En: http://www.lapatilla.com/site/2015/02/01/jesus-chuo-torrealba-llego-febrero-un-mes-de-cuidado/
Jesús Chúo Torrealba
En 1998 Venezuela no era ciertamente un país perfecto. Había severos
problemas. Legítimas demandas sociales y económicas de la población no
fueron atendidas adecuadamente por el establecimiento político de
entonces. Y esto ocurrió a pesar de las múltiples señales que advertían
que el desastre era inminente. El “Viernes Negro” del 18 de Febrero de
1983, el “Caracazo” del 27 de Febrero de 1989 y el fallido pero
sangriento golpe de estado del 4 de febrero de 1992 debieron ser señales
suficientes en lo económico, lo social y lo político para que las
élites políticas, sindicales, empresariales, intelectuales y
comunicacionales de la época tomaran medidas para enfrentar la crisis y
resolverla. No fue así, y el golpista frustrado de 1992 se convirtió en
el presidente electo de 1998.
Pero esa Venezuela de 1998 además de problemas también tenía
fortalezas: En esa Venezuela de 1998 se producía carne, pollo, leche, se
ensamblaban vehículos y se fabricaban desodorantes y otros artículos de
higiene personal. En esa Venezuela de 1998 había médicos en los
hospitales y medicinas en las farmacias. Durante ese 1998 hubo en
Venezuela menos de 5 mil muertos a manos del hampa, y eso se consideraba
ya un escándalo.
16 años después, el balance de lo ocurrido está a la vista de todos:
Para controlar la economía y domesticar a los venezolanos, haciéndonos a
todos dependientes del Estado, el gobierno arruinó a la empresa
privada. Invadieron haciendas, expropiaron empresas, obligaron al
comercio a vender a pérdida. El resultado de esas “genialidades” es que
hoy en Venezuela no se producen alimentos, ni medicinas, ni vehículos,
ni nada. Y esto no es una “opinión” opositora, contrastable con la
“opinión” del gobierno. Estos son hechos, que puede constatar cualquier
venezolano cuando va al mercado. Si es que entra…
Durante un tiempo, esta criminal destrucción de la capacidad
productiva del país se vio enmascarada por las importaciones que los
altos precios del petróleo permitían. Hubo mucha corrupción e
ineficiencia en todo eso (importaban comida y luego la dejaban podrir
por toneladas en almacenes inadecuados, para luego enterrar la
evidencia; importaban medicinas vencidas o a punto de vencerse, etc…),
pero al menos había productos en los mercados: Leche ecuatoriana, carne
brasileña, pescado nicaragüense, caraotas chinas, en fin. Pero había…
Pero también eso se acabó. Cuando murió Chávez la corrupción, que ya
era rebatiña, se transformó en saqueo abierto. Al ser sacado del
gobierno de Maduro, el funcionario que por más de una década fue zar de
las finanzas públicas tuvo un repentino ataque de lucidez y denunció que
empresas de maletín vinculadas a las mafias rojas habían robado 25 mil
millones de dólares entre 2012 y 2013. Con lo monstruoso del monto, esa
cifra es apenas una fracción de los 800 mil millones de dólares que
entraron a las arcas del gobierno en los últimos 12 años y que
desaparecieron por arte de magia, entre ineficiencia y corrupción,
mientras en Venezuela los hospitales no tienen ni gasa y las escuelas no
tienen ni maestros.
Ese es el trayecto histórico que nos coloca en este primer mes de
2015, que ayer finalizó. Como nunca antes en toda nuestra historia, los
venezolanos estrenamos un año acosados por la angustia que es producto
de la escasez, agolpándonos en las puertas de abastos, mercados y
farmacias, en colas inmensas que duran días y noches, para comprar lo
más elemental para comer o las medicinas indispensable para sobrevivir. Y
es de esta manera como llegamos a Febrero, un mes de cuidado, un mes en
el que han ocurrido en la historia reciente venezolana hechos que han
dejado dolorosa marca en almanaques, memorias y familias.
