Los sondeos de opinión son tan dispares que entre ellos hay 25% de diferencia. Un experto armó un "encuestómetro" y confirmó que las encuestadoras venezolanas muestran tendencias históricas a favor y en contra de cada bando. La clave está en el análisis de los indecisos.
Por Francisco Olivares y Joseph Poliszuk
EL UNIVERSAL
domingo 23 de septiembre de 2012 12:00 AM
En las encuestas, los indecisos suben y bajan más que las acciones de la bolsa de valores. Eso ha venido advirtiendo el doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad de Glasgow, Iñaki Sagarzazu, para dejar constancia de que a diferencia de los casos proyectados para las pasadas elecciones presidenciales de México y las próximas de Estados Unidos, algo extraño está pasando con los sondeos de opinión que van y vienen por Venezuela.
Lejos del toma y dame de la campaña, el venezolano Iñaki Sagarzazu ha ido señalando desde Escocia -a través del blog Yvpolis.blogspot.com- que solo en la República Bolivariana de Venezuela hay tanta disparidad entre una y otra encuesta.
Sagarzazu empezó a hablar de una guerra de encuestas al principio de la campaña y confundido con el fenómeno, terminó armando un "encuestómetro", que confirma una brecha anormal entre cada uno de los estudios de opinión.
Seguro de que lo de Venezuela es un caso inédito, comparó los resultados de las últimas 4 elecciones con 51 encuestas que aparecieron antes de esos procesos, y en el camino terminó descubriendo que las encuestadoras del país han venido presentando, año a año, elección tras elección, sesgos sistemáticos a favor o en contra de una y otra tendencia: unas firmas se han ubicado históricamente a un lado de la cancha y otras en el bando contrario, pero nunca han dado el beneficio al actor de enfrente.
La brecha de las encuestas
El "encuestómetro" de Sagarzazu alerta que entre GIS XXI -a la cabeza del ex ministro de Interior y Justicia Jesse Chacón- y otras favorables a la oposición, en las últimas cuatro elecciones ha habido una brecha de 25% que, lejos de aclarar el panorama, demuestra que muchas encuestas han sido utilizadas como arma política para desmovilizar a los actores.
"Esto no es una guerra de encuestadores sino de políticos utilizando las encuestas", acota Luis Vicente León, presidente de Datanalisis. "Muchas veces los analistas están haciendo críticas de lo que sus adversarios dicen sobre encuestas que nunca han sido publicadas". Es cierto que muchos sondeos no han acertado los resultados, pero insiste en que las encuestas no son exactas porque no están midiendo futuro sino tomando una foto del presente.
El tamaño y el lugar de la muestra hace la diferencia. También el estrato de la población estudiada, así como las consideraciones alrededor de los ya célebres "ni-ni". León reconoce que el porcentaje de personas que no saben o no contestan es grande, "pero resulta que muchos de ellos pueden ser abstencionistas", señala.
El fantasma del miedo
El miedo también pesa. Desde diferentes puntos, varios expertos han ido sumando voces para alertar que se trata de una de las variables que faltan a la hora de leer los sondeos de opinión de Venezuela.
El politólogo Yván Serra recuerda que, en un trabajo de campo que realizó en Valencia, se encontró con un anciano que al final de una encuesta preguntó si había acertado. Serra le explicó que no había respuestas buenas o malas, pero el señor insistió en que quería saber los resultados porque estaba esperando un trabajo en la Alcaldía de Libertador del estado Carabobo.
La anécdota refuerza el manto de dudas que ha venido apareciendo alrededor de algunas encuestas venezolanas e ilustra un estudio del Centro Gumilla (Centro de Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús en Venezuela), que indica que 42,6% de las clases B, C y D el año pasado tenían miedo de hablar con sus vecinos sobre política. "La gran mayoría de los indecisos sí saben pero no contestan", concluye el consultor Christian Burgazzi.
Detrás de los indecisos
Los indecisos no son tantos. No todos pero buena parte de los venezolanos que no saben o no contestan por quién van a votar el próximo 7 de octubre, favorecen a la opción de Henrique Capriles. De eso está seguro el consultor Burgazzi, quien sostiene que a contracorriente de lo que señalan las encuestas, muchos de los no alineados han empezado a salirse de ese grupo para sumar votos a la alternativa de la oposición.
