EL UNIVERSAL
sábado 28 de febrero de 2015 12:17 PM
Panamá, 27 feb (EFE).- El
maestro venezolano Carlos Cruz-Diez, uno de los máximos exponentes del
arte cinético, se siente "feliz de estar vivo en este momento de
tránsito" hacia una nueva era y reivindica, en una entrevista con Efe,
el poder del arte como medio para alcanzar la "paz social".
Caraqueño de nacimiento, pero parisino de adopción desde hace casi 60 años, el nonagenario Cruz-Diez huyó hace tres meses del gélido frío de la capital francesa para instalarse en Panamá, donde vive uno de sus hijos, mientras dure el invierno europeo.
"Estoy gratamente sorprendido por Panamá, la gente sonríe, la geografía es muy bella, es el encanto que tiene el trópico", comenta el artista que, a sus casi 92 años, hace gala de una lucidez admirable.
Sentado en una silla en el Centro Cultural de España Casa del Soldado, en el casco antiguo de la capital panameña, Cruz-Diez habla brevemente con Efe de su trayectoria y expresa el "afecto profundo" que le profesa al color, uno de los centros de su obra.
Señala que, aunque su visión de las cosas es casi siempre optimista y cromática, últimamente, ve que en el mundo hay "realidades en blanco y negro".
Por eso, para los "tiempos revueltos" que se están viviendo en su Venezuela natal, Cruz-Diez recomienda el arte como medio para alcanzar la "paz social" porque la expresión artística es "fundamental para el espíritu y para la sociedad".
Lo que ésta pasando en Venezuela, dice el maestro, "se preveía desde hace muchas décadas (...) no sé sabe muy bien dónde va a ir a parar el país, esperemos que el proceso sea lo más sano y lúcido posible", comenta.
Cruz-Diez, cuyas obras figuran en las colecciones más importantes del mundo y también adornan espacios públicos, como el paseo marítimo conocido como Cinta Costera III en la capital panameña, reconoce que se siente "feliz de estar vivo en este momento de tránsito hacia una nueva civilización, hacia una nueva era".
Para el artista, que saltó a la fama en la década de los 50 del pasado siglo gracias al movimiento cinético, las "comunicaciones inmediatas" lo han cambiado todo.
"Los discursos económicos, políticos, sociales, las costumbres, todo se ha modificado porque ha entrado en juego algo importante, la transformación del tiempo, la compactación del tiempo", comenta, en alusión a la inmediatez que ofrecen las nuevas tecnologías de la información.
Cruz-Diez, condecorado con la orden nacional de la Legión de Honor de Francia y distinguido con el Premio Nacional de Artes Plásticas de Venezuela, ha investigado y reflexionado durante toda su carrera sobre la relación que tiene el arte con el color, con el tiempo y con el movimiento.
Confiesa haberse sentido un incomprendido durante décadas, pero que ahora está "muy feliz" porque "las nuevas generaciones han comenzado a ver" lo que él ha propuesto, "una invención, un descubrimiento", apunta, en referencia a sus obras.
El artista también tiene buenas palabras para la el Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela, que este 2015 celebra su 40 aniversario, y del que se considera un "seguidor absoluto".
"Cada vez que veo o leo algo que esté relacionado con ellos, se me ponen los pelos de punta. Es un movimiento hermoso", afirma el artista en relación al proyecto social musical creado con la idea de ayudar a niños y jóvenes en condiciones de pobreza a través del aprendizaje de un instrumento musical y la integración a una agrupación de música sinfónica.
Cruz-Diez fue el invitado de honor en el lanzamiento el jueves en Panamá del libro "Pioneros", que recoge los primeros años de la red de orquestas sinfónicas juveniles de Venezuela, escrito por el fotógrafo y diseñador Antonio Huizi y el periodistas Alejandro Blanco Uribe.
Consciente de que ya le está ganando la batalla al tiempo, Cruz-Diez confiesa a Efe que le gustaría que le recordasen como un artista de su época.
