JOSÉ TORO HARDY | EL UNIVERSAL
martes 18 de septiembre de 2012 12:00 AM
Después de 14 años en los cuales ha prevalecido la cínica frase de José Tadeo Monagas "La Constitución sirve para todo", la sociedad venezolana se enfrenta a un momento crucial: "Llegó la Hora".
Estamos viviendo la recta final de una campaña que nos ponen a todos los pelos de punta. Probablemente más a ellos, que optan por devolvernos salvajemente en el siglo XIX que a quienes queremos entrar al siglo XXI, aunque sea con un lustro de atraso.
Esas fuerzas retrógradas llevan las de perder. Acusan a la oposición de querer revivir lo que ellos llaman la cuarta república, sin darse cuenta de que lo que ellos quieren resucitar una ideología que murió en el mundo por ineficiente: el comunismo.
"Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero".
Con esa frase pronunciada por Churchill en 1945, queda consagrada la dominación comunista sobre Europa oriental. Se arroja sobre ellos la sombra de un sistema que habían instaurado en la URSS Lenin y Stalin, condenando a los países que caían en sus garras a un largo infierno de atraso.
Ese el mismo comunismo al cual se enfrentó Juan Pablo II cuando -frente a las acciones salvajes y empobrecedoras de los gobernantes marxistas- el Papa le decía a la gente: "No tengáis miedo".
Esa frase retumbó en la órbita soviética como las trompetas de Jericó, derrumbando el Telón de Acero al cual había hecho referencia Churchill. Aquellas palabras estremecieron profundamente las conciencias de los habitantes de Europa Oriental y Central. Hungría, Polonia, Checoeslovaquia y Rumania. Todos abandonan el socialismo. Por su parte los habitantes de Berlín Oriental derrumbaron en 1989 el oprobioso muro que los separaba de la libertad y Alemania se une nuevamente en una sola y gran nación. Finalmente, el comunismo cae derrotado en la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, la cual se desintegra en 1992.
Aquel sistema de triste recordación había demostrado que era incapaz de resolver los problemas de la gente. Había sido competente sin embargo para construir Estados policíacos y ejércitos poderosos. La razón de su fracaso radicó en que pretendía que las decisiones se tomaran íntegramente de forma centralizada. Desde el Estado se planificaba absolutamente todo.
Sin embargo, quedó demostrado que el planificador central, que era perfectamente capaz de conocer los requerimientos de los gobernantes, nunca supo enfrentar las necesidades de los ciudadanos. El Estado socialista adquirió asombrosas cantidades de aviones, helicópteros y tanques de guerra, armamento sofisticado, misiles, sistemas antiaéreos, satélites, bombas, granadas, fusiles Kalishnikof, buques de guerra, etc.
No obstante, no pudo el planificador central resolver el problema de los ciudadanos comunes y corrientes, porque nunca contó con un mecanismo para valorar sus necesidades. Siendo que todos los precios eran decretados por el gobernante, el mecanismo de la oferta y la demanda no estuvo a la disposición de quienes planificaban la producción para saber qué era lo que demandaban los ciudadanos. Además, la voz poderosa del Estado exigía que sus necesidades fueran satisfechas primero y que sólo lo que sobraba se podía destinar a la gente.
El sistema fracasó y lo hizo de manera estrepitosa pero pacífica. El comunismo se desplomó sin un tiro. Los militares de los países de la órbita soviética no estuvieron dispuestos a dispararle al pueblo, porque sabían que el pueblo tenía razón. No quisieron aquellos soldados a salir a luchar para defender los privilegios de un pequeño grupo de hombres poderosos pero corruptos, que eran los únicos beneficiarios del sistema.
El comunismo se vino a pique y sólo se mantuvo en pequeños reductos donde la gente se muere de hambre. Ese es caso de Cuba o de Corea del Norte.
¿Es esa la senda que queremos seguir los venezolanos? Ya basta de dejarnos engañar por una voz histriónica que nos ofrece salvar a la humanidad pero que no ha sido capaz de resolver los problemas de los venezolanos comunes y corrientes. Se empeña en vendernos un tipo de socialismo que en ninguna parte del mundo ha funcionado. Y ahora, para colmo, asoma la posibilidad de una "guerra civil". Igual que en la URSS o en la órbita soviética, ningún soldado va a dispararle a su pueblo. Estos son los temas que trato en mi libro ¡Llegó la hora!
