Jaime Daremblum
11/29/2012
Libertad, creatividad, experimentación e innovación constantes han sido los factores cruciales para alcanzar esas dimensiones. En la Internet cada uno puede experimentar, proponer y perseguir sus sueños. No tiene propietario propiamente dicho y los usuarios escogemos entre una oferta siempre creciente, determinando el nivel de éxito de las propuestas. Aquí radica el aspecto clave: al brindar un ambiente que no solo permite sino que además estimula y premia la experimentación creativa, la Internet ha deparado inmensos beneficios para sus usuarios que somos la abrumadora mayoría.
"Si no está roto, no lo arregle". Por ello preocupan planteamientos que se discutirán la próxima semana en la Conferencia Mundial sobre Telecomunicaciones Internacionales, en Dubái, que podrían dar al traste con el exitoso modelo organizativo de la Internet. Algunas propuestas darían a los Gobiernos control sobre la información procedente del exterior, lo cual abriría potenciales avenidas de censura. Asimismo, podrían variar el modelo abierto en que se basa la Internet, e incluso modificar su carácter universal, llevando a que cierta información esté disponible solo en ciertos países. Tales iniciativas traen a la mente el viejo proverbio sobre la importancia de no pretender arreglar lo que no está roto.
Latinoamérica ha visto acelerarse la penetración de la Internet en los últimos años, un fenómeno que también está dándose en África y Asia.
El año pasado la región duplicó el porcentaje de usuarios que había en el 2001. Y Rodrigo de la Parra, vicepresidente para Latinoamérica de ICANN, el órgano que supervisa Internet, estimó en una entrevista con la agencia francesa AFP que en la próxima década ese crecimiento volverá a duplicarse.
Por su parte, un estudio del Boston Consulting Group sobre la economía de Internet en el G-20 vaticinó que para 2015 la cantidad de usuarios en los países en desarrollo de esa agrupación duplicará a la de usuarios en naciones desarrolladas (1.390 millones versus 672 millones, respectivamente). En contraste, hace apenas 7 años la relación entre ambos sectores del G-20 era al contrario (238 millones en países en desarrollo y 508 millones en los desarrollados).
Para Costa Rica, esa tasa de crecimiento ha sido aún más pronunciada. Según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, los usuarios de Internet pasaron de 5,8% en el año 2000 a 42,12% el año pasado, un crecimiento de más de 7 veces en una década. Así, en el caso nacional, la Internet y los avances que conlleva cubren cada vez a mayor cantidad de personas, al igual que ocurre en Latinoamérica y otras regiones del mundo.
Fomentar mayor acceso. No hay duda de que conviene contribuir a que este proceso adquiera cada vez mayor rapidez y beneficie a todos, a fin de evitar brechas sociales. Para esta finalidad, deben privilegiarse las acciones que fomenten mayor acceso a la Internet de un modo efectivo y sin poner en riesgo su esencia. De ahí que sea preciso evitar los peligros de imponerle trabas y reglamentos porque las camisas de fuerza pondrían en riesgo la innovación, la experimentación y la libertad creativa que han hecho posible el éxito de la Internet.
En este sentido, deberían removerse las barreras a la inversión extranjera directa en estas áreas y abrir los mercados, lo cual algunos países que tienen atrasos en su desarrollo de Internet aún se niegan a hacer, tal y como Costa Rica se negó por años. En nuestro caso, con solo un año de apertura subió en un 50% la cantidad de personas poseedoras de Internet móvil, según una encuesta de Demoscopía. Esto, junto a la expansión del servicio mediante las empresas de cable, aumentará notablemente la tasa de crecimiento y acelerará nuestra vinculación a la economía digital.
La experiencia nacional demuestra el profundo impacto que tiene la remoción de barreras para promover el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones. Por ello, es de esperar que nuestro Gobierno impulse internacionalmente políticas que incentiven positivamente un mayor acceso a la Internet. Sin embargo, debemos hacer mucho más, como sería promover un alto internacional a las medidas restrictivas que contradigan las normas vinculadas a la OMC y ponen en riesgo el modelo actual de la Internet y sus indudables beneficios para todos.
Ambassador Jaime Daremblum is a Hudson Institute Senior Fellow and directs the Center for Latin American Studies.
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