ADOLFO P. SALGUEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 11 de febrero de 2012 12:00 AM
Una premisa en boga en la política -más aun en época electoral- es aquella que afirma que el único discurso capaz de acercar a un candidato a Miraflores o mantenerlo allí es el que incide sobre el precio de la harina de maíz precocida, sobre la percepción de continuidad de una dádiva o la posibilidad aunque sea remota de que se cumpla una promesa así sea vacía.
Es evidente que los reclamos por violaciones a la Constitución, desconocimiento de derechos humanos, subordinación de los poderes del Estado a la voluntad de un caudillo, etc., solo atraen la atención de poca gente: intelectuales, profesionales, el estamento productivo y otros que son menos numerosos en el Registro Electoral Permanente que los que se preocupan por el precio de la harina precocida aun cuando sean los que en su conjunto inciden en forma determinante en la marcha del país pese a que se los descalifique como "apátridas" u oligarcas.
Entendemos perfectamente que las necesidades básicas son prioritarias pero también es cierto que aquello que al principio no se ve ni se siente -como los tumores malignos- inciden en la salud humana o -para este caso- del colectivo nacional. A continuación algunos síntomas de malignidad.
1) En la ceremonia de apertura del año judicial, llevada a cabo en la sede del Tribunal Supremo, el Jefe del Estado -apenas titular de uno de los Poderes Públicos- se apropió de la tribuna para hacer alusión directa y sin rubor alguno a la campaña política en curso anunciando que la "revolución" está por encima del Derecho y que con base a una Ley Habilitante -que le fue dada hace año y medio para lidiar con unas descomunales lluvias- reformará el Código Penal y el de Procedimiento Penal. Lo grave no es el abuso ya acostumbrado sino el entusiasta y repetido aplauso de los jueces de la República que en algún momento serán llamados a pronunciarse como tales sobre estos temas de cuya constitucionalidad son custodios.
2) El desfile del 4F, avalado con la presencia de la chulocracia de la ALBA (menos Correa que llegó el día siguiente) consagró aquello que ya escribió Laureano Márquez (Tal Cual 3/2/12) de que hay golpes buenos (el que dio Chávez) y golpes malos (el de Carmona). En el mismo evento el Presidente reafirmó (lo había dicho dos días antes) aquello de que las FAN son rojas y chavistas, al tiempo en que uno de sus generales favoritos (Cliver Alcalá) desde la torreta de un tanque ruso de última generación repetía el mismo insulto a la Constitución.
3) Cierto es que el Jefe del Estado es el administrador de la Hacienda Pública (CN art. 236 - ord. 11). No es el dueño. Sin embargo, de un trancazo en la cumbre de la ALBA comprometió el 1% del oro recién repatriado para un banco "virtual" en el que Venezuela es único "paganini". Pronto seguirá el restante 99%.
Así pues, ninguno de estos episodios incidirá sobre el precio de la harina precocida pero el tumor maligno que se ha instalado en el cuerpo de la República se manifestará en algún momento. Venezuela tiene tanto derecho al diagnóstico, tratamiento y extirpación del cáncer que la afecta como el que tiene su Jefe de Estado.
Es evidente que los reclamos por violaciones a la Constitución, desconocimiento de derechos humanos, subordinación de los poderes del Estado a la voluntad de un caudillo, etc., solo atraen la atención de poca gente: intelectuales, profesionales, el estamento productivo y otros que son menos numerosos en el Registro Electoral Permanente que los que se preocupan por el precio de la harina precocida aun cuando sean los que en su conjunto inciden en forma determinante en la marcha del país pese a que se los descalifique como "apátridas" u oligarcas.
Entendemos perfectamente que las necesidades básicas son prioritarias pero también es cierto que aquello que al principio no se ve ni se siente -como los tumores malignos- inciden en la salud humana o -para este caso- del colectivo nacional. A continuación algunos síntomas de malignidad.
1) En la ceremonia de apertura del año judicial, llevada a cabo en la sede del Tribunal Supremo, el Jefe del Estado -apenas titular de uno de los Poderes Públicos- se apropió de la tribuna para hacer alusión directa y sin rubor alguno a la campaña política en curso anunciando que la "revolución" está por encima del Derecho y que con base a una Ley Habilitante -que le fue dada hace año y medio para lidiar con unas descomunales lluvias- reformará el Código Penal y el de Procedimiento Penal. Lo grave no es el abuso ya acostumbrado sino el entusiasta y repetido aplauso de los jueces de la República que en algún momento serán llamados a pronunciarse como tales sobre estos temas de cuya constitucionalidad son custodios.
2) El desfile del 4F, avalado con la presencia de la chulocracia de la ALBA (menos Correa que llegó el día siguiente) consagró aquello que ya escribió Laureano Márquez (Tal Cual 3/2/12) de que hay golpes buenos (el que dio Chávez) y golpes malos (el de Carmona). En el mismo evento el Presidente reafirmó (lo había dicho dos días antes) aquello de que las FAN son rojas y chavistas, al tiempo en que uno de sus generales favoritos (Cliver Alcalá) desde la torreta de un tanque ruso de última generación repetía el mismo insulto a la Constitución.
3) Cierto es que el Jefe del Estado es el administrador de la Hacienda Pública (CN art. 236 - ord. 11). No es el dueño. Sin embargo, de un trancazo en la cumbre de la ALBA comprometió el 1% del oro recién repatriado para un banco "virtual" en el que Venezuela es único "paganini". Pronto seguirá el restante 99%.
Así pues, ninguno de estos episodios incidirá sobre el precio de la harina precocida pero el tumor maligno que se ha instalado en el cuerpo de la República se manifestará en algún momento. Venezuela tiene tanto derecho al diagnóstico, tratamiento y extirpación del cáncer que la afecta como el que tiene su Jefe de Estado.
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