JOSÉ MAYORA | EL UNIVERSAL
viernes 2 de noviembre de 2012 12:00 AM
El regaño presidencial al alto gobierno por no haber aplicado el modelo socialista incluido en las leyes que ellos mismos han preparado y aprobado, comienza a producir resultados. Está cundiendo frenéticamente en el Ejecutivo el fervor socialista. En educación se dio un importante paso hacia el control popular de los centros educativos. Las premisas que acompañan al presupuesto del 2013, lo califican como un instrumento para profundizar el socialismo. La promoción del Estado comunal y la consecuente creación de las comunas conforman un coro de voces claras y oscuras que finalmente están leyendo la partitura al unísono.
Al parecer los cortesanos no habían entendido la voz de mando con excepción de Aristóbulo cuya exhortación (2009) de desbaratar las gobernaciones y alcaldías sería indicador de excelente desempeño revolucionario. Al conspicuo dirigente no le entendieron que tanto el ébano como la revolución hay que sembrarlos.
En el 2008 el pueblo venezolano decidió no acompañar el proyecto de reforma constitucional, decisión que fue escuchada pero no acatada por el gobierno revolucionario. Paulatinamente se han venido colando leyes, decretos, instructivos y cualquier norma legalizada por la asamblea o por la habilitante, que aplican aquellas disposiciones de la reforma a las que el pueblo les dijo que no. Sin duda, mientras este régimen mantenga el poder que ostenta sobre los diferentes poderes públicos, continuará inexorablemente la aplicación del Estado socialista. Es decir, que la vida de las gobernaciones y alcaldías, tal como las conocemos hoy día, tienen su muerte decretada, recuerden el ejemplo de la Alcaldía Mayor. La centralización del poder es condición necesaria para que el régimen socialista se implante definitivamente. Para el buen entendedor, los ejemplos sobran.
La instrumentación del Estado comunal y la nueva geografía, es el próximo paso al cual los servidores del régimen se abocarán con mayor ahínco pues tal cosa debe lograrse antes de que los nuevos gobernadores tomen posesión de sus cargos. La pregunta que cualquiera se haría frente a este escenario es: ¿vale la pena ir a votar en diciembre? ¡La respuesta es un rotundo y contundente sí!
Aparte de ser un derecho, la próxima contienda electoral en la cual los venezolanos escogeremos a los gobernadores es una oportunidad irrenunciable, habida cuenta del verdadero significado que tal fecha y evento tienen: ¿significan lo mismo para el oficialismo que para la oposición?
Para HCF está claro que en diciembre ellos tienen que lograr que la menor cantidad de opositores acudan a las urnas, es decir, desestimular la participación. Para la oposición estas elecciones son un referéndum en el cual tienen que elegir entre el "Estado comunal" o lo que pauta la Constitución. Ganar la mayor cantidad posible de gobernaciones le restaría espacios al socialismo, y le mandaría un mensaje a HCF: ¡los venezolanos queremos nuestras gobernaciones y nuestras alcaldías! Un resultado como este obligaría a HCF y a sus seguidores a continuar mancillando la constitución pues tendrían que tomar medidas que disminuyeran las competencias de gobernaciones y alcaldías, así sea inconstitucional.
La de diciembre más que una elección es un referéndum en el cual los venezolanos decidirán si quieren un Estado comunal o un Estado federal. ¡No podemos facilitar las pretensiones hegemónicas de un líder autocrático!
Al parecer los cortesanos no habían entendido la voz de mando con excepción de Aristóbulo cuya exhortación (2009) de desbaratar las gobernaciones y alcaldías sería indicador de excelente desempeño revolucionario. Al conspicuo dirigente no le entendieron que tanto el ébano como la revolución hay que sembrarlos.
En el 2008 el pueblo venezolano decidió no acompañar el proyecto de reforma constitucional, decisión que fue escuchada pero no acatada por el gobierno revolucionario. Paulatinamente se han venido colando leyes, decretos, instructivos y cualquier norma legalizada por la asamblea o por la habilitante, que aplican aquellas disposiciones de la reforma a las que el pueblo les dijo que no. Sin duda, mientras este régimen mantenga el poder que ostenta sobre los diferentes poderes públicos, continuará inexorablemente la aplicación del Estado socialista. Es decir, que la vida de las gobernaciones y alcaldías, tal como las conocemos hoy día, tienen su muerte decretada, recuerden el ejemplo de la Alcaldía Mayor. La centralización del poder es condición necesaria para que el régimen socialista se implante definitivamente. Para el buen entendedor, los ejemplos sobran.
La instrumentación del Estado comunal y la nueva geografía, es el próximo paso al cual los servidores del régimen se abocarán con mayor ahínco pues tal cosa debe lograrse antes de que los nuevos gobernadores tomen posesión de sus cargos. La pregunta que cualquiera se haría frente a este escenario es: ¿vale la pena ir a votar en diciembre? ¡La respuesta es un rotundo y contundente sí!
Aparte de ser un derecho, la próxima contienda electoral en la cual los venezolanos escogeremos a los gobernadores es una oportunidad irrenunciable, habida cuenta del verdadero significado que tal fecha y evento tienen: ¿significan lo mismo para el oficialismo que para la oposición?
Para HCF está claro que en diciembre ellos tienen que lograr que la menor cantidad de opositores acudan a las urnas, es decir, desestimular la participación. Para la oposición estas elecciones son un referéndum en el cual tienen que elegir entre el "Estado comunal" o lo que pauta la Constitución. Ganar la mayor cantidad posible de gobernaciones le restaría espacios al socialismo, y le mandaría un mensaje a HCF: ¡los venezolanos queremos nuestras gobernaciones y nuestras alcaldías! Un resultado como este obligaría a HCF y a sus seguidores a continuar mancillando la constitución pues tendrían que tomar medidas que disminuyeran las competencias de gobernaciones y alcaldías, así sea inconstitucional.
La de diciembre más que una elección es un referéndum en el cual los venezolanos decidirán si quieren un Estado comunal o un Estado federal. ¡No podemos facilitar las pretensiones hegemónicas de un líder autocrático!
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