No es posible para Burgazzi que a estas alturas del partido, varias de las encuestas sumen más indecisos que la brecha que hay entre los votantes agrupados a ambos lados de la torta electoral. "Eso es más que un tercer candidato", advierte. "No es legítimo presentar una encuesta en la coyuntura actual con 20% de la población diciendo que no sabe o no contesta sin hurgar más allá".
Así es muy fácil, dice. Sobre todo porque está seguro de que hay mecanismos que pueden aproximarse más a la realidad o, al menos, segmentar el célebre tolete de los "ni-ni" como quien pela una fruta y la divide en gajos: "No es que no saben y no responden, sí saben pero no responden", insiste.
Burgazzi destaca como positivo el ejemplo de la firma Varianzas que, emulando las urnas electorales, ha llegado a poner una bolsa frente a sus encuestados para que depositen su voto dentro de ella y eviten, de esa forma, el trago amargo de tener que desnudar sus filiaciones políticas frente a un extraño que toca a sus puertas.
Los apáticos e indecisos son muchos menos cuando los encuestadores protegen su identidad, así desaparecen los votos nulos. Se trata de un punto de honor para el especialista, porque cree que las encuestas ya debieron advertir sobre un fenómeno que ha empezado a vaticinar en los medios de comunicación: "Una gran mayoría de las personas que no saben o no responden terminarán votando por Capriles".
El politólogo Yván Serra añade, en la misma onda, que las proyecciones de varias encuestas indican que una parte de los llamados indecisos se han ido desplazando a la alternativa de la oposición. Para eso advierte una tendencia que la propia Datanalisis ha pasado debajo de la mesa: casi 602.000 de los más de 3,3 millones de venezolanos que en junio estaban deshojando la margarita terminaron de decidirse en agosto, y en su gran mayoría a favor de Capriles.
Según los números de Datanalisis, más de 80% de los 601.970 venezolanos que decidieron apartarse del sector de los indecisos terminaron manifestándose a favor de la oposición. Falta, sin embargo, que asistan a votar. El politólogo Yván Serra cree que el reto para Capriles y su gente es lograr que esa intención de voto se concrete y no pase a formar parte de la abstención.
Esta elección, de todos modos, no es cualquiera y hasta los indecisos lo saben. Si en algo coinciden las encuestas es que habrá más participación que en otros procesos. En las parlamentarias de 2010, 33,5% del electorado se quedó en sus casas; ahora las proyecciones indican que la cifra bajará unos peldaños para situarse por debajo de 25%.
Sino todos, muchos "ni-ni" van a votar. Burgazzi y otros consultores han venido levantando voces contra los resultados de las encuestas, por no haber calibrado el corazón de esos venezolanos que se diluyen en el grupo de los "No sabe no contestan".
Lejos del toma y dame de la campaña, el venezolano Iñaki Sagarzazu ha ido señalando desde Escocia -a través del blog Yvpolis.blogspot.com- que solo en la República Bolivariana de Venezuela hay tanta disparidad entre una y otra encuesta.
Sagarzazu empezó a hablar de una guerra de encuestas al principio de la campaña y confundido con el fenómeno, terminó armando un "encuestómetro", que confirma una brecha anormal entre cada uno de los estudios de opinión.
Seguro de que lo de Venezuela es un caso inédito, comparó los resultados de las últimas 4 elecciones con 51 encuestas que aparecieron antes de esos procesos, y en el camino terminó descubriendo que las encuestadoras del país han venido presentando, año a año, elección tras elección, sesgos sistemáticos a favor o en contra de una y otra tendencia: unas firmas se han ubicado históricamente a un lado de la cancha y otras en el bando contrario, pero nunca han dado el beneficio al actor de enfrente.
La brecha de las encuestas
El "encuestómetro" de Sagarzazu alerta que entre GIS XXI -a la cabeza del ex ministro de Interior y Justicia Jesse Chacón- y otras favorables a la oposición, en las últimas cuatro elecciones ha habido una brecha de 25% que, lejos de aclarar el panorama, demuestra que muchas encuestas han sido utilizadas como arma política para desmovilizar a los actores.
"Esto no es una guerra de encuestadores sino de políticos utilizando las encuestas", acota Luis Vicente León, presidente de Datanalisis. "Muchas veces los analistas están haciendo críticas de lo que sus adversarios dicen sobre encuestas que nunca han sido publicadas". Es cierto que muchos sondeos no han acertado los resultados, pero insiste en que las encuestas no son exactas porque no están midiendo futuro sino tomando una foto del presente.
