La renuncia de Nicolás Maduro es exigencia global. No es el culpable de todo, pero como eje de la herencia perversa, al tiempo que le han correspondido honores, trompetas y alfombras, ahora le corresponden las culpas suyas y de sus cofrades. Fue el centro de las solidaridades rojas cuando la Presidencia le subió desde el Averno, ahora es el centro de los yerros, ignorancias y delitos de la Cofradía del Abismo.
Se ha dicho que exigir la renuncia es ineficiente porque depende de la voluntad del renunciante. Para algunos es como si se le pidiera algo a un terco incapaz de comprender porque ya sus neuronas no pueden asir argumentos.
El tema es complejo, pero baste decir que la voluntad es una articulación de deseos, situaciones, presiones, ambientes, ansiedades ocultas, estímulos y amenazas. Por ejemplo, la mayoría de las veces trabajar es un acto voluntario, pero no siempre es gratificante y se trabaja porque la necesidad exige y tiene cara de perro furioso.
Maduro y su entorno no quieren la renuncia; sin embargo, su demanda cada vez más extendida la hace parte del tejido que envuelve la cúpula gobernante. En esta reclamación habitan chavistas y antichavistas, cívicos y militares, religiosos y seglares, vivientes, malvivientes y sobrevivientes.
Se podría cavilar: si se va Maduro todo quedará igual y nada se habrá resuelto. Veamos. Si este fuese el único cambio a ocurrir habría que pensárselo, pero es obvio que su salida sería un desencadenante de procesos institucionales que conducirían a elecciones presidenciales y de gobernadores que deberían ser justas, libres y limpias. En esa dinámica se reajustará todo el sistema político: se renovarán inicialmente algunas instituciones (CNE y TSJ), se refrescará la dirección chavista y se consolidarán los partidos democráticos en sus diferentes vertientes.
Maduro, como centro del poder formal es objeto de múltiples y opuestas presiones, dentro de las cuales está la que deriva de su propia apreciación de la catástrofe que porta y del naufragio que ahoga el país. Poco a poco se genera el paisaje para su reemplazo pacífico al incluir también sectores chavistas importantes. Las discusiones sobre referéndum revocatorio, constituyente, enmienda, destitución por abandono del cargo, son todas útiles porque ambientan la renuncia como la salida conveniente y pronta.
Esas discusiones patentizan cómo las voces pioneras de 2014 fueron heraldos de lo que es hoy una demanda nacional. Aplauso para los que se atrevieron entonces. Aplauso para los que ahora no temen converger en este objetivo.
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