Daniel Lozano. La Nación
El
chavismo sabe que no sólo Nicolás Maduro perdería el poder: su caída
arrastraría a casi todos los dirigentes y cargos del proceso
bolivariano.
"La
revolución está dispuesta a lo que sea para mantener el poder",
concluye Luis Salamanca, politólogo y ex rector del Consejo Nacional
Electoral (CNE).
La
ecuación que se abre entonces, en vísperas de la protesta bautizada
como la "Toma de Caracas", tiene múltiples combinaciones. De celebrarse
el revocatorio en 2017 y recibir Maduro más de 7,5 millones de votos en
contra, sería el "dedazo" del hijo de Chávez, como si se tratase del PRI
mexicano del siglo XX, el encargado de elegir al vicepresidente que se
envestiría de inmediato como presidente.
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Maduro se endurece para frenar la "Toma de Caracas"
Los
aspirantes al trono bolivariano rozan la decena, por muy descabellado
que parezca ante la crisis económica y social que devora a Venezuela.
Empezando por Diosdado Cabello, jefe militar de la revolución, uno de
los personajes menos populares del país y que además ha perdido varias
elecciones en las que ha participado. El ahora diputado es el que más
ausencias acumula en la Asamblea, concentrado en el control político del
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y en la presentación de
"Con el mazo dando", un "programa de variedades", como le reprochó el
influyente articulista Toby Valderrama, chavista crítico.
Y
siguiendo por el general Miguel Rodríguez Torres, compañero de armas
del "comandante supremo" que representa el ala más nacionalista del
mismo ejército y que ha criticado con profundidad la falta de liderazgo
de Maduro. Tareck Al Aissami, gobernador de Aragua y cercano a Maduro,
también se cree capaz de liderar a una renovada revolución, pero tiene
en contra las acusaciones que llegan desde Estados Unidos, donde lo
involucran con negocios sucios y narcotráfico. "Los tres tienen
aspiraciones presidenciales", confirmó al sitio El Estímulo Juan
Barreto, ex alcalde mayor de Caracas y líder de Redes, partido que forma
parte de la alianza revolucionaria.
Buena parte de estos aspirantes sueñan en la intimidad con la salida de Maduro, aunque nunca lo dirán públicamente.
"El chavismo no está para experimentos. El mejor escenario para la
revolución en general es que la oposición se desmovilice en 2017 y
Maduro no sea revocado. Es una jugada muy arriesgada [dejar caer a
Maduro], porque el presidente es el eje del modelo. Una derrota
contundente debilitaría mucho a los que quieran llegar a las
presidenciales de 2018", añade Salamanca.
Los
estudios sociológicos confirman que el chavismo ha pasado del 70% de
popularidad antes de la reelección de Chávez en 2006 hasta el 25% que
mantiene a duras penas en la actualidad.
"De
caer, Maduro exigiría un madurista de su confianza", apuesta Salamanca,
lo que sitúa en la parrilla de salida a dos presidenciables más: la
"primera combatiente revolucionaria", Cilia Flores, y al vicepresidente
Aristóbulo Istúriz. La imposición de la mujer del presidente, que
también encabezó el Poder Legislativo y es un peso pesado en el sector
civilista del PSUV, situaría a Maduro ante una reformulación de la
"estrategia Underwood", tantas veces usada en América latina, la última
por Daniel Ortega en Nicaragua.
Istúriz,
en cambio, perdió pisada en los últimos meses ante el empuje del
ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, al que muchos consideran el
gran tapado tras ser designado máximo responsable de la Gran Misión
Abastecimiento Soberano. Todos los ministros deben rendir cuentas al
general superministro, como si se trataran de oficiales de su batallón.
La
quiniela de candidatos se amplía para 2018. Los que más añoran al
fallecido líder creen que una de sus hijas, María Gabriela Chávez,
aglutina parte de las virtudes de su padre. La joven, actualmente
segunda embajadora venezolana en Naciones Unidas, evita situaciones
públicas más allá de los homenajes a su padre.
Otro
joven con aspiraciones es Héctor Rodríguez, actual jefe de la bancada
chavista en la Asamblea, también cercano a Maduro. Un grupo de
empresarios "boliburgueses" también cree en sus posibilidades y ha
decidido apostar por él para el futuro, señalaron fuentes diplomáticas.
¿Cuál
es la esperanza de vida del chavismo más allá de su creador y de
Maduro? "Nosotros no creemos que se acabe. Ciertamente, Maduro es
endeble y el recambio se producirá pronto", señala César Romero,
dirigente de Marea Socialista, que aglutina a parte de los críticos al
madurismo. "Aquellos sectores que nos identificamos como chavistas no
vamos a desaparecer", augura Romero, que concluye: "El chavismo es un
proyecto de modelo de país".
"El
chavismo está sentenciado. Mientras más tarde en irse, menos chance
tiene de volver", augura la analista Luz Mely Reyes, de las mejor
informadas en Venezuela. "Si el chavismo es parte de la ecuación del
cambio, creo que tiene posibilidad importante de sobrevivir y de
convertirse en una fuerza democrática que en el futuro pueda tener
posibilidades", sentencia Edgard Gutiérrez, director del Venebarómetro.
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