En: http://www.noticierodigital.com/2012/06/la-precariedad-laboral-en-venezuela/
José Guerra
Una de las falencias más importantes del gobierno de Hugo Chávez se puede encontrar en el frente laboral. Con el anuncio de trece (13) planes de empleo se desnuda una realidad demasiado evidente para que pueda ser ocultada con el torrente de propaganda de cada día vacía el gobierno sobre los venezolanos con el objeto de presentar un país que solamente existe en la imaginación de los altos burócratas.
No ha sido el gobierno capaz de articular una política económica para lidiar de forma efectiva con el drama del desempleo abierto y de aquellos que aún cuando están trabajando lo hacen en situación de absoluta precariedad.
Buena parte de ese fracaso en lo laboral obedece a la política económica que erráticamente ha aplicado el gobierno, con sus definiciones exóticas tales como desarrollo endógeno, modelo cooperativo y las empresas de producción social para finalmente definirse claramente su orientación estatista, al igual que las experiencias del socialismo que fracasaron, han fracasado y seguirán fracasando en todo el mundo, porque el socialismo marxista-leninista frena el desarrollo de las fuerzas productivas al restringir o acabar según sea el caso, con el incentivo para la elaboración de bienes. Con la apropiación del Estado de los medios de producción y destruirlos no puede haber generación de empleos.
La instrumentación de esa política destructiva del empleo, en Venezuela se ha materializado en dos elementos. En primer lugar, la creencia, del cual es firme partidario el ministro Jorge Giordani de que Venezuela debe convertirse en una economía importadora toda vez que él considera que se debe fijar el tipo de cambio y dejarlo congelado con el objeto de abaratar las importaciones y con ello producir un efecto deflacionario en la economía.
Como esa tesis no resiste un somero análisis, no insistiremos en ella. En segundo lugar, el dogma según el cual los controles de precios contribuyen a bajar la inflación. Tienen los cruzados de esta hipótesis un ligero problema conceptual al confundir el nivel de los precios con su tasa de variación.
En cualquier caso, si los controles de precios ayudaran a bajar la inflación ya todos los países lo hubiesen aplicado y ese no ha sido el caso. Tal vez convenga clarificar a quienes piensan que controles absolutos son eficaces para detener el alza de precios que ya en el año 301 después de Cristo, el emperador romano Dioclesiano trató de conjurar una espiral inflacionaria producto del desorden monetario que causó el financiamiento de las guerra y la frondosa burocracia. Estableció un sistema que fijaba el precios del vino, el aceite, los vegetales, las frutas, las pieles, el cueros, el calzado, la madera, entre otros bienes. El citado control tuvo dos efectos: no fue acatado y agravó el problema al generar escasez.
Tanto el anclaje del tipo de cambio como los controles generalizados de precios han contribuido a liquidar la industria manufacturera nacional, hasta hace poco la mayor generadora de ingreso y una de las que creaba más empleos de calidad. Así, el obrero manufacturero cuya empresa cerró porque no pudo soportar la competencia de importaciones subsidiadas con un tipo de cambio artificialmente bajo o que dejó de ser rentable en vista de los controles, ahora es un desempleado o un vendedor ambulante, sin ningún sistema de protección social.
Según las estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas, correspondientes a abril de 2012 en Venezuela existen 1.152.522 personas desempleadas y 3.480.970 de ocupados por cuenta propia que nos profesionales, buena parte de ellos vendedores ambulantes. La suma de ambos grupos representa el 40% de todos los ocupados.
Si a ello agregamos los tres millones de trabajadores que devengan salario mínimo, completamos un cuadro donde más de siete millones de venezolanos (62% de los ocupados) sufren de precariedad laboral, bien sea porque no generan ingreso, porque éste es insuficiente o porque carecen de cualquier protección social. En el gráfico adjunto de evidencia esa situación. Por esa razón es que Henrique Capriles Radonski ha venido insistiendo y persistiendo en su plan de empleo, porque no hay viabilidad política ni social en un país con estos niveles de injusticia.
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