ANGEL GARCÍA BANCHS | EL UNIVERSAL
lunes 4 de junio de 2012 04:51 PM
El viernes 01-06-2012, acudí a la Universidad Católica Andrés Bello, para presentar una propuesta de economía política al país: una regla fiscal para Venezuela. El evento una "Propuesta de Política Fiscal para un desarrollo sostenible" tiene lugar para celebrar el X Aniversario del Programa de Postgrado en Finanzas Públicas de la UCAB, y cuenta en el mismo orden con la participación del Dr. José Virtuoso, Rector (UCAB), el Prof. Andrés Santeliz, el Prof. Humberto García Larralde, el abogado Héctor Rangel, el Prof. Alberto Reyes, el Prof. Rodrigo A. Peraza (ponente y organizador del evento), el Prof. Carlos Bello, este servidor que les escribe, y la Dra. Magaly Vásquez González, Directora General de Estudios de Postgrado de la UCAB, quien hará el cierre.
Allí plantearé una regla fiscal para Venezuela, cuyo objetivo sea dar al traste con la historia de inestabilidad macroeconómica, inflación alta y persistente, tendencia a la sobrevaluación salarial y cambiaria, pérdida de competitividad, desindustrialización, petropopulismo, pérdida de la libertad económica, dependencia del Estado y sus divisas, y pérdida de bienestar económico en general.
En particular, la propuesta es una regla que determinaría la tasa a la cual ha de crecer el gasto fiscal nominal y el salario promedio nominal, de forma tal de independizar el presupuesto y gasto público y, por tanto, también, el tipo de cambio real y el salario real (el bienestar y poder de compra del salario de los venezolanos) de los vaivenes petroleros (las fluctuaciones del precio del petróleo). La propuesta equivale a una regla fiscal sobre: qué hacer con la renta externa petrolera tanto en el espacio del tiempo como de los bienes (bienes de consumo versus bienes de inversión; y cuán rápido gastar la renta petrolera).
La regla implica que el gasto fiscal y el salario nominal crezcan al mismo ritmo de la inflación promedio ponderada de nuestros socios comerciales más la tasa promedio anual de crecimiento de la productividad de los venezolanos (i.e. el producto por ocupado) durante un período de tiempo equivalente al de gobierno (i.e. durante los últimos 6 años).
Bajo esas condiciones, los fondos i.e. las cantidades serían los acervos de absorción, en lugar de que la absorción recaiga en los precios (salario real y tipo de cambio real), a la hora de lidiar con las fluctuaciones que ocurran en el mercado petrolero internacional. Dicho de otro modo, la idea es que el bienestar no esté sujeto a la volatilidad del petróleo, y que los venezolanos podamos suavizar el crecimiento del consumo en el tiempo.
La regla fiscal que propongo es de tipo activista. No es arbitraria. Es sumamente sencilla, y fácil de comunicar y evaluar en términos de su cumplimiento. Más aún, garantiza la ausencia de desbalances entre oferta y demanda (inflación, sobrevaluación), así como, también, la tendencia de largo plazo al superávit fiscal dada la cuenta corriente positiva.
En fin, garantiza que los venezolanos ahorren en tiempos de vacas gordas para gastar en tiempos de vacas flacas; solo una pregunta: ¿permitirán esto los políticos?
Allí plantearé una regla fiscal para Venezuela, cuyo objetivo sea dar al traste con la historia de inestabilidad macroeconómica, inflación alta y persistente, tendencia a la sobrevaluación salarial y cambiaria, pérdida de competitividad, desindustrialización, petropopulismo, pérdida de la libertad económica, dependencia del Estado y sus divisas, y pérdida de bienestar económico en general.
En particular, la propuesta es una regla que determinaría la tasa a la cual ha de crecer el gasto fiscal nominal y el salario promedio nominal, de forma tal de independizar el presupuesto y gasto público y, por tanto, también, el tipo de cambio real y el salario real (el bienestar y poder de compra del salario de los venezolanos) de los vaivenes petroleros (las fluctuaciones del precio del petróleo). La propuesta equivale a una regla fiscal sobre: qué hacer con la renta externa petrolera tanto en el espacio del tiempo como de los bienes (bienes de consumo versus bienes de inversión; y cuán rápido gastar la renta petrolera).
La regla implica que el gasto fiscal y el salario nominal crezcan al mismo ritmo de la inflación promedio ponderada de nuestros socios comerciales más la tasa promedio anual de crecimiento de la productividad de los venezolanos (i.e. el producto por ocupado) durante un período de tiempo equivalente al de gobierno (i.e. durante los últimos 6 años).
Bajo esas condiciones, los fondos i.e. las cantidades serían los acervos de absorción, en lugar de que la absorción recaiga en los precios (salario real y tipo de cambio real), a la hora de lidiar con las fluctuaciones que ocurran en el mercado petrolero internacional. Dicho de otro modo, la idea es que el bienestar no esté sujeto a la volatilidad del petróleo, y que los venezolanos podamos suavizar el crecimiento del consumo en el tiempo.
La regla fiscal que propongo es de tipo activista. No es arbitraria. Es sumamente sencilla, y fácil de comunicar y evaluar en términos de su cumplimiento. Más aún, garantiza la ausencia de desbalances entre oferta y demanda (inflación, sobrevaluación), así como, también, la tendencia de largo plazo al superávit fiscal dada la cuenta corriente positiva.
En fin, garantiza que los venezolanos ahorren en tiempos de vacas gordas para gastar en tiempos de vacas flacas; solo una pregunta: ¿permitirán esto los políticos?
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