En: http://www.lapatilla.com/site/2014/08/29/laureano-marquez-el-whisky-en-peligro/
Laureano Márquez
Fin de mundo. Eso se veía venir. Es horrible decir lo dije, pero lo
dije: el día que en Venezuela falle el whisky es porque efectivamente
estamos al borde de una tragedia de consecuencias impredecibles. El
whisky es lo más sagrado que tiene nuestra patria, al punto de que,
siendo productores de los mejores rones del planeta, nuestra bebida
nacional viene de Escocia. El whisky es el único punto de encuentro y de
consenso nacional. Si en la mesa de diálogo con el gobierno, en vez de
Minalba, hubiese estado Jhonny Walker, seguro que nadie se habría
ausentado (imperdonable falla estratégica).
El whisky le gusta a los militares y a los civiles, a los del
gobierno y a los de oposición, a los hampones y a la gente honesta, a
los ricos y a los pobres, a los trabajadores y a los desempleados, a los
buenos y a los malos. En los momentos de mayor gravedad nacional, el
escocés ha sido el compañero infaltable de todas las desolaciones, sin
él habría sido imposible asumir interminables madrugadas de derrota con
la mirada fija en la barandita del CNE.
Aquí nos hemos calado la falta la leche, que para comprar pañales
tengas que aportar la partida de nacimiento del defecante, que los
pacientes de diálisis o quimio tengan que padecer situaciones extremas
de ausencia de tratamiento en las que su vida corre peligro. Todo eso lo
hemos resistido con paciencia franciscana, con estoicismo espartano,
sin alarmarnos. Incluso el sistema biométrico, está bien, se acepta sin
aviso ni protesto. Ya veremos el alquiler de dedos o a los malandros
amputando índices, pero el whisky -¡santo Niño de la Cuchilla!- meterse
con el whisky si que es un acto de profunda irresponsabilidad política,
un auténtico atentado a la razón de ser de nuestra identidad, una ofensa
a la venezolanidad. De hecho hay un gesto que nos identifica en el
mundo entero: allí donde quiera que uno ve a un hombre revolviendo con
el dedo un whisky y chupándoselo luego, uno sabe que está en presencia
de un compatriota. Los venezolanos somos según la Gallup, el país más
inseguro del mundo mundial, eso no nos agobia, pero que hayamos dejado
de estar entre los 10 primeros consumidores de whisky del planeta, es
verdaderamente grave.
Ojo, sé que estoy tocando un tema muy delicado, no quiero causar
alarma colectiva, sino hacer un llamado a la conciencia gubernamental.
Que no se consiga eutirox, pase, pero el whisky señores del gobierno, el
día en que desaparezca el preciado licor, esto se derrumba. Fíjense que
en el pasado reciente, el finado, que no dejó títere con cabeza y que
incluso llegó a despotricar públicamente del destilado, nunca se atrevió
a hacer nada que pudiera dañar su distribución ni existencia.
Imagínense por un momento, que lo hubiese expropiado, como hizo con el
cemento, con la consiguiente desaparición del producto. Sin duda era un
profundo conocedor del alma nacional. Sobre sus debilidades y fortalezas
construyó su poder y él sabía que el whisky es sagrado.
Este es un llamado desgarrador. Ustedes son los más interesados en
garantizar la estabilidad. La cuenta regresiva del whisky ha comenzado.
Todavía están a punto de evitar la tragedia de su desaparición. Saquen
el oro de las bóvedas del Banco Central, si quieren y regálenselo a
Cuba, si les parece, pero guarden allí las únicas reservas que puede
garantizar nuestro futuro y vuestra permanencia en el poder. Si quieren
terminen de hundir al país, pero -¡por Dios!- salven el whisky.
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