Wednesday, August 20, 2014

Sentados a la mesa

En: http://www.noticierodigital.com/2014/08/sentados-a-la-mesa/

Charito Rojas


20 Agosto, 2014

“Yo no condeno ningún método de lucha, Venezuela no puede esperar las elecciones del 2019 porque sería un error que le causaría un serio daño al país”.
Pompeyo Márquez, ( 1922-) político venezolano de izquierda, ex guerrillero, parlamentario, ministro y diplomático. Fundador del MAS.

 


La revolución bolivariana, el chavismo, el socialismo del siglo XXI y todas esas babosadas inventadas por el finado para motivar a su secta a seguirle ciegamente por el barranco que lanzó al país, están finalmente tocando fondo.

El inmenso capital petrolero ha sido derrochado y saqueado; el pueblo, sometido a la esclavitud del pensamiento; los profesionales, despreciados y eyectados fuera de las fronteras; cualquier plaga que pueda afectar a una sociedad (inseguridad, corrupción, desvalorización, carencias fundamentales) está presente en la Venezuela de los herederos del comandante.

Sabemos que algo llega a su fin cuando se torna inviable, invivible por donde quiera que se le mire. Ya los venezolanos están expresando abiertamente el hastío y la impaciencia por tantos inconvenientes para sobrevivir. Cuando el día a día se convierte en una lucha contra adversidades domésticas, cuando se compra lo que haya y no lo que se quiere, cuando el régimen decide lo que leemos, vemos, oímos, dónde y cuándo viajar, cuántos dólares puede tener, cuánto ganar y qué puede hacer o no, se siente la esclavitud ancestral, el sometimiento al fuete del amo, la pérdida de las libertades fundamentales.

Sentir esto ocasiona reacciones diversas que van desde el “me quiero ir de esta m…” hasta la más profunda depresión, pasando por el desengaño, la impotencia, la rabia y hasta la resignación. Por primera vez, vemos a una población tradicionalmente optimista (“no vale, yo no creo”) dar paso a la tristeza y a la ansiedad.

Este cúmulo de emociones encontradas conducen a la búsqueda de salidas. Y no todos pensamos igual ni actuamos idéntico. Aunque la mayoría de los venezolanos quiera lo mismo -salir de un gobierno maula para volver a ser tan felices como no lo sabíamos- el camino elegido para esa búsqueda no necesariamente es el mismo.

Lo que antes era oposición política al régimen se ha convertido en una masa sin color partidista que solo busca hacer “algo” que saque al país y a la sociedad de este marasmo sin aparente salida. La MUD, esa coordinadora de organizaciones políticas que armó un proyecto país para ser presentado electoralmente, que organizó campañas electorales opositoras por primera vez con éxito en este período revolucionario, que llevó al candidato Henrique Capriles por el camino acertado que movió multitudes y sembró esperanza, ha cumplido el importante rol de articular en un solo frente opositor.

Sin embargo, la oposición venezolana en su inmensa mayoría no es política ni entiende los juegos del poder. Y la exasperante situación lleva a la crítica implacable que nada aporta a la única alternativa de éxito frente a un oficialismo monolítico: la UNIDAD.

En anteriores columnas he reiterado que cualquier acción a favor de la democracia es válida, que las luchas hay que apoyarlas, que la unión entre los demócratas es indispensable, que es momento de la tolerancia generosa, del reconocimiento de las diferencias. Porque estamos luchando contra la intolerancia, contra el pensamiento único, contra una sola voz, así que no se puede aplicar lo mismo que se combate.

Todos los líderes de la oposición juegan un papel importante. Sus formas de lucha deben ser al menos respetadas. Ya conocemos las opiniones de Capriles, un líder con visión de estado, que detesta el cuerpo a cuerpo, las escaramuzas y las inmolaciones. Conocemos a Antonio Ledezma, cuya formación adeca lo lleva a hacer la síntesis perfecta de diversas formas de lucha, prefiriendo la frontal pero con la palabra exacta para fomentar la unión. Leopoldo López es la fuerza de la acción, la visión descarnada y dura de la realidad, el arrojo y el sacrificio. María Corina Machado es la fe, la proyección de la Venezuela que queremos absolutamente todos los venezolanos, una luchadora incansable que recorre con la misma soltura escenarios internacionales y barrios plagados de chavistas. Hay líderes que son faro guía, señaladores de caminos y opiniones, como Ramón Guillermo Aveledo, Andrés Velázquez, Diego Arria. Otros acicatean la opinión pública y plantean la necesaria polémica que despierta conciencias, como Henry Ramos Allup.

La oposición democrática tiene líderes que, salvo palabras más o menos, se han respetado entre sí. Tiene una mesa de la Unidad que está renovando sus planteamientos, ampliando su alcance. Tiene corrientes de acción de calle, corrientes de evangelización en barrios, corrientes de denuncias en todas las instancias. Ahora María Corina Machado lanza una propuesta de un Congreso de Ciudadanos, que serviría de plataforma de unidad e intercambio entre factores que traspasan el campo político y busca a los líderes sociales. La apoyo, igual que apoyo a la MUD, a Capriles, a López y a quienes luchan contra este régimen inepto y opresor. La oposición debe ser incluyente, todos caben, a todos los necesitamos.

Las iniciativas y propuestas, que impliquen dar a los ciudadanos un campo de acción, de palabra, de organización, para lograr el fin de un mejor país, deben ser apoyadas. Aquí no sobra ningún venezolano ansioso de hacer algo que contribuya a encontrar la luz al final de este oscuro túnel de la revolución.

Las mezquindades, críticas y exclusiones deberían ser características solo de quienes han destruido Venezuela en 15 años de pésimo gobierno. Si queremos un mejor país, hay que ser mejores que ellos. Así que bienvenido el Congreso Ciudadano, bienvenida la organización de la MUD, bienvenido Capriles y sus recorridos por el país. Ellos tienen el valor y la voluntad de, pese a las ácidas críticas de su misma gente, seguir adelante. Unidos todos, serán invencibles

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