"Yo he querido ser siempre como esos artistas del pasado, a los que respetamos y recordamos porque representaron su tiempo. Mi tiempo es el que estoy viviendo, lo dinámico, lo ambiguo, lo efímero, el instante. Vivimos una situación del instante perpetuo", concluye amable y sonriente.
Caraqueño de nacimiento, pero parisino de adopción desde hace casi 60 años, el nonagenario Cruz-Diez huyó hace tres meses del gélido frío de la capital francesa para instalarse en Panamá, donde vive uno de sus hijos, mientras dure el invierno europeo.
"Estoy gratamente sorprendido por Panamá, la gente sonríe, la geografía es muy bella, es el encanto que tiene el trópico", comenta el artista que, a sus casi 92 años, hace gala de una lucidez admirable.
Sentado en una silla en el Centro Cultural de España Casa del Soldado, en el casco antiguo de la capital panameña, Cruz-Diez habla brevemente con Efe de su trayectoria y expresa el "afecto profundo" que le profesa al color, uno de los centros de su obra.
Señala que, aunque su visión de las cosas es casi siempre optimista y cromática, últimamente, ve que en el mundo hay "realidades en blanco y negro".
Por eso, para los "tiempos revueltos" que se están viviendo en su Venezuela natal, Cruz-Diez recomienda el arte como medio para alcanzar la "paz social" porque la expresión artística es "fundamental para el espíritu y para la sociedad".
Lo que ésta pasando en Venezuela, dice el maestro, "se preveía desde hace muchas décadas (...) no sé sabe muy bien dónde va a ir a parar el país, esperemos que el proceso sea lo más sano y lúcido posible", comenta.
Cruz-Diez, cuyas obras figuran en las colecciones más importantes del mundo y también adornan espacios públicos, como el paseo marítimo conocido como Cinta Costera III en la capital panameña, reconoce que se siente "feliz de estar vivo en este momento de tránsito hacia una nueva civilización, hacia una nueva era".
Para el artista, que saltó a la fama en la década de los 50 del pasado siglo gracias al movimiento cinético, las "comunicaciones inmediatas" lo han cambiado todo.
"Los discursos económicos, políticos, sociales, las costumbres, todo se ha modificado porque ha entrado en juego algo importante, la transformación del tiempo, la compactación del tiempo", comenta, en alusión a la inmediatez que ofrecen las nuevas tecnologías de la información.
Cruz-Diez, condecorado con la orden nacional de la Legión de Honor de Francia y distinguido con el Premio Nacional de Artes Plásticas de Venezuela, ha investigado y reflexionado durante toda su carrera sobre la relación que tiene el arte con el color, con el tiempo y con el movimiento.
Confiesa haberse sentido un incomprendido durante décadas, pero que ahora está "muy feliz" porque "las nuevas generaciones han comenzado a ver" lo que él ha propuesto, "una invención, un descubrimiento", apunta, en referencia a sus obras.
El artista también tiene buenas palabras para la el Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela, que este 2015 celebra su 40 aniversario, y del que se considera un "seguidor absoluto".
"Cada vez que veo o leo algo que esté relacionado con ellos, se me ponen los pelos de punta. Es un movimiento hermoso", afirma el artista en relación al proyecto social musical creado con la idea de ayudar a niños y jóvenes en condiciones de pobreza a través del aprendizaje de un instrumento musical y la integración a una agrupación de música sinfónica.
Cruz-Diez fue el invitado de honor en el lanzamiento el jueves en Panamá del libro "Pioneros", que recoge los primeros años de la red de orquestas sinfónicas juveniles de Venezuela, escrito por el fotógrafo y diseñador Antonio Huizi y el periodistas Alejandro Blanco Uribe.
Consciente de que ya le está ganando la batalla al tiempo, Cruz-Diez confiesa a Efe que le gustaría que le recordasen como un artista de su época.
"Yo he querido ser siempre como esos artistas del pasado, a los que respetamos y recordamos porque representaron su tiempo. Mi tiempo es el que estoy viviendo, lo dinámico, lo ambiguo, lo efímero, el instante. Vivimos una situación del instante perpetuo", concluye amable y sonriente.
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