Hasta cuándo tanta cobardía?
ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL
miércoles 15 de diciembre de 2010 04:21 PM
Brazos cruzados con evidentes signos de abatimiento. La mirada extraviada, buscando un atajo en donde ocultar su temor ante las represalias. Millones de ciudadanos venezolanos prefieren dejarse robar los sueños, que luchar en buena lid democrática; para procurar inmovilizar la invasión totalitaria, que nos arrastra hasta el fondo del precipicio. Son miles los agentes cubanos, estrategas iraníes y todo un cúmulo de mercenarios, que trabajan desde el anonimato para sustraer todas nuestras riquezas que servirán para fortalecer el proceso comunista que impulsan con todas las fuerzas del descaro. La chequera nacional financia a grupos de extrema izquierda, son los elementos ocultos que actúan tras bastidores, su rabia por la sociedades libres hacen que sus actividades sean cada día más violentas.
En Venezuela gobierna Fidel Castro. Las guarniciones y puestos claves del Estado venezolano están penetrados por los intereses de una república extranjera. Jamás habíamos arrastrado nuestros principios soberanos de manera tan impúdica, convertidos en jarrones de decoración, de un tirano octogenario con ganas de seguir viviendo de las cuentas de otros; el régimen cubano es una gigantesca mentira. Todo su muestrario cincuentenario está podrido, lleno del estiércol de los años que no perdonan tanta ineficacia acumulada. Es tan malo el Gobierno de Hugo Chávez, que buscó como aliado, al régimen que anda como un pordiosero pidiendo limosnas en cualquier escenario en donde son invitados, más como criaturas disecadas de museos escolares, que de un ejemplo a seguir para alguien con alguna décima de racionalidad. La administración antillana es simplemente el último dinosaurio con vida, un terodáctilo con la particularidad de haber aprendido a alimentarse exclusivamente con el petróleo venezolano. El viscoso hidrocarburo agrada en sobremanera al viejo especimen prehistórico, se deleita obteniendo los beneficios que conlleva el manejar los negocios económicos, conjuntamente con sus alumnos totalitarios de aquí. No existe mayor remunerado de los dineros venezolanos que Fidel y su dictadura. Sátrapa desalmado con el vaho apestoso del vividor de oficio, ¡tan viejo como la sarna y más chulo que novio de cabaretera!
Los venezolanos observamos con estupor la presencia de extraños personajes. Labios rojos y vestido con la usanza de las chicas de Nueva Orléans, es Eva Golinger con su voz que hace estremecer a los incautos, que creen en sus temerarias teorías arrancadas de las páginas de internet. Esas supuestas investigaciones, la hicieron millonaria, una sarta de palabras inconexas y de naturaleza adulante; para brindarse como alfombra persa ante los pies del dictador que cubre sus elevados gastos. Su patético discurso en el acto antiimperialista, fue una colgada monumental. Graciosa criatura que se columpia, en las partes nobles de su protector económico.
Parece una nena de aquellas que acompañaban a Huckleberry Finn, el niño decidido y aventurero, que escapa de su alcohólico y egoísta padre a bordo de una balsa de troncos. Es la gringuita que encontraron para "derrotar" al imperio mesmo.
¿Nos dejaremos aplastar? ¿Será que la cobardía entumeció nuestros huesos y nubló la conciencia colectiva?, debemos con los recursos que nos dan la Constitución y el Estado de Derecho, luchar con fiereza por defender los valores democráticos. Desenmascaremos a quienes sustraen los dineros de todos los venezolanos. Son miles de curanderos disfrazados de médicos, yerbateros, que invocan los poderes de su corte africana, en detrimento del conocimiento científico tan alejado de sus escasas neuronas. Nos roban al país y vegetamos como marmotas; languidecemos con el temor de asumir riesgos ¿Qué será del futuro de los hijos? ¿Les entregaremos a ellos, el testimonio de vida, en donde nos arrodillamos ante su majestad. Que nació en Barinas y se extendió como plaga bíblica por todos los rincones de la patria en ruinas?
