Fernando Mires
Afirmaba Kant que si bien política y moral son
dos cosas distintas, no puede ni debe haber contradicción entre ambas.
Por eso mismo, cuando aparece la contradicción se trata de un síntoma de
que algo no anda bien en la política o en la moral. Ha llegado entonces
el momento del debate y de la rectificación. Esa es también la razón
por la cual los debates políticos adquieren cada cierto tiempo un
formato predominantemente moral.
Moral ha sido también el tono de la
crítica pública ejercida en contra del dirigente del nuevo partido
español Podemos, Juan Carlos Monedero, debido a las altas sumas de
dinero recibidas de gobiernos por dirigir (monitorear, dicen los
sociólogos cursis) proyectos que nunca fueron realizados. Crítica muy
lógica por lo demás. Los de Podemos lograron instalarse en la escena
pública como portadores de un fortísimo cuestionamiento moral no en
contra de algunos políticos, sino de toda la clase política española,
denominada por ellos como “la casta”.
Lo menos que podían esperar entonces los
dirigentes de Podemos era ser medidos con la misma vara con la que
ellos miden a los demás. Por ese mismo motivo, los servicios prestados
por Monedero y otros miembros de Podemos a los gobiernos del ALBA
demuestran algo muy obvio: Podemos no está formado por vírgenes del
paraíso y sus dirigentes están tan contaminados por el vil dinero como
cualquier miembro de la maligna casta; más aún, ya son parte de ella.
Y bien, aunque parezca afirmación
sorprendente, para quienes no usamos la misma vara de Podemos —es
decir, para quienes creemos que los seres santos y virtuosos hay que ir a
buscarlos en las religiones (supongo) pero nunca en la política— los
dineros recibidos por Monedero no ameritan ningún gran desacato a la
moral pública. Ese tema se lo dejamos a los moralistas, entre ellos a
los de Podemos. Vale la pena recordar en ese punto a Max Weber cuando
escribía que los políticos moralistas son por lo general grandes
inmorales políticos (Robespierre, Stalin, entre otros)
Pero para quienes no andamos con el dedo
acusando a nadie, las supuestas o reales faltas de Podemos no
constituyen gran escándalo. Porque, coño, hay que ser justos: Monederos
no recibió dinero como dirigente de Podemos sino como sociólogo,
politólogo o sabe Dios que otro logo. Es decir, como un profesional que
va, ofrece, presta y vende servicios a un buen postor. ¿No es acaso lo
mismo que hacen cientos, quizás miles de investigadores sociales en todo
el mundo?
En largos años de vida académica he
tenido oportunidad de conocer a habilísimos vendedores de fantásticos
proyectos quienes lograban financiamientos de empresas y fundaciones,
organismos internacionales e incluso Estados. Por cierto, la mayoría de
esos proyectos quedaron a medio camino. Y si alguna vez fueron
entregados, su informes eran amontonados en estantes en espera de que
algún miembro del personal de aseo tenga la buena idea de echarlos al
tacho de la basura. De modo que no seamos hipócritas. Si Chávez se dejó
embaucar por Monedero, ese fue un problema de Chávez y no de Monedero.
Monedero vendía, Chávez compraba. Pura y simple ley de la oferta y de la
demanda.
¿Dónde está el problema? Ah, dirán
algunos: El problema reside en que Monedero se hizo pagar por gobiernos
antidemocráticos y con abiertas tendencias totalitarias. ¿Y por qué debe
sorprendernos si ha sido así? Mucho más grande habría sido el problema
si Monedero hubiese sido un conservador o un neo-liberal y después
hubiera vendido su capacidad intelectual (nótese, escribo intelectual
sin comilla) a un gobierno socialista. Pero no. Monedero parece ser
socialista de nacimiento, siempre ha sido de izquierda y nunca lo ha
negado. Venera a la dictadura de los Castro y tal vez piensa que la
caída del muro de Berlín fue un gran error histórico. Seguramente cree
en el socialismo del siglo XXl, en la dictadura del pueblo y en la
maldad infinita del imperio. Pero, aunque todo eso nos parezca absurdo,
él, como ciudadano y político está en el derecho a creer lo que le dé la
gana. España es plural y democrática.