Y cuando decimos “historia reciente” nos referimos a la muy, muy
reciente: No se trata del 18F de 1983, o del 27F de 1989, o del
sangriento 4F de 1992. Hablamos de apenas ayer: El 4F de 2014 el
intento de violación de una estudiante en San Cristóbal generó una
protesta de sus compañeros, exigiendo al gobierno seguridad. En vez de
seguridad el gobierno les dio represión brutal, que dejó un saldo de
seis estudiantes detenidos. En solidaridad con esos detenidos, el 12F
de 2014 (Día de la Juventud) se produce una inmensa manifestación. Al
final de la misma son asesinados tres jóvenes venezolanos: Bassil
DaCosta, Juancho Montoya y Robert Redman, y aunque investigaciones
posteriores han determinado que los autores de los disparos fueron
sujetos vinculados a cuerpos de seguridad del Estado, todavía el
gobierno mantiene presos al dirigente político Leopoldo López y a varios
jóvenes acusándolos falsamente de supuesta vinculación con estos
hechos.
Como en finales de los 80 y principios de los 90, hay ya suficientes
indicios de que el colapso económico, la conflictividad social y la
incapacidad de las estructuras políticas gobernantes para dar salidas
razonables a la crisis determinan que haya una necesidad urgente de
cambio en el país. Como ayer, las élites oficiales no atinan a dar
respuesta correcta a una situación que en vez de corregir, agravan.
En efecto, es impresionante como ahora se repite, agravado, el guión
del pasado: Tal como ocurrió después del Viernes Negro de febrero del
83, también ahora los grupos cercanos a los escenarios de toma de
decisiones del gobierno en vez de trabajar para resolver la crisis se
han puesto a sacar ganancia de la misma, a transformar la crisis en su
negocio, a traficar con el acceso que tienen a información privilegiada y
a las divisas. Tal como ocurrió en el Caracazo de febrero de 1989 con
la universalmente condenada utilización del llamado “Plan Ávila” para
reprimir con las armas letales de los militares una revuelta social, hoy
voceros oficiales anuncian que usaran esas mismas armas para el control
del orden público, y que eso les parece “hermosísimo”; Tal como ocurrió
el 4F de 1992, los que entonces acompañaron un golpe de estado hoy
vuelven a hablar del mismo tópico, sólo que acusando a los demás de
incurrir en esa conducta que, paradójicamente, ellos “celebran” cada año
como fuera una fecha patria.
Si el gobierno tiene la ceguera para repetir el mismo guión fallido y
antiguo, allá ellos. Si no son capaces de ver como se dirigen al
abismo que ellos mismos cavaron, allá ellos. Pero los ciudadanos no
podemos repetir los mismos errores del pasado: Ni podemos incurrir en el
muy costoso error de creer que la violencia traerá los cambios
necesarios, ni podemos por desesperación salir de una situación muy
mala para caer en otra peor. Está prohibido confundir “terminal” con
“inminente”, está prohibido confundir “histeria” con “historia”. En
esta muy grave hora venezolana la NUEVA MAYORIA NACIONAL, integrada por
quienes siempre nos hemos opuesto al proyecto totalitario y por nuestros
hermanos que recientemente se han decepcionado de esa estafa, tenemos
que actuar UNIDOS, movilizándonos sin miedo y en paz, cohesionados en
torno a un liderazgo democrático cuyos integrantes en vez de competir
entre ellos deben competir todos juntos por el poder, con una visión
compartida de la crisis y un proyecto de país común, para lograr el
cambio en positivo que Venezuela necesita y reclama.
Unidad, paz, movilización, proyecto y cambio: Cinco palabras que
resumen la actitud y conducta necesarias para detener la caída del país e
iniciar su recuperación. Unidad, porque si no estamos unidos no
calificamos como alternativa; Pacíficamente, porque solo en paz el
pueblo unido puede mostrar su fuerza, inmensa en contraste con las
minorías armadas y violentas. Movilizados, porque el ciudadano debe usar
TODOS sus recursos en esta pelea (la protesta social y la lucha
política, la calle y el voto). ¡Palante! ¡La Fuerza Es La Unión!
No comments:
Post a Comment