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La virgen como que sí era Andina, Oswaldo Pulgar Pérez
10:26 AM - 21 / Diciembre / 2010
La literatura permite ciertas licencias, que no se permitirían al hacer un análisis rigurosamente crítico de la historia. Este es el caso de aquel aguinaldo: “Si la Virgen fuera andina/Y San José de los llanos/El Niño Jesús sería/Un niño venezolano. Y este es nuestro caso. Vamos a poner un poco de imaginación para acompañar, en fecha tan señalada, a la Sagrada Familia de Nazareth.
El Niño sería cachetón y sonrosado, con la piel tostadita, como los niños andinos. Además, le pondríamos un liquiliqui planchao. Sus ojos negritos, quien sabe si aguarapaos, acompañarían las sonrisas que desarman al adulto más pintao. Las maravillas que hace Dios con los hombres.
El Niño sería cachetón y sonrosado, con la piel tostadita, como los niños andinos. Además, le pondríamos un liquiliqui planchao. Sus ojos negritos, quien sabe si aguarapaos, acompañarían las sonrisas que desarman al adulto más pintao. Las maravillas que hace Dios con los hombres.
No podemos dejar de agradecerle su misericordia. Ha venido a redimirnos, a limpiarnos de aquella falta que ensombreció al género humano: El pecado original que heredamos sin haberlo cometido.
El Niño se levantaría muy temprano para ayudar a San José en sus labores. Los cabritos y las vacas del huerto, son las fuentes alimenticias que podía tener una familia de clase media pobre, para sus necesidades más inmediatas. El trabajo de San José completaría los ingresos necesarios para subsistir.
Entre los altos montes, la Virgen iría al río a lavar la ropa de la casa. Esas frescas aguas permitirían al Niño, darse de vez en cuando un chapuzón en el verano, para divertirse. El invierno es crudo y no permitiría, salvo que uno quiera coger un resfriado, sumergirse en aquellas aguas heladas.
“La Virgen está lavando/Entre cortina y cortina/Sus cabellos son de oro/Y el peine de plata fina./Pero mira cómo beben/Los peces en el río/Pero mira cómo beben al ver a Dios Nacido./Beben y beben, y vuelven a beber/Los peces en el río/por ver a Dios nacer”.
Otros campesinos de la comarca recibieron de los ángeles el anuncio del nacimiento. El Niño nacería, y les serviría como señal una estrella, que los ayudaría para localizarlo.
Otros campesinos de la comarca recibieron de los ángeles el anuncio del nacimiento. El Niño nacería, y les serviría como señal una estrella, que los ayudaría para localizarlo.
Llegaron con ellos unas simpáticas visitas. Otras familias se hicieron presentes para llevarle obsequios al Niño. Los venidos del Zulia le traerían unas mantas guajiras que la Virgen se resistiría a lucir, porque son muy llamativas. Los de Lara le trajeron un cuatro al Niño para que aprendiera a cantar. El Niño lo mira y lo agradece con una sonrisa.
De Ciudad Bolívar le traen una zapoara, ya aderezada para comerse casi de inmediato. San José mira la escena complacido, aunque a él no le traen nada. En esto pensaba cuando una familia de los llanos le trae un caballo cimarrón. Lo agradece, pero les dice que él ya no está para esos trotes, y prefiere un borriquito sabanero, que de paso le servirá de transporte a la familia.
Cae la tarde y el crepúsculo, se introduce la noche cuando llegan varias familias de pastores cantando: “A adorar al Niño/Corramos pastores/Que está en el portal/Llevémosle flores.
La Virgen no pasa inadvertida. Los campesinos quieren agradecerle el gran favor que nos ha hecho con la Encarnación. Y le cantan: “A ti te cantamos preciosa María/Y de ti esperamos paz y alegría./ Tú la flor más pura/del vergel del cielo/Eres la esperanza/Eres el consuelo”.
La alegría de la Navidad nos acompaña para que esa luz que nos señalaba la estrella, nos acompañe siempre, especialmente, cuando todo se nos hace cuesta arriba. Para que entonces busquemos a Aquél que vimos nacer y nos trajo, como solo Él sabe hacerlo, el consuelo y la fortaleza que necesitamos
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