SANTIAGO QUINTERO| EL UNIVERSAL
lunes 18 de agosto de 2014 12:00 AM
El 28 de junio de 1914 en Sarajevo, capital de la actual Bosnia-Herzegovina, anexada entonces por Austria-Hungría desde 1908, es asesinado al archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austrohúngara, cuyo gobierno solicitó extender la investigación del hecho en territorio serbio, petición a la que no cedería el estado balcánico, que a su vez gozaba del amparo de la Triple Entente conformada en 1907 por Francia, Inglaterra y Rusia, en particular de esta última para la cual constituía parte esencial de sus intereses geopolíticos. El affaire, sería el detonante diplomático de la Primera Guerra Mundial, debido a que el imperio austro-húngaro a su vez era parte de la Triple Alianza que conformaba conjuntamente con Alemania e Italia desde 1882. El 28 de julio de 1914, el imperio austrohúngaro le declara la guerra a Serbia, ante lo cual se moviliza Rusia el 29 de julio y en forma casi simultánea, Alemania le declara la guerra y luego a Francia. A diferencia de los conflictos anteriores, la Primera Guerra Mundial fue el primer conflicto globalizado del mundo, donde tanto los protagonistas activos como los neutrales, jugaban un papel importante en el complicado tablero del ajedrez estratégico del Globo.
La guerra se creía en primer lugar rápida. Cada bando presumía tener una tecnología superior al otro. Por ello la primera etapa, la guerra de movimientos, reveló esa creencia. Pero inmediatamente se despertó a la realidad, cuando las trincheras fijaron agotadores combates en la que fueron usados los gases para exterminar. Las condiciones sanitarias y humanas para los soldados eran muy crudas y las bajas elevadísimas. De aquellas cárcavas insalubres surgió la indefensión de toda Europa frente a la gripe española de 1918, que mató a 55 millones de personas, más de 5 veces los muertos directos del conflicto bélico.
La gran enseñanza de la Primera Guerra, no fue asimilada al término de ésta y aún hoy no se aprende su palmaria lección. La historia oficial nos dice que los Aliados de la Entente la ganaron y que los de la Triple la perdieron. Pero la cruda realidad es que Europa la perdió como entidad y como cultura. Toda guerra que se efectúa en un territorio determinado lo empobrece y envilece. La Europa "victoriosa" y la Europa "derrotada" acumulaban pérdidas económicas y humanas: 186.000 millones de dólares perdieron los países beligerantes, a la par de 10 millones de vidas (contabilizadas en cuerpos), 21 millones de heridos y ocho millones de desaparecidos. Un total aproximado de 40 millones de bajas y todas sus familias desgarradas con sus pérdidas. Sus grandes imperios se desmoronaron, sus gobiernos se hicieron inestables y las condiciones extremas exigidas a Alemania trajeron como consecuencia la Segunda Guerra. ¿Qué hizo la Sociedad de Naciones para evitar la Segunda Conflagración Mundial? ¿Qué hicieron luego las Naciones Unidas para evitar el rosario de conflictos bélicos que siguieron a la Segunda Guerra? ¿Por qué no hubo ayuda a las excolonias que tanto perdieron en el conflicto? Pareciera que el mundo sigue viviendo la paz armada que ocasionó la Gran Guerra, porque nadie quiere cerrarle la puerta a la producción de armas que tarde o temprano generará el próximo holocausto. O pensamos de verdad en la Vida como compromiso, o estamos trabajando realmente para promover la muerte. Y allí no hay valor, incluso para los "valientes".
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