Friday, February 17, 2012

El booumerang de la infamia

En: http://www.noticierodigital.com/2012/02/el-boomerang-de-la-infamia/

Vladimiro Mujica

17 Febrero, 2012
Como quizás otros venezolanos, que como yo se resisten a cambiar su lugar de inscripción para poder estar en Venezuela en cada jornada electoral, yo viajé más de 10 horas el sábado 11 de febrero para votar en las primarias de la unidad del día siguiente. La ocasión era excepcional por lo que estaba en juego y no hubo decepción alguna. Una participación electoral sin precedentes en procesos de esta naturaleza evidenció lo que algunos de nosotros solamente nos habíamos atrevido a soñar: las primarias habían terminado por convertirse en un evento popular que desbordaba los límites de un acto interno de la oposición para convertirse en un verdadero tsunami de los indignados que, por un lado, le dio una victoria indiscutible a Henrique Capriles Radonski y, por el otro, nos mostró nuevamente que es posible derrotar electoralmente al chavismo extremista.
Tres días después de esa jornada de derrota al miedo y de respuesta a la soberbia oficialista, el chavismo, a través del TSJ y con la complicidad de un oscuro y supuestamente agraviado candidato a alcalde, admite un recurso de amparo ejercido por un individuo, lo transforma en una decisión que afecta a toda la colectividad, y ordena la suspensión de las acciones de destrucción de los materiales electorales a las que la MUD se había comprometido con los venezolanos.
Los cuadernos electorales contienen literalmente una lista certificada de opositores al régimen de la infamia en que se ha convertido el gobierno chavista. Su entrega al CNE, como lo prescribía la decisión del TSJ, equivalía de manera inequívoca a ceder mansamente los datos de partida para la construcción de una nueva lista de enemigos de la revolución, émulo de la tristemente célebre lista Tascón. Probablemente la reacción de las juntas electorales, y de valientes individuos que tomaron bajo su responsabilidad la incineración de los cuadernos para mantener el compromiso asumido por la MUD de proteger el secreto y la identidad de los votantes, bordea en el desacato a la autoridad judicial. Pero son buenos tiempos aquellos en que el acudir a los actos electorales se combina con actos de desobediencia civil para proteger los intereses superiores del pueblo.
Lo que ocurrió esta semana es quizás tan sólo un abrebocas de los tensos tiempos que están por venir entre hoy y la elección presidencial.
El descontrol y la soberbia que asoma por doquier en el campo oficialista, y que se evidenciaron desde el momento en que se conocieron los resultados de concurrencia a las primarias en los comentarios de Mario Silva en La Hojilla y posteriormente de Diosdado Cabello como vocero de PSUV, están muy bien fundamentados. La cifra de votantes excede con creces el umbral crítico que indica que la oposición democrática le puede ganar la elección presidencial al abanderado chavista que no es otro que el propio Chávez o un eventual ungido si la salud del Presidente le impide asumir el reto de la campaña.
Los intentos desesperados por convertir la espléndida jornada democrática del pasado domingo en un lodazal de mentiras y dimes y diretes, evidencian no solamente el miedo en el campo oficialista, sino la decisión de recurrir a las mayores vilezas para evitar ser desplazados del poder.
Pero la infamia de la maniobra legal para apoderarse de los cuadernos de las elecciones primarias puede revertirse como un boomerang en contra de sus ejecutores. Como bien señaló Capriles Radonski en su discurso de proclamación como candidato unitario, mientras más el gobierno atropelle a la gente mayor será la voluntad de esa misma gente para terminar con el mandato del régimen y mirar al futuro.
Pero el desespero chavista es de temer y hay que admitir sin reparos que estamos frente a gente que no tiene límites ni escrúpulo alguno en el ejercicio del poder para garantizarse su continuidad en el mismo.
La oposición democrática debe estar dispuesta a enfrentar escenarios de mucha tensión donde se pondrá a prueba su consistencia para mantener el curso electoral. El régimen ha demostrado estar dispuesto a usar magistralmente la carta del miedo bajo el argumento de que el único que puede servir de dique a una supuesta sed de venganza popular contra la “oligarquía” es Hugo Chávez. Muy probablemente más de esto vendrá y obligará a la oposición a considerar acciones populares que no se traduzcan en el incremento de la polarización, un acto de equilibrista que será muy complejo.
Cómo lo he sostenido en otras oportunidades, la derrota última y final de la revolución chavista será la reconciliación y la reunificación de Venezuela. Por paradójico que parezca hablar de derrota cuando se llama a la reconciliación, esta es una ambigüedad inevitable que persistirá en la dinámica política venezolana aun cuando no se la invoque directamente, porque el régimen tiene todo tipo de motivos para rehuir la reconciliación a la que reconoce como antípoda de la polarización que necesita para subsistir. La desesperación en el campo chavista, acompañada de la tentación por buscar salidas paraconstitucionales, aumentará su tono si nuevamente entra en juego el tema de la precaria salud del Presidente.
Tiempos difíciles que sin duda se avecinan y que pondrán a prueba la nueva fase de la unidad democrática, una que va a exigir de todos los sectores cerrar filas y proteger de manera activa al candidato de la Unidad. Por lo pronto este round crucial es nuestro y el boomerang de la infamia se enfila hacia su lanzador.

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