El drama de la salud en nuestro país pasó a representar una tragedia; enfermarse hoy representa prácticamente una condena de muerte. Entre las estadísticas se hacen visibles los casos más famosos, gente del mundo del espectáculo que sufriendo una enfermedad ha tenido que recurrir a la solidaridad de la colectividad para conseguir medicinas. Las redes sociales por su parte están inundadas de miles de gritos anónimos de urgencia, venezolanos que no son cantantes o reconocidos periodistas pero que también elevan un mensaje desesperado pidiendo ayuda.
Esta semana alguien cercano me comentó lo que vive su familia tratando de conseguir un tratamiento para una quimioterapia. Su tío que venía de progresar favorablemente a la primera etapa de lucha contra el cáncer, ahora vive un criminal proceso de espera porque no consigue Mabthera y Cardioxane en ampollas para continuar su tratamiento. Su familia debe dividir el tiempo entre buscar medicinas y conseguir alimentos para comer. Las noches pasan entre lágrimas y oraciones, el daño físico y psicológico de esta familia nadie lo repara, cada día que pasa puede ser mortal en su proceso de recuperación. No hay dolientes en el Estado, pareciera que se tratara de acciones premeditadas.
Esta semana también salieron a la luz los casos de mortalidad infantil en varios hospitales de nuestro país, las cifras son alarmantes, criaturas que mueren porque falta desde el jabón líquido hasta los aparatos necesarios para mantener en resguardo a un recién nacido. En medio de tanta calamidad, el gobierno no detiene su compra de armas y aviones de guerra, conciertos y regalos para los aliados de la región.
La posición de la mal llamada “justicia” es una de las más vergonzosas, no pierden tiempo en cerrar filas con el madurismo y darle el visto bueno a todo lo que se les ocurre, pero cuando les tocó responder a dos medidas de protección en favor de los niños con cáncer, las negaron. Uno no puede entender hasta qué punto una persona pierde el sentido de humanidad solo por conservar privilegios económicos.
Si nos vamos a las causas de la actual crisis tenemos el doble de razones para indignarnos: sobrefacturación, mafias en la importación de medicinas y una absoluta negligencia en la totalidad de los ministros que han pasado por la cartera de salud.
Los crímenes de lesa humanidad no prescriben y quienes hoy son víctimas de un presidente que prefirió dejar morir a su pueblo para salvar su gobierno tendrán derecho de exigir reparaciones en un futuro no muy lejano. Cada decisión, cada declaración, cada acto administrativo tiene un nombre, tiene un rostro, después cuando llegue la hora de hacer justicia no digan que se trata de una venganza.
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