Wednesday, August 31, 2016

La procesión de los militares el 1S

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El 1° de septiembre el pueblo saldrá a la calle. El gobierno y sus colectivos armados tratarán de provocar a la oposición para arrastrarla a la violencia. ¿Y los militares? ¿Qué harán los militares que se autocalifican como socialistas y chavistas?: ¿Reprimirán, garantizarán la paz, o serán indiferentes?
El país se prepara para defender sus derechos en una manifestación democrática. Pero en este preciso momento las Fuerzas Armadas venezolanas son sacudidas por una profunda crisis existencial. El 1° de septiembre muchos militares, aunque quisieran, no podrán salir a manifestar su descontento públicamente. Para ellos la procesión va por dentro.
La estructura piramidal de las Fuerzas Armadas determina que los generales y oficiales superiores de la cúpula estén mejor enchufados a los beneficios y las prebendas del régimen. Sin embargo, en la base de la pirámide, para los oficiales de rangos medios y la base a nivel de soldado y tropa, esos beneficios son inexistentes. Estos militares de abajo se parecen más al resto de la sociedad que sufre las mismas privaciones y precariedades. Son los militares que, desafiando los radiogramas, se atrevieron a firmar por el revocatorio y no retiraron sus firmas.
Es una tragedia para un militar profesional tratar de conciliar la retórica del régimen con la realidad: ¿cuál es el sentido de ser un militar socialista, chavista y antiimperialista si regresa a su casa y ve a su familia, literalmente, pasando hambre? ¿Si observa cómo los jerarcas civiles y militares del régimen se enriquecen en nombre de la revolución? ¿O cuando lo asalta la impotencia ante la entrega incondicional del arco minero del Orinoco? Realmente, ¿es posible ser un militar socialista, chavista y antiimperialista, todo al mismo tiempo?
Esa contradicción solo puede ser resuelta en un acto definitivo y profundo de reflexión. Esto es un calvario para los militares venezolanos, como el de Jesús de Nazaret, donde se da esa inevitable lucha interna de opuestos. Es el viacrucis entre seguir órdenes injustas y absurdas o abrazarse al imperio de la ley y la justicia.
Los altos mandos de la Fuerzas Armadas no son ajenos a este drama. Ellos mismos lo sufren con diferente intensidad, y por eso su reacción es más pragmática y calculada. Abajo, a nivel de la tropa, la respuesta es diferente y siempre tiende a parecerse al resto de la sociedad. Por eso, el Alto Mando Militar y, en especial, el general Vladimir Padrino López como cabeza del Ceofan han sido milimétricamente cuidadosos en la forma de manejar este conflicto existencial en el interior de las FANB.
A propósito de la marcha del 1° de septiembre, con muy fino y delicado bisturí de diamante, el general Padrino López aseguró que “el pueblo tiene derecho y la garantía constitucional de protestar”. Otros altos militares han dicho que las Fuerzas Armadas vigilarán la marcha para evitar alteraciones del orden público. Estas declaraciones se apartan discretamente del discurso oficialista que llama a impedir abiertamente la marcha y declararla ilegal.
No nos llamemos a engaño. Padrino López no está suavizando su posición política. Si por él fuese mandaría a reprimir abiertamente la manifestación del 1° de septiembre para complacer a Maduro. Pero no puede hacerlo. No con la actual crisis de identidad que tienen las Fuerzas Armadas, y que él conoce perfectamente. Intentarlo sería correr el grave riesgo de dar una orden que podría ser ampliamente desacatada por la tropa.
Las palabras y los mensajes de Padrino López reconocen la delicada situación que hay en las Fuerzas Armadas. No porque haya el riesgo de un levantamiento militar contra el gobierno. El temor es que los militares expresen sus simpatías por la oposición bajando sus armas frente al pueblo en un momento crucial, definitivo, como el 1° de septiembre.
Mientras ese día el pueblo llenará las calles para protestar contra un gobierno que indolentemente ha empobrecido el país, los militares tendrán su procesión por dentro. Será una catarsis discreta, silenciosa y liberadora para quienes quieran superar la contradicción de ser ejército del pueblo y disparar contra él al mismo tiempo. Los militares que quieran reconciliar esas angustias existenciales tendrán ese día muchas oportunidades para redimirse. No usar sus armas contra el pueblo es solo una de ellas.

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