THAYS PEÑALVER | EL UNIVERSAL
jueves 20 de diciembre de 2012 12:00 AM
Hace poco fui invitada al litoral por dos amigos de toda mi vida. Mientras almorzábamos observé de lejos una escena en la que tres niños jugaban y a uno de ellos se le pegó una avispa en el hombro. El niño con la avispa comenzó a gritar de pánico y a otro no se le ocurrió mejor idea que agarrar una gruesa rama para darle un palazo al temible insecto. "Dale, dale, quítamela" gritaba angustiado el niño sin reparar en el palazo que le atizarían en breve, lo importante era que la avispa no le picara, no la evidente fractura posterior. La locura terminó cuando el tercer niño, que se había quitado la chola acabó con la terrible amenaza, de la forma más simple posible.
Esa podría ser una perfecta alegoría de lo que le pasa a la oposición venezolana que es profundamente democrática (unos 3,8 millones) está activada en sus partidos políticos y educada políticamente. Se le pegó un parásito que es profundamente antidemocrático (unos 3 millones) y solo le importa que le quiten la avispa a como dé lugar. Lo lamentable es que este parásito, consolidado en el "antichavez...ismo" es el más activo de todos y nada menos que la "voz masa mediática" de la oposición. ¿Qué no me quitaste a Chávez? Me voy para la playa. ¿Qué me tengo que calar a Chávez 6 años más? Llámame en 5 años y 8 meses.
En contraparte "uno de los peores" errores del liderazgo opositor fue nada menos que cortejar a ese parásito sin reparar, que lo único que lo mueve es su feroz terror a la avispa, o en este caso su odio visceral a Chávez. Es una mayor minoría con la que Venezuela sencillamente no cuenta y que en vez de ser aislada, terminó nada menos que secuestrando al liderazgo opositor y lo que vendría posteriormente, hizo surgir líderes a su imagen y semejanza. ¿Quieres mi voto? Agarra la rama pues.
De esta forma la oposición, por culpa de ese parásito, terminó como diría George Santillana, viviendo "una infancia perpetua" y sin poder crecer. Así como es la mayor culpable de haber servido en bandeja de plata al adversario, las pocas instituciones que estaban en pie, haberse aventurado a salidas insólitas y la que nos ha llevado en 14 años a 14 derrotas seguidas, convirtiendo a la oposición en un clon tan arbitrario como su némesis y no pocas veces, más antidemocrática que su adversario.
Amigo lector, si quiere conocer cuál fue el parásito que dejó a Venezuela sumida en el rojorrojismo electoral no vea a los líderes, ni a los políticos, ni a los medios (que al final de cuentas son "medios") tiene que situarse al principio de esta etapa histórica. Son aquellos que gritaban ofuscados que los revolucionarios se estaban robando todo al llegar al poder y cuando los supuestos ladrones dejaron ese poder para debilitar a Chávez, ese mismo parásito les gritaba "valiente, valiente" y los hicieron nada menos que líderes de la oposición y sus voceros por un rato. Son los mismos que le gritaban valiente, valiente a los de Pdvsa, pero que le subían los vidrios del carro más tarde cuando vendían bolígrafos en los estacionamientos para subsistir, los que al no militar en democracia, ni en sus partidos porque no creen en nada, obligaron a la derecha, al centro, a los radicales y a la izquierda a unirse en un engendro antidemocrático. Los mismos que si alguien trataba de poner sindéresis o proponer alternativas distintas, era de inmediato tachado de chavista, porque a los ojos del niño con la avispa, el palo es más efectivo que la chola.
Pero les voy a echar un cuento. El más hermoso de todos. La verdadera oposición, la que quiere construir una Venezuela espectacular, yace bajo el yugo de ese parásito. Es una Venezuela que quiere echar hacia delante. Es hermosa, digna, pulcra, nunca tuvo la culpa de nada, ni sus líderes (salvo que fueron facilistas) y si no entendemos que hay un parásito que hay que extirpar (como una pulga) jamás podremos ir hacia delante.
Así es pues que ahora (si en realidad nos han informado bien) sucederá lo que expuse en mi artículo especial del martes (¿Un sucesor de Chávez en 60 días?) en la que se tendrán pocas esperanzas y gracias a esto, es que podremos finalmente comenzar una discusión democrática en la oposición. Porque ya está bueno de tanta estupidez, hablemos, discutamos, intercambiemos posibilidades, esforcémonos en comprender las salidas pero sobre todo entendamos que la culpa no yace en el chavismo, sino en nosotros mismos, que el problema no es quién gana, sino quién pierde, entendamos de una buena vez por todas que tenemos que arreglar nuestro carro chocado para que ande, que el autobús del progreso no es precisamente una cosa moderna, sino más bien una guagua. Y aprovechemos ahora, que por culpa del parásito la guagua, va en reversa.
