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MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
sábado 28 de febrero de 2015 12:00 AM
Está claro lo que viene, camarita: arremetida represiva del régimen contra la población que hoy, con sobrados motivos, reclama sus derechos y protesta por el colapso económico, consecuencia del fracasado modelo estalinista de capitalismo de Estado -copiado de Cuba- implantado en Venezuela.
Poco pan, mucho plan. Eso es lo que viene... ¿La excusa o justificación para la embestida? Tiene que ver con la aducida guerra económica y con el supuesto golpe de Estado (descubierto y abortado) que, según pregona el Alto Mando Estratégico de la Revolución, perpetraría por "doble banda" un comando de pelucones pilotando volantines tipo "Tucano". ¿Y el objetivo de tamaño desvarío? Distraer la atención de la gente (¿la creen boba y sumisa?) del impacto que está teniendo la caída de los precios petroleros. También diluir en la humareda la ansiedad, el desasosiego y la exasperación que causan en la población la escasez de productos indispensables, la inflación, la inseguridad, el pésimo funcionamiento de los servicios públicos, el próximo aumento de la gasolina, el precio imparable del dólar y otras "nimiedades" cotidianas del mismo rango.
La comandita entronizada usará sin contemplaciones todo el poder del Estado contra los ciudadanos, empresarios, comerciantes, estudiantes, líderes políticos, dirigentes gremiales y voceros sociales. Aquellos que, con fines "predeciblemente desestabilizadores y golpistas", incurran en el "delito" de disentir del régimen y sus de designios autocráticos. Estas conductas y acciones serán consideradas tentativas de magnicidio y conatos de golpe de Estado y serán sancionadas según contemplan los "códigos" revolucionarios. La Fuerza Armada Bolivariana, los organismos de inteligencia y los cuerpos policiales serán los instrumentos "institucionales" que asumirán con su poder de "convicción" la vuelta a la senda del "bien" de aquellos escuálidos, burgueses y pitiyanquis "confundidos y descarriados". Secundarán dichas acciones, cuando las circunstancias y la patria así lo "demanden", los patriotas cooperantes, voceros, milicias, comunas y los denominados colectivos "sociales", facultados para aplicar la coerción sectaria.
Su decreto de guerra a muerte (¿de qué generación será este combate, de cuarto, quinto o sexto nivel?) para poner fuera de acción a los "enemigos" del proceso y, por ende, adversarios "jurados" de los líderes de esta quimera (el Socialismo del Siglo XXI) autoriza el "apoyo" incondicional de la Asamblea Nacional, del Tribunal Supremo, de la Fiscalía, de la Contraloría, de la Defensoría del Pueblo y de otros organismos creados previendo las actuales circunstancias: caída de la popularidad del conductor del "proceso", aumento de la desconfianza en su gestión y rechazo del 80% al "modelo" causante de tantas penurias.
Visto lo visto queda claro que los esfuerzos oficiales no se centran en aumentar la producción nacional, reponer mercancía en los anaqueles, controlar la inflación, recuperar el sistema de salud y bajar la inseguridad. Esto declinaría el nivel de intranquilidad y malestar de la población. Pareciera que en el Empíreo no hay interés en la reconciliación del país ni en abrir espacios para que el empresariado privado contribuya a la superación de la crisis. Los acontecimientos sugieren que el Gobierno quiere la confrontación. Es lo que aviva el Presidente en sus intervenciones públicas. ¿Qué pasará cuando finalice la gira y retorne a Palacio sin haber convencido al soberano de que el colapso se debe a una guerra económica combinada con intento de golpe de Estado fraguado en Bogotá, Miami y Madrid y financiado por Washington?
msanmartin@eluniversal.com
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