Estamos viviendo la recta final de una campaña que nos ponen a todos los pelos de punta. Probablemente más a ellos, que optan por devolvernos salvajemente en el siglo XIX que a quienes queremos entrar al siglo XXI, aunque sea con un lustro de atraso.
Esas fuerzas retrógradas llevan las de perder. Acusan a la oposición de querer revivir lo que ellos llaman la cuarta república, sin darse cuenta de que lo que ellos quieren resucitar una ideología que murió en el mundo por ineficiente: el comunismo.
"Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero".
Con esa frase pronunciada por Churchill en 1945, queda consagrada la dominación comunista sobre Europa oriental. Se arroja sobre ellos la sombra de un sistema que habían instaurado en la URSS Lenin y Stalin, condenando a los países que caían en sus garras a un largo infierno de atraso.
Ese el mismo comunismo al cual se enfrentó Juan Pablo II cuando -frente a las acciones salvajes y empobrecedoras de los gobernantes marxistas- el Papa le decía a la gente: "No tengáis miedo".
Esa frase retumbó en la órbita soviética como las trompetas de Jericó, derrumbando el Telón de Acero al cual había hecho referencia Churchill. Aquellas palabras estremecieron profundamente las conciencias de los habitantes de Europa Oriental y Central. Hungría, Polonia, Checoeslovaquia y Rumania. Todos abandonan el socialismo. Por su parte los habitantes de Berlín Oriental derrumbaron en 1989 el oprobioso muro que los separaba de la libertad y Alemania se une nuevamente en una sola y gran nación. Finalmente, el comunismo cae derrotado en la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, la cual se desintegra en 1992.
Aquel sistema de triste recordación había demostrado que era incapaz de resolver los problemas de la gente. Había sido competente sin embargo para construir Estados policíacos y ejércitos poderosos. La razón de su fracaso radicó en que pretendía que las decisiones se tomaran íntegramente de forma centralizada. Desde el Estado se planificaba absolutamente todo.
Sin embargo, quedó demostrado que el planificador central, que era perfectamente capaz de conocer los requerimientos de los gobernantes, nunca supo enfrentar las necesidades de los ciudadanos. El Estado socialista adquirió asombrosas cantidades de aviones, helicópteros y tanques de guerra, armamento sofisticado, misiles, sistemas antiaéreos, satélites, bombas, granadas, fusiles Kalishnikof, buques de guerra, etc.
No obstante, no pudo el planificador central resolver el problema de los ciudadanos comunes y corrientes, porque nunca contó con un mecanismo para valorar sus necesidades. Siendo que todos los precios eran decretados por el gobernante, el mecanismo de la oferta y la demanda no estuvo a la disposición de quienes planificaban la producción para saber qué era lo que demandaban los ciudadanos. Además, la voz poderosa del Estado exigía que sus necesidades fueran satisfechas primero y que sólo lo que sobraba se podía destinar a la gente.
El sistema fracasó y lo hizo de manera estrepitosa pero pacífica. El comunismo se desplomó sin un tiro. Los militares de los países de la órbita soviética no estuvieron dispuestos a dispararle al pueblo, porque sabían que el pueblo tenía razón. No quisieron aquellos soldados a salir a luchar para defender los privilegios de un pequeño grupo de hombres poderosos pero corruptos, que eran los únicos beneficiarios del sistema.
El comunismo se vino a pique y sólo se mantuvo en pequeños reductos donde la gente se muere de hambre. Ese es caso de Cuba o de Corea del Norte.
¿Es esa la senda que queremos seguir los venezolanos? Ya basta de dejarnos engañar por una voz histriónica que nos ofrece salvar a la humanidad pero que no ha sido capaz de resolver los problemas de los venezolanos comunes y corrientes. Se empeña en vendernos un tipo de socialismo que en ninguna parte del mundo ha funcionado. Y ahora, para colmo, asoma la posibilidad de una "guerra civil". Igual que en la URSS o en la órbita soviética, ningún soldado va a dispararle a su pueblo. Estos son los temas que trato en mi libro ¡Llegó la hora!
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