MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
sábado 18 de febrero de 2012 12:00 AM
La frenética reacción presidencial (en cadena nacional) acompañada de una infame campaña de guerra sucia desatada por los "tirapiedras" del régimen tras el resultado de las elecciones primarias organizadas por la Mesa de Unidad Democrática (demoledora la masiva-valiente participación ciudadana y contundente el triunfo de Capriles Radonski) deja claro, una vez más, que quien se autoproclama socialista, revolucionario y antiimperialista (y se cree la personificación de Simón Bolívar) sigue sin descifrar los mensajes que, por distintas vías y desde hace algún tiempo, le remite el soberano.
Tras 13 años en el poder, del cual ha hecho una potestad intransferible y omnímoda, que ejerce en forma despótica e inmoderada, además de pretender ostentarlo a perpetuidad, devino en un autócrata ególatra, pendenciero, manirroto, controlador, intervencionista, expropiador y engatusador. Quien llegó a Miraflores con el compromiso de atacar la corrupción y erradicar la pobreza (mientras freía en aceite las cabezas de los adecos) no solo incumplió ese juramento electoral (como lo ha hecho con otras muchas ofertas: ruta de la empanada, gallineros verticales, cultivos organopónicos, empresas de producción social, etc.), sino que durante su caótica, ineficiente y viciada regencia se agravaron dificultades y surgieron nuevas carencias que agobian a la población.
En lugar de centrar esfuerzos resolviendo los problemas heredados e invertir los miles de millones de dólares ingresados por concepto de renta petrolera en la creación de mejores condiciones de vida para los venezolanos, el déspota (hoy engorilado) despilfarró gran parte de esos recursos en viajes ostentosos, regalías a Cuba, Nicaragua, Bolivia y otros regímenes vividores, importando lo que dejó de producirse en el país debido a leyes y acciones suyas diseñadas exprofeso para menguar al empresariado nacional, subvencionando a monigotes y organizaciones ideológicamente afectas, comprando armas de guerra, entregando dádivas a un sector de la población a cambio de fidelidad y votos y expropiando para luego terminar subsidiando empresas que bajo su regencia se volvieron improductivas.
Nunca fue su propósito (como cacarea) dedicar horas y esfuerzo a la construcción de una sociedad democrática, plural, igualitaria, equitativa, pacífica, segura, próspera y desarrollada. Continúa gastando labia y energías (hasta comprometer su salud) en el empeño (frustrado y solitario) de implantar el anacrónico-fracasado modelo comunista cubano, cuyo rechazo se evidencia en la irreversible caída de su popularidad, lo que reflejan todas las encuestas, y como quedó patente con la elevada participación ciudadana en las primarias.
Tras 13 años en el poder, del cual ha hecho una potestad intransferible y omnímoda, que ejerce en forma despótica e inmoderada, además de pretender ostentarlo a perpetuidad, devino en un autócrata ególatra, pendenciero, manirroto, controlador, intervencionista, expropiador y engatusador. Quien llegó a Miraflores con el compromiso de atacar la corrupción y erradicar la pobreza (mientras freía en aceite las cabezas de los adecos) no solo incumplió ese juramento electoral (como lo ha hecho con otras muchas ofertas: ruta de la empanada, gallineros verticales, cultivos organopónicos, empresas de producción social, etc.), sino que durante su caótica, ineficiente y viciada regencia se agravaron dificultades y surgieron nuevas carencias que agobian a la población.
En lugar de centrar esfuerzos resolviendo los problemas heredados e invertir los miles de millones de dólares ingresados por concepto de renta petrolera en la creación de mejores condiciones de vida para los venezolanos, el déspota (hoy engorilado) despilfarró gran parte de esos recursos en viajes ostentosos, regalías a Cuba, Nicaragua, Bolivia y otros regímenes vividores, importando lo que dejó de producirse en el país debido a leyes y acciones suyas diseñadas exprofeso para menguar al empresariado nacional, subvencionando a monigotes y organizaciones ideológicamente afectas, comprando armas de guerra, entregando dádivas a un sector de la población a cambio de fidelidad y votos y expropiando para luego terminar subsidiando empresas que bajo su regencia se volvieron improductivas.
Nunca fue su propósito (como cacarea) dedicar horas y esfuerzo a la construcción de una sociedad democrática, plural, igualitaria, equitativa, pacífica, segura, próspera y desarrollada. Continúa gastando labia y energías (hasta comprometer su salud) en el empeño (frustrado y solitario) de implantar el anacrónico-fracasado modelo comunista cubano, cuyo rechazo se evidencia en la irreversible caída de su popularidad, lo que reflejan todas las encuestas, y como quedó patente con la elevada participación ciudadana en las primarias.
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