Monday, September 17, 2012

El fin de una caricatura

En: http://www.lapatilla.com/site/2012/09/16/orlando-viera-blanco-el-fin-de-una-caricatura/

Orlando Viera-Blanco

Aunque Popper acusó a Platón de ser precursor ideológico del totalitarismo, por preferir a la monarquía para conformar La República, sea justa o no la imputación, un tema es cierto: el ateniense vio con claridad que la democracia, por ser producto del poder de las multitudes y conductora de los instintos de las mayorías, pronto encontrará a su “amo”, que devendrá en tiranía.
395 años a.C, Platón predijo que un gobierno que descansa en las masas, permite a la polis conducirse como deseen, “sin importar la virtud, la verdad, los principios, ni la sabiduría”. Un sistema de igualdades aritméticas -en cuya geometría no creía- por ser un modo inequívoco de distribución de desigualdades”. Y remató con mordacidad: “Tal licencia conduce al desorden en medio del cual el pueblo elige al que lo asegure (el desgobierno), esto es, al tirano”. Este presagio espartano, ha sido en mucho, nuestra historia viva. Y no hay que filosofar tanto para concluir, que ha llegado el momento de desnudar la farsa que encierra la democracia participativa, cuyos promotores son quienes participan más.
Toda esta lata epistemológica de “antaño” viene a cuento, por la profunda degradación a que ha llegado el ejercicio del poder en Venezuela. Y sólo nos queda una fecha, el 7-O, para suplantarlo. Capriles -con tendencia favorable- debe asumir un gran compromiso final: con las actas en la mano, contar los votos, resistir y cobrar… Ya La Pastora dio muestras de lo que el pueblo siente y hasta donde llegan sus compromisos. Rabia, obstinación, sin miedo ni vacilación. La gente no da un paso atrás ante chantaje de Chávez, mismo que incita a “los ricachones” a plegarse a él “para asegurar la paz social”. Típico decir del tirano, diría Platón, que busca asegurar con su revolución, el desorden, que anula la ley y la justicia.
La revolución se tambalea y con ella la V república (que no es ni V y menos república), con sus nuevos burgueses y su comandante de anchas espaldas, como lo concibe el periodista francés Françoise Xavier Freland en su libro Qui veut en la peau D’Hugo Chávez (Quién quiere la piel de Hugo Chávez), y sobre cuya imagen no ve más que una comiquita… cual los soldados heroicos de las historietas de Tintín y los Pícaros. Y esa es la “caricatura” que se desdibujará el 7-O, la de la borrachera de las multitudes, pilar de la anarquía y la desinstitucionalización, que será reducida por un pueblo sano pero cansado, noble pero golpeado, que no dará tregua al desconocimiento de la victoria y a vivir en más incertidumbre… Embriaguez revolucionaria productora de un hartazgo sin precedentes que ya no tolera al comandante de anchos hombros en el poder, tanto como no pudo hacerlo el general Alcázar en las fábulas de Tintín. Esta caricatura llegó a su fin. 

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