Incluso si Monedero pensara que Stalin,
Mao o Calígula, fueron grandes líderes históricos, ese atañe a Monedero y
a nadie más. Eso significa, Monedero prestó servicios a Chávez, su
comandante eterno. Y si por realizar sus creencias y dar curso libre a
sus convicciones fue, además, “bien pagao”, tanto mejor para él. Repito:
¿Dónde está el problema?
El problema, dirán otros, es que ni
Podemos ni mucho menos Monedero se han distanciado de su pasado
chavista. Solo Pablo Iglesias ha tenido el atrevimiento de afirmar que
Maduro hace cosas buenas pero también cosas malas (si es así, Franco
también hizo “cosas buenas”, piensa uno). ¿Y por qué tienen que
distanciarse? -es mi pregunta obvia-. Si los electores de Podemos votan
por un partido que se dice moralista y no lo es, que proclama valores
democráticos y no los practica, que cree en el pluralismo y sigue atado a
gobiernos que han echado por la borda la libertad de opinión, de
asociación y de prensa, eso es un problema que deben resolver los
electores de Podemos. Nadie más.
Hasta aquí entonces mi alegato sobre las
irregularidades de Podemos. Pero solo hasta aquí. Pues, si no hay
grandes problemas en el hecho de que Monedero hubiese recibido dinero
por sus mercancías socio-marxistas, si no hay ningún problema en que
Monedero profese la ideología que le parezca más linda y si no hay
problema en que Podemos tenga un pasado anti-democrático, eso no
significa que no hay ningún problema. Hay, efectivamente, otro problema.
Ese otro problema es que el tema de las
violaciones a los derechos humanos cometidos por el régimen de Maduro se
encuentra en la primera plana de los medios españoles de comunicación y
Podemos no dice nada. El problema es, además, que los dos partidos de
“la casta”, el PSOE y el PP, se pronunciaron enérgicamente en contra del
régimen venezolano y Podemos no dice nada. El problema, por último, es
que los dirigentes de Podemos son los políticos españoles que más y
mejor conocen por dentro al régimen chavista y Podemos no dice nada.
Entiéndase bien: nadie está pidiendo a
Podemos un pronunciamiento sobre los derechos humanos en el Tibet o en
Mongolia. Pero el mencionado es un tema del cual ellos no son
espectadores. Por el contrario, son y han sido parte. Dicho más
radicalmente: Podemos es libre, si así lo decide, de pronunciarse a
favor de Maduro. Pero ¡díganlo! Porque si Podemos defiende con
argumentos la prisión del dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López,
a la prisión del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y la de tantos
otros ciudadanos, estaría cumpliendo con el papel de un partido
político, el de plantear posiciones contra los otros partidos frente a
los cuales ellos imaginan ser tan diferentes.
Hannah Arendt distinguía dos tipos de
verdades. La verdad de opinión y la verdad de hecho. Y bien; más allá de
cualquiera opinión, en Venezuela están ocurriendo hechos que
contradicen la letra y el sentido de la Declaración de los Derechos
Humanos. Son hechos, no opiniones. Y el deber de un partido es
pronunciarse con opiniones frente a la verdad de los hechos. Callar
frente a la realidad es simple cobardía.
Cobardía es un término más moral que
político pero demuestra la exactitud del pensamiento de Kant cuando
escribía que moral y política son dos cosas muy diferentes aunque no
pueden existir separadas. O, para decirlo con los términos del uso
diario que aprendí en mi país natal: lo que tantos ciudadanos españoles y
venezolanos está exigiendo a los dirigentes de Podemos es que no se
sigan haciendo los huevones. Así no más. No sé si se entiende.
No comments:
Post a Comment