MARUJA TARRE| EL UNIVERSAL
viernes 1 de noviembre de 2013 12:00 AM
Hace unos días, viendo el lanzamiento de un canal latino en EEUU, me molestaron ciertos estereotipos. Mujeres de largas melenas vestidas con ceñidos trajes de coctel a las ocho de la mañana, gritos de "caliente" y "fiesta", bailoteo permanente. Un locutor, venezolano él, afirmó sin vacilaciones que los latinos bailamos 960 horas al año.
Después de mucho pensar sobre el origen de tales conceptos, llegué a la conclusión que el nuevo canal, debe haber realizado encuestas en la República Bolivariana de Venezuela. Si después de 15 años de chavismo seguimos contándonos entre las naciones más felices de la Tierra, si el gobierno incluso crea un viceministerio de la Felicidad, es indudable que el gen de la alegría debe tener raíces muy profundas, prácticamente indestructibles, entre nosotros. Los escandinavos, con la mejor calidad de vida posible, siguen teniendo altas tasas de suicidio. Los franceses, viviendo en un país bello, civilizado y con abundante comida, baten records en cuanto a mal humor. Los asiáticos trabajan demasiado para darse cuenta que ya son prósperos y quizás también, felices. Pero en Venezuela, sin leche ni papel tualé, con la inflación más alta del mundo, con una inseguridad solo comparable con las zonas de México, con sueldos miserables, somos aún muy felices según las encuestas y vamos a serlo aún más.
Cuando el viceministerio de la Felicidad funcione, todos nuestros problemas van a desaparecer como por arte de magia. Los pranes se dedicarán a las buenas obras, los corruptos devolverán el dinero, Maduro aceptará cambiar el CNE (después de mostrar su partida de nacimiento), los chinos nos perdonarán la deuda, los cubanos irán a otro destino y los venezolanos podremos bailar y cantar nuestras 960 horas, como dice el canal de Miami
Después de mucho pensar sobre el origen de tales conceptos, llegué a la conclusión que el nuevo canal, debe haber realizado encuestas en la República Bolivariana de Venezuela. Si después de 15 años de chavismo seguimos contándonos entre las naciones más felices de la Tierra, si el gobierno incluso crea un viceministerio de la Felicidad, es indudable que el gen de la alegría debe tener raíces muy profundas, prácticamente indestructibles, entre nosotros. Los escandinavos, con la mejor calidad de vida posible, siguen teniendo altas tasas de suicidio. Los franceses, viviendo en un país bello, civilizado y con abundante comida, baten records en cuanto a mal humor. Los asiáticos trabajan demasiado para darse cuenta que ya son prósperos y quizás también, felices. Pero en Venezuela, sin leche ni papel tualé, con la inflación más alta del mundo, con una inseguridad solo comparable con las zonas de México, con sueldos miserables, somos aún muy felices según las encuestas y vamos a serlo aún más.
Cuando el viceministerio de la Felicidad funcione, todos nuestros problemas van a desaparecer como por arte de magia. Los pranes se dedicarán a las buenas obras, los corruptos devolverán el dinero, Maduro aceptará cambiar el CNE (después de mostrar su partida de nacimiento), los chinos nos perdonarán la deuda, los cubanos irán a otro destino y los venezolanos podremos bailar y cantar nuestras 960 horas, como dice el canal de Miami
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