ADOLFO P. SALGUEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 29 de diciembre de 2012 12:00 AM
Tiempo para balance de lo ocurrido en el año que termina y proyecciones de cara al futuro. Dudamos seriamente que algún otro periodo de nuestra historia patria posterior al de la Guerra Federal haya sido más inconveniente en sus realizaciones ni más incierto en sus perspectivas.
El año que culmina ha sido testigo de los peores excesos institucionales, económicos y políticos en la medida en que -a juicio de quienes no compartimos el rumbo del país- las dificultades causadas por insistir en esquemas que han probado ser malos, se persiste en lograr resultados diferentes sin cambiar las variables.
En lo institucional resulta trágico constatar la desaparición del paradigma de la independencia y separación de los poderes públicos sometidos todos al Ejecutivo y este a su vez a la voluntad del caudillo además de que tal barbaridad se presente como un logro en lugar de confesarse como un error. De allí resultan situaciones que en el plano de la razonabilidad son aberrantes pese a que casi siempre resulten revestidas de un falso manto de legalidad democrática.
Casos como el de la juez Afiuni, los comisarios y demás efectivos de la Policía Metropolitana, el de los ejecutivos de Econoinvest, el abuso grosero del ventajismo electoral, la disposición sin contraloría alguna no solo del Tesoro Público sino de la capacidad de endeudamiento interna y externa, la destrucción de Pdvsa, la penetración ideológica y política de la Fuerza Armada, las dádivas a la chulocracia internacional, la renuncia a esquemas de integración (CAN) aprobados y funcionando, la entrada irregular en Mercosur, el apoyo a causas execradas por el mundo civilizado (Libia, Siria, Hamas, Hezbolah, FARC y pare de contar) todo ello nos coloca del lado incorrecto de la historia y definitivamente en el bando minoritario y perdedor aun cuando alguno que otro jugador haya sido o aún pueda ser reclutado.
Si a lo malo presente adicionamos las sombrías perspectivas que nos esperan a causa de la enfermedad del presidente, las cruciales decisiones que se difieren y las totalmente inconsultas que se tomarán, todo ello dentro de un marco de gobernabilidad inevitablemente comprometida por las luchas por el poder y el reacomodo de los actores que sin duda emergerán cuando el caudillo abandone las riendas; todo ello constituye el escenario de un año 2013 más que difícil para Venezuela.
¿Y los de la "alternativa democrática"? Primero tendremos que convencer que en efecto somos una alternativa y luego que también somos democráticos. Ello no ocurrió en las dos ocasiones electorales en que -aun dentro de la adversidad- hubo una oportunidad. Los traidores y los zamuros planificando lanzarse sobre los despojos tan pronto se dé la ocasión serán los que indiquen si se han "reinventado" o si esperan lograr resultados diferentes aplicando las mismas recetas. Esta crítica es igualmente válida para las "nuevas generaciones" de dirigentes que prometieron hacer una "nueva política" y ya a varios se les ve la tendencia a hacer vieja política con nuevas caras.
En este marco podremos desear un feliz y prospero 2013?
El año que culmina ha sido testigo de los peores excesos institucionales, económicos y políticos en la medida en que -a juicio de quienes no compartimos el rumbo del país- las dificultades causadas por insistir en esquemas que han probado ser malos, se persiste en lograr resultados diferentes sin cambiar las variables.
En lo institucional resulta trágico constatar la desaparición del paradigma de la independencia y separación de los poderes públicos sometidos todos al Ejecutivo y este a su vez a la voluntad del caudillo además de que tal barbaridad se presente como un logro en lugar de confesarse como un error. De allí resultan situaciones que en el plano de la razonabilidad son aberrantes pese a que casi siempre resulten revestidas de un falso manto de legalidad democrática.
Casos como el de la juez Afiuni, los comisarios y demás efectivos de la Policía Metropolitana, el de los ejecutivos de Econoinvest, el abuso grosero del ventajismo electoral, la disposición sin contraloría alguna no solo del Tesoro Público sino de la capacidad de endeudamiento interna y externa, la destrucción de Pdvsa, la penetración ideológica y política de la Fuerza Armada, las dádivas a la chulocracia internacional, la renuncia a esquemas de integración (CAN) aprobados y funcionando, la entrada irregular en Mercosur, el apoyo a causas execradas por el mundo civilizado (Libia, Siria, Hamas, Hezbolah, FARC y pare de contar) todo ello nos coloca del lado incorrecto de la historia y definitivamente en el bando minoritario y perdedor aun cuando alguno que otro jugador haya sido o aún pueda ser reclutado.
Si a lo malo presente adicionamos las sombrías perspectivas que nos esperan a causa de la enfermedad del presidente, las cruciales decisiones que se difieren y las totalmente inconsultas que se tomarán, todo ello dentro de un marco de gobernabilidad inevitablemente comprometida por las luchas por el poder y el reacomodo de los actores que sin duda emergerán cuando el caudillo abandone las riendas; todo ello constituye el escenario de un año 2013 más que difícil para Venezuela.
¿Y los de la "alternativa democrática"? Primero tendremos que convencer que en efecto somos una alternativa y luego que también somos democráticos. Ello no ocurrió en las dos ocasiones electorales en que -aun dentro de la adversidad- hubo una oportunidad. Los traidores y los zamuros planificando lanzarse sobre los despojos tan pronto se dé la ocasión serán los que indiquen si se han "reinventado" o si esperan lograr resultados diferentes aplicando las mismas recetas. Esta crítica es igualmente válida para las "nuevas generaciones" de dirigentes que prometieron hacer una "nueva política" y ya a varios se les ve la tendencia a hacer vieja política con nuevas caras.
En este marco podremos desear un feliz y prospero 2013?
No comments:
Post a Comment