El tamaño y el lugar de la muestra hace la diferencia. También el estrato de la población estudiada, así como las consideraciones alrededor de los ya célebres "ni-ni". León reconoce que el porcentaje de personas que no saben o no contestan es grande, "pero resulta que muchos de ellos pueden ser abstencionistas", señala.
El fantasma del miedo
El miedo también pesa. Desde diferentes puntos, varios expertos han ido sumando voces para alertar que se trata de una de las variables que faltan a la hora de leer los sondeos de opinión de Venezuela.
El politólogo Yván Serra recuerda que, en un trabajo de campo que realizó en Valencia, se encontró con un anciano que al final de una encuesta preguntó si había acertado. Serra le explicó que no había respuestas buenas o malas, pero el señor insistió en que quería saber los resultados porque estaba esperando un trabajo en la Alcaldía de Libertador del estado Carabobo.
La anécdota refuerza el manto de dudas que ha venido apareciendo alrededor de algunas encuestas venezolanas e ilustra un estudio del Centro Gumilla (Centro de Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús en Venezuela), que indica que 42,6% de las clases B, C y D el año pasado tenían miedo de hablar con sus vecinos sobre política. "La gran mayoría de los indecisos sí saben pero no contestan", concluye el consultor Christian Burgazzi.
Detrás de los indecisos
Los indecisos no son tantos. No todos pero buena parte de los venezolanos que no saben o no contestan por quién van a votar el próximo 7 de octubre, favorecen a la opción de Henrique Capriles. De eso está seguro el consultor Burgazzi, quien sostiene que a contracorriente de lo que señalan las encuestas, muchos de los no alineados han empezado a salirse de ese grupo para sumar votos a la alternativa de la oposición.
No es posible para Burgazzi que a estas alturas del partido, varias de las encuestas sumen más indecisos que la brecha que hay entre los votantes agrupados a ambos lados de la torta electoral. "Eso es más que un tercer candidato", advierte. "No es legítimo presentar una encuesta en la coyuntura actual con 20% de la población diciendo que no sabe o no contesta sin hurgar más allá".
Así es muy fácil, dice. Sobre todo porque está seguro de que hay mecanismos que pueden aproximarse más a la realidad o, al menos, segmentar el célebre tolete de los "ni-ni" como quien pela una fruta y la divide en gajos: "No es que no saben y no responden, sí saben pero no responden", insiste.
Burgazzi destaca como positivo el ejemplo de la firma Varianzas que, emulando las urnas electorales, ha llegado a poner una bolsa frente a sus encuestados para que depositen su voto dentro de ella y eviten, de esa forma, el trago amargo de tener que desnudar sus filiaciones políticas frente a un extraño que toca a sus puertas.
Los apáticos e indecisos son muchos menos cuando los encuestadores protegen su identidad, así desaparecen los votos nulos. Se trata de un punto de honor para el especialista, porque cree que las encuestas ya debieron advertir sobre un fenómeno que ha empezado a vaticinar en los medios de comunicación: "Una gran mayoría de las personas que no saben o no responden terminarán votando por Capriles".
El politólogo Yván Serra añade, en la misma onda, que las proyecciones de varias encuestas indican que una parte de los llamados indecisos se han ido desplazando a la alternativa de la oposición. Para eso advierte una tendencia que la propia Datanalisis ha pasado debajo de la mesa: casi 602.000 de los más de 3,3 millones de venezolanos que en junio estaban deshojando la margarita terminaron de decidirse en agosto, y en su gran mayoría a favor de Capriles.
Según los números de Datanalisis, más de 80% de los 601.970 venezolanos que decidieron apartarse del sector de los indecisos terminaron manifestándose a favor de la oposición. Falta, sin embargo, que asistan a votar. El politólogo Yván Serra cree que el reto para Capriles y su gente es lograr que esa intención de voto se concrete y no pase a formar parte de la abstención.
Esta elección, de todos modos, no es cualquiera y hasta los indecisos lo saben. Si en algo coinciden las encuestas es que habrá más participación que en otros procesos. En las parlamentarias de 2010, 33,5% del electorado se quedó en sus casas; ahora las proyecciones indican que la cifra bajará unos peldaños para situarse por debajo de 25%.
Sino todos, muchos "ni-ni" van a votar. Burgazzi y otros consultores han venido levantando voces contra los resultados de las encuestas, por no haber calibrado el corazón de esos venezolanos que se diluyen en el grupo de los "No sabe no contestan".
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