MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES | EL UNIVERSAL
miércoles 20 de junio de 2012 04:00 PM
La semana pasada se publicó el listado de World Happiness Report 2012 (Reporte de Felicidad en el Mundo) de la Universidad de Columbia en Estados Unidos (http://issuu.com/earthinstitute/docs/world-happiness-report). En el estudio, realizado entre 150 países, Dinamarca ocupó el primer lugar de la lista, seguido por Finlandia, Noruega, Holanda y Canadá. En Latinoamérica, el país mejor posicionado fue Costa Rica (12), seguido por Venezuela (19), México (24), Brasil (25), Argentina (39) y Colombia (41). Estados Unidos ocupó el puesto 11, España el 22 e Italia el 28, entre otros.
Para determinar la felicidad, los estudios de la Universidad de Columbia, no sólo se basaron en la posesión de bienes materiales. El poseer una buena salud mental y física es importante para ser feliz, según ellos. El desempleo es una de las principales causas de infelicidad. Y un factor preponderante, de acuerdo al reporte, es la estabilidad familiar; las personas casadas alrededor del mundo declararon ser más felices que sus contrapartes solteros.
Total, que salimos bien ubicados en la lista de los países más felices del mundo, aunque estamos pasando "las de Caín". ¿A qué se deberá eso? Puede ser que los psicólogos que trabajan con la Psicología Positiva lo puedan explicar.
Una vez leyendo el libro La Auténtica Felicidad de Martin Seligman me encontré con un capítulo que hablaba sobre la satisfacción y felicidad que producen las cosas que más nos cuestan. Y hay que ver lo que nos cuesta a los venezolanos cada cosa que vamos a hacer, empezando por tener que levantarnos a las cuatro de la madrugada, dejar a tiempo en el colegio a los niños, no ponernos histéricos en la cola, llegar puntuales al trabajo, cobrar un cheque, sacar unos dólares para viajar, etc. Sin hablar de que podamos pagar el alquiler, el colegio, la comida y, sobre todo, poder llegar a la casa vivitos y coleando, sin que nos hayan asaltado, secuestrado o... Por otra parte tenemos el tema de las lluvias, de las invasiones, de las elecciones, etc. Pero ¿díganme si no es sabroso acostarse "exprimidos como un limón" después de haber luchado todo el día por sacar a nuestra familia y a nuestro país adelante?
Otra cosa que dice Seligman en su libro es lo importante de tener una actitud positiva ante la vida para poder ser feliz. Todos conocemos el optimismo y buen humor del venezolano. Algunos se burlan de eso, pero indudablemente ese es un punto a nuestro favor que nos ayuda a superar uno o varios momentos difíciles en el día, con unos comentarios insólitos como uno que escuché el otro día a un señor quien decía que "Venezuela era la sucursal del cielo"; eso me sacó tremenda sonrisa en un momento nada fácil.
Algo muy importante también, pienso yo, es que el venezolano es un hombre de esperanza. Siempre que nos ponemos a hablar de las cosas negativas con alguien en la calle, o donde sea, uno termina diciendo: ¡Si Dios quiere esto se arreglará! Y así vamos, llevando la vida día a día sin dejar que la tristeza nos tumbe, cuando tenemos todas las razones para ello. Yo pienso que si aquí se resolviera sólo el tema de la delincuencia y la inflación, brincaríamos rápidamente al puesto número uno de felicidad.
El factor familiar en Venezuela juega mucho a nuestro favor. Yo no sé si existe otro país en el mundo semejante a nosotros en este aspecto. El otro día un taxista, que no paró de hablar un minuto desde que me monté en su carro, me contó todo sobre sus hijos. Con gran orgullo me decía que eran profesionales, graduados en nuestras excelentes universidades; que él estaba criando a un nieto (hijo de su hija que lo tuvo adolescente) y que ese muchacho es el sol de sus ojos y "le dieron una medalla en el colegio". Me contó que el año pasado su mamá, quien tuvo 13 hijos, cumplió 90 años. Le hicieron tremenda fiesta en la finquita que tienen en Santa Bárbara del Zulia. Entre hijos, nietos, nueras, yernos, primos, vecinos, etc., eran más de 200 personas porque de sus hermanos, el que menos tiene, tiene 4 muchachos. "Señora -me decía- ese día matamos un ternero y un chivo, cocinamos yuca, jojotos y plátanos por montón, y nos tomamos decenas de cajas de cerveza. Usted no sabe lo feliz que estaba mi mamá con ese gentío".
