior del país han cerrado por ese motivo.
Además de ataques a periodistas, fueron detenidas ocho personas en 2014 por escribir mensajes contra el gobierno en sus cuentas de Twitter. Seis continúan presas en el Servicio Bolivariano de Inteligencia. Entre ellos la archiconocida Inés González (@inesitaterrible), joven científica con 56.000 seguidores, imputada por instigación pública.
Correa considera que los procesos contra los tuiteros generan autocensura e inhibición, y buscan el silencio de toda la sociedad. “La libertad de expresión garantiza que nadie puede ser molestado a causa de sus opiniones y sus valoraciones”, sentenció.
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