Esa podría ser una perfecta alegoría de lo que le pasa a la oposición venezolana que es profundamente democrática (unos 3,8 millones) está activada en sus partidos políticos y educada políticamente. Se le pegó un parásito que es profundamente antidemocrático (unos 3 millones) y solo le importa que le quiten la avispa a como dé lugar. Lo lamentable es que este parásito, consolidado en el "antichavez...ismo" es el más activo de todos y nada menos que la "voz masa mediática" de la oposición. ¿Qué no me quitaste a Chávez? Me voy para la playa. ¿Qué me tengo que calar a Chávez 6 años más? Llámame en 5 años y 8 meses.
En contraparte "uno de los peores" errores del liderazgo opositor fue nada menos que cortejar a ese parásito sin reparar, que lo único que lo mueve es su feroz terror a la avispa, o en este caso su odio visceral a Chávez. Es una mayor minoría con la que Venezuela sencillamente no cuenta y que en vez de ser aislada, terminó nada menos que secuestrando al liderazgo opositor y lo que vendría posteriormente, hizo surgir líderes a su imagen y semejanza. ¿Quieres mi voto? Agarra la rama pues.
De esta forma la oposición, por culpa de ese parásito, terminó como diría George Santillana, viviendo "una infancia perpetua" y sin poder crecer. Así como es la mayor culpable de haber servido en bandeja de plata al adversario, las pocas instituciones que estaban en pie, haberse aventurado a salidas insólitas y la que nos ha llevado en 14 años a 14 derrotas seguidas, convirtiendo a la oposición en un clon tan arbitrario como su némesis y no pocas veces, más antidemocrática que su adversario.
Amigo lector, si quiere conocer cuál fue el parásito que dejó a Venezuela sumida en el rojorrojismo electoral no vea a los líderes, ni a los políticos, ni a los medios (que al final de cuentas son "medios") tiene que situarse al principio de esta etapa histórica. Son aquellos que gritaban ofuscados que los revolucionarios se estaban robando todo al llegar al poder y cuando los supuestos ladrones dejaron ese poder para debilitar a Chávez, ese mismo parásito les gritaba "valiente, valiente" y los hicieron nada menos que líderes de la oposición y sus voceros por un rato. Son los mismos que le gritaban valiente, valiente a los de Pdvsa, pero que le subían los vidrios del carro más tarde cuando vendían bolígrafos en los estacionamientos para subsistir, los que al no militar en democracia, ni en sus partidos porque no creen en nada, obligaron a la derecha, al centro, a los radicales y a la izquierda a unirse en un engendro antidemocrático. Los mismos que si alguien trataba de poner sindéresis o proponer alternativas distintas, era de inmediato tachado de chavista, porque a los ojos del niño con la avispa, el palo es más efectivo que la chola.
Pero les voy a echar un cuento. El más hermoso de todos. La verdadera oposición, la que quiere construir una Venezuela espectacular, yace bajo el yugo de ese parásito. Es una Venezuela que quiere echar hacia delante. Es hermosa, digna, pulcra, nunca tuvo la culpa de nada, ni sus líderes (salvo que fueron facilistas) y si no entendemos que hay un parásito que hay que extirpar (como una pulga) jamás podremos ir hacia delante.
Así es pues que ahora (si en realidad nos han informado bien) sucederá lo que expuse en mi artículo especial del martes (¿Un sucesor de Chávez en 60 días?) en la que se tendrán pocas esperanzas y gracias a esto, es que podremos finalmente comenzar una discusión democrática en la oposición. Porque ya está bueno de tanta estupidez, hablemos, discutamos, intercambiemos posibilidades, esforcémonos en comprender las salidas pero sobre todo entendamos que la culpa no yace en el chavismo, sino en nosotros mismos, que el problema no es quién gana, sino quién pierde, entendamos de una buena vez por todas que tenemos que arreglar nuestro carro chocado para que ande, que el autobús del progreso no es precisamente una cosa moderna, sino más bien una guagua. Y aprovechemos ahora, que por culpa del parásito la guagua, va en reversa.
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