Hernán Castillo
Si para algo han servido estos años de gobierno chavista, si es
que han servido para algo, ha sido para demostrar la ruina nacional que
son los militares gobernando. De tal manera que así como el TSJ,
violando la Constitución, autorizó a los militares a intervenir en el
activismo partidista; igualmente el TSJ debería excluir a los militares
de esa genérica “…participación activa en desarrollo nacional…” del
artículo 328.
Los militares no saben nada del desarrollo del país, y no tienen porque saberlo, ellos son formados y entrenados técnica y profesionalmente para las operaciones, bajo control civil, de la seguridad y defensa nacional. La definición del desarrollo le corresponde a la sociedad civil en su conjunto, no a los militares, como ha ocurrido durante este gobierno. La participación activa de los militares en el desarrollo nacional está en el especializado campo de la defensa militar de la soberanía, el territorio, la población, el orden público, y el combate contra las amenazas surgidas luego del final de la Guerra Fría, no más. Sin embargo, excepcionalmente uno que otro militar pudiera ser cooptado para el servicio público civil.
Los militares venezolanos tuvieron un teniente coronel del Ejército en la presidencia de la república; apoyo popular; abundancia de recursos naturales, financieros y humanos; abusiva intervención en la administración pública y las empresas del Estado; subordinación total de todos los poderes públicos al poder ejecutivo; hegemonía comunicacional, hasta un canal del televisión tienen; inexistencia absoluta de contraloría de los gastos del Estado en donde hasta fundaron un banco comercial propio; amplio apoyo comprado con petróleo en los organismos internacionales; heredaron de la República Civil una sociedad tolerante, igualitaria y libertaria, sin divisiones raciales y étnicas, sin problemas religiosos y culturales. Y no fueron capaces de solucionar uno solo de los crónicos problemas del pueblo, todos los agravaron. No le dejan a las futuras generaciones de venezolanos una obra de infraestructura física importante. Ni siquiera el problema de la seguridad pública y el tráfico de drogas han sido capaces de resolver. Al contrario, los militares en el gobierno han sido un vendaval de sangre, crímenes y penurias de todo tipo: la salud, la educación y los servicios públicos por el subsuelo; el comercio, la agricultura, la industria incluida la petrolera y Guayana y toda la actividad productiva en general destruida como nunca antes; la generación y distribución de electricidad y el agua potable y riego destruidas, al igual que las comunicaciones; cerca de la mitad de la fuerza de trabajo está entre la informalidad económica y el delito; la escasez de viviendas, medicamentos, artículos de consumo esenciales y en general escasez de todo tipo de productos y la inflación más alta del mundo dominan la economía; a lo cual se le suma la corrupción administrativa, en todas las áreas; la actividad cultural, intelectual, artística, la investigación científica e innovación tecnológica casi inexistentes y las universidades depauperadas.
Los militares venezolanos y la comparsita de civiles alabarderos que los siguen, con el apoyo de los parásitos cubanos castrocomunistas, han demostrado que son competentes en la violación de los Derechos Humanos y en la represión de la libertad de expresión del pensamiento; incluso llegaron al extremo de sacar a Venezuela de la Corte Interamericana. Por ejemplo, la dictadura militar de Pérez Jiménez básicamente lo que hizo fue reprimir las libertades civiles y unas pocas, pero grandes, construcciones en Caracas porque la Provincia del país la abandonaron completamente. Los gobiernos de los generales López Contreras y Medina Angarita apenas sirvieron para tratar de manipular una transición, luego de la muerte de Gómez, que el propio general Marcos Pérez Jiménez, entre otros, luego contribuyó a abortar. Y del dictador Juan Vicente Gómez, creador del Ejército Nacional, ni hablar. En conclusión, los militares en el gobierno históricamente han sido una de las causas del subdesarrollo y atraso de Venezuela. Son aislados y excepcionales los militares que individualmente han hecho alguna contribución importante al desarrollo nacional; pero como institución armada en conjunto, en el genérico y amplio campo del desarrollo nacional, han sido un completo fracaso, no sólo en Venezuela, sino en toda América Latina.
Finalmente, para sentar las bases definitivas del desarrollo nacional es vital la reforma militar, y principalmente matar el “Caballo de Troya” de la ideología pretoriana enquistada secularmente en la cultura militar venezolana; con esa espada de Damocles alzada sobre la sociedad civil venezolana resulta prácticamente imposible el desarrollo nacional.
