¿Cuán distinto es el estamento militar en términos de defender la democracia y no la revolución?
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
domingo 30 de septiembre de 2012 12:00 AM
1.- Capriles. Estoy convencido que un triunfo abierto de cualquier candidato no representa riesgos para el 7 de Octubre, pero con un resultado cerrado el panorama podría ser distinto.
El gobierno ha enviado todos los mensajes de que no está dispuesto a sacrificar su revolución. El anuncio del caos si Chávez pierde ha sido una constante. Si bien él ha reconocido sus derrotas pasadas, en esta oportunidad lo que está en juego es el corazón de su revolución. Un triunfo de Capriles permitirá entender si esas amenazas son una finta de poker o si realmente la revolución está dispuesta a todo para mantenerse.
La llave se encuentra en el poder militar. Sin ellos, no sería posible para Chávez desconocer (explícitamente o a través de estratagemas) un resultado electoral desfavorable a él. La experiencia indica que el sector militar, más allá de sus filiaciones políticas, se ha comportado institucionalmente y ha sido garante de la democracia electoral. Uno podría prever que esto se repetirá, pero cabe preguntarse ¿cuán distinto es el estamento militar de ahora en términos de defender la democracia y no la revolución, a la que algunos públicamente hacen odas? , ¿hay actores que controlan ese poder militar que puedan sentirse amenazados en su poder, actividades o vidas, que los lleve a estar dispuestos a una aventura sorprendente?
NPI. Eso es una caja negra y la mayoría de los analistas sólo lanzan hipótesis que no pueden verificar.
En todo grupo social hay buenos y malos, y no me cabe duda que dentro del sector militar no puede haber una concentración absoluta de uno solo de esos lados, de manera que las tentaciones existirán, como también los contrabalances positivos. La pregunta es ¿quién manda a quién?
Si Capriles logra convencer a los actores amenazados que su entrada al gobierno es más bien una oportunidad para comenzar de cero en una amnistía general (¡Horror! para los radicales que quieren verle el hueso a sus adversarios cuando sean derrotados) y si les queda claro que lo último que le conviene a Capriles es arrancar una cacería de brujas porque atentaría contra su estabilidad, entonces las posibilidades de que un triunfo opositor se consolide en gobierno aumentan exponencialmente. Igual sostenerse en el poder, sorteando los embates de una institucionalidad chavista que pretenderá bloquearlo, será un reto duro, pero al menos estará dentro del monstruo para intentarlo y contará con el beneficio de la duda inicial que le entrega la población a los gobiernos nuevos.
2.- Chávez
Si Chávez gana cómodo, el 7 de octubre habrá lo de siempre: celebración y duelo. Pero un triunfo de Chávez por un margen pequeño es sin duda un peligro de conflicto, en este caso sin plan, organización o amenazas, pues aunque los niveles de confianza en el CNE han crecido, la desconfianza se concentra en los opositores, quienes no creerán fácilmente un triunfo cerrado del Presidente, a menos que Capriles encabece muy rápido el reconocimiento de su derrota, lo cual por cierto pudiera catapultarlo como el gran líder del futuro, mostrando su real capacidad de estadista.
A diferencia del 2004, la población opositora es realmente grande, se conectó con un líder y participa sin partidos que le organicen. "Lindo" para una campaña, pero peligroso para un momento tenso en el que se sientan violentados en sus derechos, siendo cierto o no. Ahí es donde afloran los espontáneos, tan peligrosos en política como en las corridas de toro. Alguno que otro se convierten en torero, pero la mar de la veces salen corneados ellos y el público en general.
El gobierno ha enviado todos los mensajes de que no está dispuesto a sacrificar su revolución. El anuncio del caos si Chávez pierde ha sido una constante. Si bien él ha reconocido sus derrotas pasadas, en esta oportunidad lo que está en juego es el corazón de su revolución. Un triunfo de Capriles permitirá entender si esas amenazas son una finta de poker o si realmente la revolución está dispuesta a todo para mantenerse.
La llave se encuentra en el poder militar. Sin ellos, no sería posible para Chávez desconocer (explícitamente o a través de estratagemas) un resultado electoral desfavorable a él. La experiencia indica que el sector militar, más allá de sus filiaciones políticas, se ha comportado institucionalmente y ha sido garante de la democracia electoral. Uno podría prever que esto se repetirá, pero cabe preguntarse ¿cuán distinto es el estamento militar de ahora en términos de defender la democracia y no la revolución, a la que algunos públicamente hacen odas? , ¿hay actores que controlan ese poder militar que puedan sentirse amenazados en su poder, actividades o vidas, que los lleve a estar dispuestos a una aventura sorprendente?
NPI. Eso es una caja negra y la mayoría de los analistas sólo lanzan hipótesis que no pueden verificar.
En todo grupo social hay buenos y malos, y no me cabe duda que dentro del sector militar no puede haber una concentración absoluta de uno solo de esos lados, de manera que las tentaciones existirán, como también los contrabalances positivos. La pregunta es ¿quién manda a quién?
Si Capriles logra convencer a los actores amenazados que su entrada al gobierno es más bien una oportunidad para comenzar de cero en una amnistía general (¡Horror! para los radicales que quieren verle el hueso a sus adversarios cuando sean derrotados) y si les queda claro que lo último que le conviene a Capriles es arrancar una cacería de brujas porque atentaría contra su estabilidad, entonces las posibilidades de que un triunfo opositor se consolide en gobierno aumentan exponencialmente. Igual sostenerse en el poder, sorteando los embates de una institucionalidad chavista que pretenderá bloquearlo, será un reto duro, pero al menos estará dentro del monstruo para intentarlo y contará con el beneficio de la duda inicial que le entrega la población a los gobiernos nuevos.
2.- Chávez
Si Chávez gana cómodo, el 7 de octubre habrá lo de siempre: celebración y duelo. Pero un triunfo de Chávez por un margen pequeño es sin duda un peligro de conflicto, en este caso sin plan, organización o amenazas, pues aunque los niveles de confianza en el CNE han crecido, la desconfianza se concentra en los opositores, quienes no creerán fácilmente un triunfo cerrado del Presidente, a menos que Capriles encabece muy rápido el reconocimiento de su derrota, lo cual por cierto pudiera catapultarlo como el gran líder del futuro, mostrando su real capacidad de estadista.
A diferencia del 2004, la población opositora es realmente grande, se conectó con un líder y participa sin partidos que le organicen. "Lindo" para una campaña, pero peligroso para un momento tenso en el que se sientan violentados en sus derechos, siendo cierto o no. Ahí es donde afloran los espontáneos, tan peligrosos en política como en las corridas de toro. Alguno que otro se convierten en torero, pero la mar de la veces salen corneados ellos y el público en general.
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