FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 30 de diciembre de 2012 12:00 AM
No tengo la menor duda. El oficialismo intentará conservar el poder por cualquier medio, incluyendo un golpe de Estado. Es posible que intenten violar flagrantemente la Constitución Nacional utilizando alguna de las tantas triquiñuelas jurídicas de las que nos tienen acostumbrado o en caso de no ser posible ese camino, sencillamente utilizarán la fuerza de manera descarnada. La justificación ética es la de siempre: preservar la revolución, como si esa palabra pudiera justificar todos los abusos de poder a que la camarilla gobernante ha sometido a Venezuela desde que alcanzaron el poder. He llegado a esta conclusión después de analizar detalladamente un conjunto de hechos que han venido ocurriendo en estos días con motivo a la grave enfermedad que enfrenta Hugo Chávez.
El primer hecho, es la ausencia del presidente de la República. Nadie conoce con precisión el estado de salud de Hugo Chávez ni quién ejerce sus delicadas funciones, ya que el vicepresidente no se ha juramentado para ejercer funciones de encargado del Poder Ejecutivo. Esta situación tan delicada surge por no haberse declarado la ausencia temporal del jefe del Estado como lo establece la Constitución Nacional y es lo que obliga a Nicolás Maduro a mentirle, una vez más, a los venezolanos al decir que había conversado con Hugo Chávez:, por más de veinte minutos, sobre distintos problemas de gobierno. Todo el mundo sabe que si esto hubiese sido verdad, sus palabras habrían sido transmitidas, sin límite de tiempo, por Venezolana de Televisión y por Telesur.
El problema se agrava al finalizar el período presidencial el 10 de enero de 2013 y tener la obligación el presidente electo de la República de juramentarse para el nuevo período presidencial. Estoy convencido que Hugo Chávez no podrá hacerlo. No voy a entrar en disquisiciones jurídicas. El artículo 231 y 233 no requieren de interpretación alguna. El presidente electo debe juramentarse ante la Asamblea Nacional. Si por alguna razón no pudiese reunirse, el presidente electo se juramenta ante el Tribunal Supremo de Justicia. En todos los casos, el acto de juramentación debe realizarse en esa fecha con la presencia del presidente electo. De no hacerlo se encarga del Poder Ejecutivo el presidente de la Asamblea Nacional y se convoca a elecciones a los treinta días.
De todas maneras, el problema es político. El oficialismo controla suficientemente todas las instituciones para lograr que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia interprete esos artículos a su conveniencia. Esa es la verdad. Allí no está el problema. Al chavismo le preocupa que lo arbitrario de la decisión pudiese originar una gran protesta nacional. Convencidos de esta realidad, comisionaron a Diosdado Cabello para que, mediante una declaración, tratara de atemorizar a los sectores pacíficos de la oposición. No existe otra explicación para poder justificar una declaración tan imprudente: "el 10 de enero es un día como cualquiera. Si el presidente Chávez no está aquí será el TSJ. Esto lo vamos a defender rodilla en tierra, fusil al hombro y bayoneta calada".
No satisfecho con esta amenaza, consideraron necesario que hablara el ministro de la Defensa. El almirante Diego Molero Bellavia, mantuvo que: "ante una eventual ausencia de nuestro comandante en jefe, escenario que seguro estamos no va a presentarse, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ya sabe que hacer: estar completamente preparada en el sentido de continuar ideológicamente el camino trazado desde hace 14 años por el líder de la Revolución Bolivariana". El almirante Molero olvida que "la Fuerza Armada está al servicio exclusivo de la nación venezolana y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna". Por suerte, puedo dar fe de ello, una gran mayoría de los cuadros militares cumplirán cabalmente sus obligaciones constitucionales.