Pues así somos la gran mayoría de los venezolanos: positivos y felices, a pesar de los pesares. Y es que otra cosa que tenemos en este país (que no lo miden las encuestas pero sí lo toca Seligman en su libro La Auténtica Felicidad) es mucha Fe, y por eso tenemos Esperanza de que de tanto Rezar y Luchar tarde o temprano seremos un gran país. Y es que yo siempre he dicho que quien se sabe hijo de Dios y vive para los demás, y no para uno mismo, siempre será feliz ¡Viva donde viva!
Para determinar la felicidad, los estudios de la Universidad de Columbia, no sólo se basaron en la posesión de bienes materiales. El poseer una buena salud mental y física es importante para ser feliz, según ellos. El desempleo es una de las principales causas de infelicidad. Y un factor preponderante, de acuerdo al reporte, es la estabilidad familiar; las personas casadas alrededor del mundo declararon ser más felices que sus contrapartes solteros.
Total, que salimos bien ubicados en la lista de los países más felices del mundo, aunque estamos pasando "las de Caín". ¿A qué se deberá eso? Puede ser que los psicólogos que trabajan con la Psicología Positiva lo puedan explicar.
Una vez leyendo el libro La Auténtica Felicidad de Martin Seligman me encontré con un capítulo que hablaba sobre la satisfacción y felicidad que producen las cosas que más nos cuestan. Y hay que ver lo que nos cuesta a los venezolanos cada cosa que vamos a hacer, empezando por tener que levantarnos a las cuatro de la madrugada, dejar a tiempo en el colegio a los niños, no ponernos histéricos en la cola, llegar puntuales al trabajo, cobrar un cheque, sacar unos dólares para viajar, etc. Sin hablar de que podamos pagar el alquiler, el colegio, la comida y, sobre todo, poder llegar a la casa vivitos y coleando, sin que nos hayan asaltado, secuestrado o... Por otra parte tenemos el tema de las lluvias, de las invasiones, de las elecciones, etc. Pero ¿díganme si no es sabroso acostarse "exprimidos como un limón" después de haber luchado todo el día por sacar a nuestra familia y a nuestro país adelante?
Otra cosa que dice Seligman en su libro es lo importante de tener una actitud positiva ante la vida para poder ser feliz. Todos conocemos el optimismo y buen humor del venezolano. Algunos se burlan de eso, pero indudablemente ese es un punto a nuestro favor que nos ayuda a superar uno o varios momentos difíciles en el día, con unos comentarios insólitos como uno que escuché el otro día a un señor quien decía que "Venezuela era la sucursal del cielo"; eso me sacó tremenda sonrisa en un momento nada fácil.
Algo muy importante también, pienso yo, es que el venezolano es un hombre de esperanza. Siempre que nos ponemos a hablar de las cosas negativas con alguien en la calle, o donde sea, uno termina diciendo: ¡Si Dios quiere esto se arreglará! Y así vamos, llevando la vida día a día sin dejar que la tristeza nos tumbe, cuando tenemos todas las razones para ello. Yo pienso que si aquí se resolviera sólo el tema de la delincuencia y la inflación, brincaríamos rápidamente al puesto número uno de felicidad.
El factor familiar en Venezuela juega mucho a nuestro favor. Yo no sé si existe otro país en el mundo semejante a nosotros en este aspecto. El otro día un taxista, que no paró de hablar un minuto desde que me monté en su carro, me contó todo sobre sus hijos. Con gran orgullo me decía que eran profesionales, graduados en nuestras excelentes universidades; que él estaba criando a un nieto (hijo de su hija que lo tuvo adolescente) y que ese muchacho es el sol de sus ojos y "le dieron una medalla en el colegio". Me contó que el año pasado su mamá, quien tuvo 13 hijos, cumplió 90 años. Le hicieron tremenda fiesta en la finquita que tienen en Santa Bárbara del Zulia. Entre hijos, nietos, nueras, yernos, primos, vecinos, etc., eran más de 200 personas porque de sus hermanos, el que menos tiene, tiene 4 muchachos. "Señora -me decía- ese día matamos un ternero y un chivo, cocinamos yuca, jojotos y plátanos por montón, y nos tomamos decenas de cajas de cerveza. Usted no sabe lo feliz que estaba mi mamá con ese gentío".
Pues así somos la gran mayoría de los venezolanos: positivos y felices, a pesar de los pesares. Y es que otra cosa que tenemos en este país (que no lo miden las encuestas pero sí lo toca Seligman en su libro La Auténtica Felicidad) es mucha Fe, y por eso tenemos Esperanza de que de tanto Rezar y Luchar tarde o temprano seremos un gran país. Y es que yo siempre he dicho que quien se sabe hijo de Dios y vive para los demás, y no para uno mismo, siempre será feliz ¡Viva donde viva!
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