Los militares no saben nada del desarrollo del país, y no tienen porque saberlo, ellos son formados y entrenados técnica y profesionalmente para las operaciones, bajo control civil, de la seguridad y defensa nacional. La definición del desarrollo le corresponde a la sociedad civil en su conjunto, no a los militares, como ha ocurrido durante este gobierno. La participación activa de los militares en el desarrollo nacional está en el especializado campo de la defensa militar de la soberanía, el territorio, la población, el orden público, y el combate contra las amenazas surgidas luego del final de la Guerra Fría, no más. Sin embargo, excepcionalmente uno que otro militar pudiera ser cooptado para el servicio público civil.
Los militares venezolanos tuvieron un teniente coronel del Ejército en la presidencia de la república; apoyo popular; abundancia de recursos naturales, financieros y humanos; abusiva intervención en la administración pública y las empresas del Estado; subordinación total de todos los poderes públicos al poder ejecutivo; hegemonía comunicacional, hasta un canal del televisión tienen; inexistencia absoluta de contraloría de los gastos del Estado en donde hasta fundaron un banco comercial propio; amplio apoyo comprado con petróleo en los organismos internacionales; heredaron de la República Civil una sociedad tolerante, igualitaria y libertaria, sin divisiones raciales y étnicas, sin problemas religiosos y culturales. Y no fueron capaces de solucionar uno solo de los crónicos problemas del pueblo, todos los agravaron. No le dejan a las futuras generaciones de venezolanos una obra de infraestructura física importante. Ni siquiera el problema de la seguridad pública y el tráfico de drogas han sido capaces de resolver. Al contrario, los militares en el gobierno han sido un vendaval de sangre, crímenes y penurias de todo tipo: la salud, la educación y los servicios públicos por el subsuelo; el comercio, la agricultura, la industria incluida la petrolera y Guayana y toda la actividad productiva en general destruida como nunca antes; la generación y distribución de electricidad y el agua potable y riego destruidas, al igual que las comunicaciones; cerca de la mitad de la fuerza de trabajo está entre la informalidad económica y el delito; la escasez de viviendas, medicamentos, artículos de consumo esenciales y en general escasez de todo tipo de productos y la inflación más alta del mundo dominan la economía; a lo cual se le suma la corrupción administrativa, en todas las áreas; la actividad cultural, intelectual, artística, la investigación científica e innovación tecnológica casi inexistentes y las universidades depauperadas.
Los militares venezolanos y la comparsita de civiles alabarderos que los siguen, con el apoyo de los parásitos cubanos castrocomunistas, han demostrado que son competentes en la violación de los Derechos Humanos y en la represión de la libertad de expresión del pensamiento; incluso llegaron al extremo de sacar a Venezuela de la Corte Interamericana. Por ejemplo, la dictadura militar de Pérez Jiménez básicamente lo que hizo fue reprimir las libertades civiles y unas pocas, pero grandes, construcciones en Caracas porque la Provincia del país la abandonaron completamente. Los gobiernos de los generales López Contreras y Medina Angarita apenas sirvieron para tratar de manipular una transición, luego de la muerte de Gómez, que el propio general Marcos Pérez Jiménez, entre otros, luego contribuyó a abortar. Y del dictador Juan Vicente Gómez, creador del Ejército Nacional, ni hablar. En conclusión, los militares en el gobierno históricamente han sido una de las causas del subdesarrollo y atraso de Venezuela. Son aislados y excepcionales los militares que individualmente han hecho alguna contribución importante al desarrollo nacional; pero como institución armada en conjunto, en el genérico y amplio campo del desarrollo nacional, han sido un completo fracaso, no sólo en Venezuela, sino en toda América Latina.
Finalmente, para sentar las bases definitivas del desarrollo nacional es vital la reforma militar, y principalmente matar el “Caballo de Troya” de la ideología pretoriana enquistada secularmente en la cultura militar venezolana; con esa espada de Damocles alzada sobre la sociedad civil venezolana resulta prácticamente imposible el desarrollo nacional.
@CastilloHernan
Prof. Hernán Castillo, Ph.D.
Universidad Simón Bolívar USB
No comments:
Post a Comment