Dejemos el miedo. Ya es hora de apartar tanta indiferencia y duda; es perentorio que renazca el deseo de salvar a Venezuela de tanto pillo extranjero, quienes en combinación con sus pares locales, hacen lo que les viene en gana. Este país no es cuna de timoratos. Nuestra historia es demasiado sublime para dejarnos pisotear por los hijos del comunismo. El totalitarismo es la peor experiencia que vivieron sociedades que creyeron de buena fe, en su prédica del espanto.
En Venezuela gobierna Fidel Castro. Las guarniciones y puestos claves del Estado venezolano están penetrados por los intereses de una república extranjera. Jamás habíamos arrastrado nuestros principios soberanos de manera tan impúdica, convertidos en jarrones de decoración, de un tirano octogenario con ganas de seguir viviendo de las cuentas de otros; el régimen cubano es una gigantesca mentira. Todo su muestrario cincuentenario está podrido, lleno del estiércol de los años que no perdonan tanta ineficacia acumulada. Es tan malo el Gobierno de Hugo Chávez, que buscó como aliado, al régimen que anda como un pordiosero pidiendo limosnas en cualquier escenario en donde son invitados, más como criaturas disecadas de museos escolares, que de un ejemplo a seguir para alguien con alguna décima de racionalidad. La administración antillana es simplemente el último dinosaurio con vida, un terodáctilo con la particularidad de haber aprendido a alimentarse exclusivamente con el petróleo venezolano. El viscoso hidrocarburo agrada en sobremanera al viejo especimen prehistórico, se deleita obteniendo los beneficios que conlleva el manejar los negocios económicos, conjuntamente con sus alumnos totalitarios de aquí. No existe mayor remunerado de los dineros venezolanos que Fidel y su dictadura. Sátrapa desalmado con el vaho apestoso del vividor de oficio, ¡tan viejo como la sarna y más chulo que novio de cabaretera!
Los venezolanos observamos con estupor la presencia de extraños personajes. Labios rojos y vestido con la usanza de las chicas de Nueva Orléans, es Eva Golinger con su voz que hace estremecer a los incautos, que creen en sus temerarias teorías arrancadas de las páginas de internet. Esas supuestas investigaciones, la hicieron millonaria, una sarta de palabras inconexas y de naturaleza adulante; para brindarse como alfombra persa ante los pies del dictador que cubre sus elevados gastos. Su patético discurso en el acto antiimperialista, fue una colgada monumental. Graciosa criatura que se columpia, en las partes nobles de su protector económico.
Parece una nena de aquellas que acompañaban a Huckleberry Finn, el niño decidido y aventurero, que escapa de su alcohólico y egoísta padre a bordo de una balsa de troncos. Es la gringuita que encontraron para "derrotar" al imperio mesmo.
¿Nos dejaremos aplastar? ¿Será que la cobardía entumeció nuestros huesos y nubló la conciencia colectiva?, debemos con los recursos que nos dan la Constitución y el Estado de Derecho, luchar con fiereza por defender los valores democráticos. Desenmascaremos a quienes sustraen los dineros de todos los venezolanos. Son miles de curanderos disfrazados de médicos, yerbateros, que invocan los poderes de su corte africana, en detrimento del conocimiento científico tan alejado de sus escasas neuronas. Nos roban al país y vegetamos como marmotas; languidecemos con el temor de asumir riesgos ¿Qué será del futuro de los hijos? ¿Les entregaremos a ellos, el testimonio de vida, en donde nos arrodillamos ante su majestad. Que nació en Barinas y se extendió como plaga bíblica por todos los rincones de la patria en ruinas?
Dejemos el miedo. Ya es hora de apartar tanta indiferencia y duda; es perentorio que renazca el deseo de salvar a Venezuela de tanto pillo extranjero, quienes en combinación con sus pares locales, hacen lo que les viene en gana. Este país no es cuna de timoratos. Nuestra historia es demasiado sublime para dejarnos pisotear por los hijos del comunismo. El totalitarismo es la peor experiencia que vivieron sociedades que creyeron de buena fe, en su prédica del espanto.
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