Definitivamente, Hugo Chávez no está en condiciones, ni físicas ni mentales, para ejercer la presidencia de la República por un nuevo período. Esta verdad la conocen perfectamente sus posibles herederos políticos. Yo llegué a pensar que el chavismo sin Chávez tendría la inteligencia de negociar una solución constitucional que permitiera un proceso electoral con todas las garantías para la oposición. Esa es la única manera de lograr preservar su vigencia política. Lamentablemente, empiezo a pensar que estaba equivocado. El enfrentamiento entre la logia militar del 4 de febrero y el sector marxista los está obligando a radicalizar posiciones. Creo que hasta llegan a pensar, por lo menos los de origen militar, que no es descartable ni la solución de un golpe de Estado.
El primer hecho, es la ausencia del presidente de la República. Nadie conoce con precisión el estado de salud de Hugo Chávez ni quién ejerce sus delicadas funciones, ya que el vicepresidente no se ha juramentado para ejercer funciones de encargado del Poder Ejecutivo. Esta situación tan delicada surge por no haberse declarado la ausencia temporal del jefe del Estado como lo establece la Constitución Nacional y es lo que obliga a Nicolás Maduro a mentirle, una vez más, a los venezolanos al decir que había conversado con Hugo Chávez:, por más de veinte minutos, sobre distintos problemas de gobierno. Todo el mundo sabe que si esto hubiese sido verdad, sus palabras habrían sido transmitidas, sin límite de tiempo, por Venezolana de Televisión y por Telesur.
El problema se agrava al finalizar el período presidencial el 10 de enero de 2013 y tener la obligación el presidente electo de la República de juramentarse para el nuevo período presidencial. Estoy convencido que Hugo Chávez no podrá hacerlo. No voy a entrar en disquisiciones jurídicas. El artículo 231 y 233 no requieren de interpretación alguna. El presidente electo debe juramentarse ante la Asamblea Nacional. Si por alguna razón no pudiese reunirse, el presidente electo se juramenta ante el Tribunal Supremo de Justicia. En todos los casos, el acto de juramentación debe realizarse en esa fecha con la presencia del presidente electo. De no hacerlo se encarga del Poder Ejecutivo el presidente de la Asamblea Nacional y se convoca a elecciones a los treinta días.
De todas maneras, el problema es político. El oficialismo controla suficientemente todas las instituciones para lograr que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia interprete esos artículos a su conveniencia. Esa es la verdad. Allí no está el problema. Al chavismo le preocupa que lo arbitrario de la decisión pudiese originar una gran protesta nacional. Convencidos de esta realidad, comisionaron a Diosdado Cabello para que, mediante una declaración, tratara de atemorizar a los sectores pacíficos de la oposición. No existe otra explicación para poder justificar una declaración tan imprudente: "el 10 de enero es un día como cualquiera. Si el presidente Chávez no está aquí será el TSJ. Esto lo vamos a defender rodilla en tierra, fusil al hombro y bayoneta calada".
No satisfecho con esta amenaza, consideraron necesario que hablara el ministro de la Defensa. El almirante Diego Molero Bellavia, mantuvo que: "ante una eventual ausencia de nuestro comandante en jefe, escenario que seguro estamos no va a presentarse, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ya sabe que hacer: estar completamente preparada en el sentido de continuar ideológicamente el camino trazado desde hace 14 años por el líder de la Revolución Bolivariana". El almirante Molero olvida que "la Fuerza Armada está al servicio exclusivo de la nación venezolana y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna". Por suerte, puedo dar fe de ello, una gran mayoría de los cuadros militares cumplirán cabalmente sus obligaciones constitucionales.
Definitivamente, Hugo Chávez no está en condiciones, ni físicas ni mentales, para ejercer la presidencia de la República por un nuevo período. Esta verdad la conocen perfectamente sus posibles herederos políticos. Yo llegué a pensar que el chavismo sin Chávez tendría la inteligencia de negociar una solución constitucional que permitiera un proceso electoral con todas las garantías para la oposición. Esa es la única manera de lograr preservar su vigencia política. Lamentablemente, empiezo a pensar que estaba equivocado. El enfrentamiento entre la logia militar del 4 de febrero y el sector marxista los está obligando a radicalizar posiciones. Creo que hasta llegan a pensar, por lo menos los de origen militar, que no es descartable ni la solución de un golpe de Estado.
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