Saturday, August 27, 2016

Una expresión de estulticia económica

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Los revolucionarios que al día de hoy nos gobiernan se llenan la boca diciendo que trabajan por el bienestar de los pobres, cuando en realidad las políticas que aplican para tan loable propósito perjudican, cada vez más, a los que dicen que quieren ayudar y favorecen descaradamente a los que más tienen. Sobre los perjuicios que nos causan el control de precios, el régimen de control de cambios y el financiamiento monetario del Banco Central de Venezuela, hemos escrito en varias oportunidades. En esta ocasión quiero referirme, con las limitaciones que un espacio como este impone, a la infame política de tasas de interés aplicada por el Gobierno a la banca y demás instituciones financieras, a través de la servil actuación del BCV.
Es de larga data la absurda regulación que lleva a cabo la antes mencionada “institución autónoma”, en relación con las tasas de interés que debe aplicar la banca nacional en sus operaciones activas y pasivas. (Una precisión para los que no manejan el tema: las tasas activas son las que cobran las referidas entidades cuando otorgan préstamos a sus clientes; las pasivas, por el contrario, son las que pagan las mismas cuando captan fondos del público por la vía de cuentas de ahorro, depósitos a plazo fijo o cuentas corrientes remuneradas). Pues bien, para la fecha en que escribimos el presente artículo, la política aplicada por el BCV pone de manifiesto que la tasa de interés activa anual promedio que cobran los 6 principales bancos comerciales del país se ubica en el 21,64%, mientras que la pasiva que pagan por los depósitos a plazo a 90 días y los depósitos de ahorro es de 14,95% y 12,64%, respectivamente.
Esa práctica se escenifica en un contexto donde la inflación del año pasado se ubicó en 270,2% (un nivel substancialmente superior al alcanzado por países devastados por la guerra, como fue el caso de Sudán del Sur, Ucrania y Siria, cuyas inflaciones fueron de 100%, 43,0% y 39,7%, respectivamente, según los índices elaborados por el Banco Mundial y la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo), y se habla de una inflación de 850% para el presente año. Como resultado de ello,  las tasas para las operaciones activas y pasivas que fija el BCV conducen a la aplicación de unos porcentajes ajenos a la realidad económica y financiera, que claramente benefician a los tomadores de préstamos que más capacidad de pago tienen, o sea, los más ricos. ¡Increíble pero cierto!
Con tan alta inflación, la política en cuestión pone de manifiesto que es una soberana locura ahorrar en este país, mientras que pedir prestado a mediano y largo plazo para invertir es un negocio redondo. De allí que el simple sentido común recomienda, a los que más ingresos tienen, endeudarse al máximo para pagar los créditos con dinero devaluado; y, a los que menos dinero perciben, deshacerse de los bolívares que reciben, lo más rápido que se pueda, anticipando las compras de bienes durables o para el consumo personal.
De modo que el llamado que no hace mucho hizo la señora ministro del Poder Popular para la Salud, con el fin de que nos cepillemos solo una vez al día para así reducir la demanda de la pasta dental, es de una irracionalidad económica supina, además de antihigiénico. Lo saludable es cepillarnos inmediatamente después de cada comida y acumular también, en la medida de lo posible, tubos de pasta dental para el futuro; no solo para anticiparnos a una mayor escasez, sino para evitar los elevados costos más adelante. A ese respecto, amigo lector de la clase media y trabajadora, simplemente compare el precio de ese producto hace unos meses y el de ahora, para convencerse de lo que aquí decimos.
Nuestra moneda vale cada día menos y el más patente reflejo de esa realidad es el macilento poder de compra que tiene nuestro billete de mayor denominación. De igual manera están devaluados el Gobierno y sus instituciones, lo que claramente se refleja en las últimas encuestas. Ya los cantos de sirena del régimen se pierden entre la inmensa mayoría de la población desencantada. Aunque hablen con insistencia de “guerra económica” y otras pretensiones fastidiosas, ya nadie les cree la necedad. En el campo de la economía y las finanzas nuestros gobernantes son estultos rampantes.
@EddyReyesT

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