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Editorial de www.analítica.com
Por eso las encuestas muestran a un Chávez muy arriba, y a un Capriles que, día a día va subiendo hasta alcanzarlo y, con ese impulso inercial, sobrepasarlo. Mosca a mosca.
Las águilas no cazan moscas porque no son su alimento natural, pero de mosca en mosca viva, un entomólogo paciente podría reunir el número suficiente para que acumulen fuerza para elevarlo hasta las alturas donde las águilas cazan.
Y ése es el problema que tiene el Presidente Chávez, que de tanto volar a grandes alturas y otear lejanos horizontes ha ido perdiendo la perspectiva de los millones de hombres y mujeres que confiaron en él para que les resolviera los pequeños problemas que les amargan la vida.
Es emocionante para cualquier ciudadano ver modernos cazas y grandes tanques, así como imaginar al Presidente reunido con líderes mundiales. Pero son emociones cortas que se desmoronan cuando se va al mercado y el dinero no alcanza o cuando un malandro asesina a un buen amigo o un pariente. Los discursos rimbombantes y las glorias de Bolívar son como las telenovelas, que emocionan hasta que se va la luz.
Mientras Chávez ha lanzado sus afanes a remotos mares de felicidad durante demasiados años, en mucho menos tiempo Capriles se ha dedicado a hablar con las personas, casi una a una y siempre cara a cara. Cuando hay luz es posible ver a un Chávez gordo, repetitivo y embojotado en ropa, y a un Capriles joven, empeñoso y refrescante. Pero cuando se va la luz se culpa a Chávez - o a su Gobierno, que o no le obedece o lo engaña, que casi es peor- y reluce en la memoria el mensaje del joven que ofrece un camino de soluciones para allí mismo, frente a la vivienda a oscuras.
Por eso las encuestas muestran a un Chávez muy arriba, y a un Capriles que, día a día va subiendo hasta alcanzarlo y, con ese impulso inercial, sobrepasarlo. Mosca a mosca.
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