Jesús Petid da Costa
25 Agosto, 2014
25 Agosto, 2014
No era Estados Unidos la superpotencia mundial que es hoy, sino apenas una potencia continental, el país más poderoso del continente americano, cuando formuló la “Doctrina Monroe” que se resume en el lema “América para los americanos”. Lo hizo en 1823, cuando ya todos los países de habla española se habían independizado, con la excepción de Cuba y Puerto Rico.
En virtud de la “Doctrina Monroe” cualquier intervención de los estados europeos en América sería considerada un acto de agresión que requería la intervención de los Estados Unidos. Evidentemente la finalidad era evitar la presencia de potencias extranjeras en América que pusiese en peligro la seguridad nacional de aquel país, amenazándolos con guerra. No había intención altruista, desde luego, que nunca debemos esperar en relaciones internacionales, pero, sin duda, fue útil para que Cuba y Puerto Rico se independizasen de España y para ponerle fin al bloqueo de los puertos venezolanos por navíos de guerra extranjeros como medio de presión para exigir el pago de la deuda pública externa. Así salvó a Venezuela.
La “Doctrina Monroe”, que era eminentemente defensiva, fue desvirtuada en 1904, para transformarla en intervencionista, sirviéndole así al imperialismo estadounidense en expansión. A esta alteración sustancial, presentada como una enmienda, se la conoce como “Corolario Roosevelt”. Fue formulado en 1904, una vez que las potencias europeas (Alemania, Inglaterra e Italia) habían hecho el bloqueo naval a Venezuela (1902-1903), el cual fue levantado bajo presión del mismo Teodoro Roosevelt para someter las partes a un arbitraje. En esta enmienda se afirmaba, que si un país latinoamericano y del Caribe situado bajo la influencia de los EE.UU. amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno de EE.UU. estaba obligado a intervenir en los asuntos internos del país “desquiciado” para reordenarlo, restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus empresas. Como se ve el interés era propio de la etapa imperialista del capitalismo, que consideraba a los países latinoamericanos como “patio trasero”. El “Corolario Roosevelt” no fue aplicado a Venezuela, la cual nunca ha sido invadida ni ocupada por EE UU.
La crisis financiera mundial, que comenzó en 1929, trajo como consecuencia política la emergencia del nazi-fascismo. Ante este peligro, Franklin Roosevelt, presidente de EE UU, enunció en 1933, año en que Hitler tomó el poder iniciando el expansionismo de Alemania, la “Doctrina del Buen Vecino” en las relaciones interamericanas. Tenía por finalidad impedir la presencia de las potencias del eje (Alemania, Italia y Japón) en América, invocando la solidaridad hemisférica para la defensa y seguridad continental. Logró su objetivo: ningún país de América se sumó al nazifascismo, ni tuvo gobierno títere del Eje. Aún más, Venezuela pudo haberse beneficiado de la ocupación alemana de Holanda, ocupando las Antillas Holandesas (Curazao, Aruba y Bonaire) e incorporándolas al territorio nacional, para lo cual contaba con el apoyo de EE UU, pero se abstuvo por la idiotez característica de sus gobiernos en las relaciones internacionales. En cambio, perdimos la Guajira y los llanos de Casanare, así como el Esequibo, en lugar de aprovechar la necesidad que tenía EE UU de nuestro petróleo en la guerra mundial para conseguir con su apoyo la invalidación de los arbitrajes que nos perjudicaron.
Terminada la segunda guerra mundial, cambió la política de EE UU para América Latina. Su objetivo fundamental fue impedir la presencia de la URSS en el continente, lo cual implicaba una postura anticomunista que se llamó de Seguridad Regional. A la OEA se le asignó la vigilancia a fin de garantizar que no hubiese gobierno comunista. Sirvió en Venezuela para justificar el golpe militar de 1948 y la dictadura militar de diez años (1948-1958). Y, posteriormente, restablecida la democracia, se la construyó excluyendo a los comunistas (Pacto de Punto Fijo) y combatiendo la invasión comunista cubana (Machurucuto) y sus apéndices guerrilleros. Con el apoyo de EE UU y de todas las democracias americanas, Venezuela consiguió la expulsión de Cuba del seno de la OEA como sanción por sus agresiones contra nuestro país.
Con vista de estos antecedentes, deberíamos contar con EE UU, pero no ha sido así hasta ahora. ¿Por qué? Trataré de responder en la próxima.
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