ANGEL GARCÍA BANCHS| EL UNIVERSAL
lunes 4 de noviembre de 2013 12:00 AM
Debemos dar gracias al chavismo, o a lo muy poco que de él queda; lo digo en serio. Jamás antes entendí su rol histórico; ya ahora lo comprendo.
Debemos estar agradecidos, pues su rol en el tiempo habrá sido haber acabado con el socialismo y el populismo en Venezuela, al exacerbar el modelo.
Al hacer que el sistema distributivo (el modelo de reparto de la renta petrolera, implantado desde los 70) colapsará, obligan ahora al país a un modelo de crecimiento. Asimismo, al haber desgastado nuestra institucionalidad, establecido la autocracia, y desbordado el absolutismo, estatismo y presidencialismo; o al haber fomentado el irrespeto a la Constitución, las normas, las leyes y los contratos, nos obligan ahora al establecimiento de una República y el Estado de Derecho, a la recuperación de la democracia, la autonomía de los poderes, y la implantación de reglas claras y estables, la libertad económica, civil y política.
Al haber auspiciado una visión y un modelo arcaico y conflictivo de lucha de clases; al haber promovido el enfrentamiento entre los actores sociales; al haber concentrado el poder económico en manos del Estado; al haber propiciado la fuga de la empresa privada y haber convertido a los trabajadores en siervos del Estado, nos obligan ahora a un modelo de armonía social, inclusión y oportunidades, a un modelo productivo con empleos mejor remunerados, así como nos obligan a premiar el mérito, el esfuerzo, y el trabajo.
Al haber exacerbado el rentismo petrolero y reducido la capacidad de producción interna, nos obligan ahora a un modelo de industria petrolera productiva, en crecimiento continuo, con valor agregado, aguas arriba y abajo, inversión, investigación y desarrollo.
Al haber exacerbado las políticas que causan y hacen persistir el proceso de inflación, y la sobrevaluación del bolívar, limitando el desarrollo de la actividad no petrolera, mientras se fomenta una economía de puertos, nos obligan ahora a controlar la inflación, y establecer un sistema (de tipo de cambio) competitivo, que diversifique la economía y la independice en lo fiscal y lo monetario del petróleo.
Al haber pronunciado la dependencia del consumo del asistencialismo, las dádivas, las misiones y petrolimosnas, los subsidios a alimentos, a la gasolina y otros, nos obligan a su substitución gradual por empleos productivos y programas sociales -i.e. no políticos, cuyo fin último sea la independencia del ciudadano del Estado y su inserción productiva.
Al hacer del Estado un productor de bienes privados, en lugar de bienes públicos; y al haber privatizado la educación, y la salud, entre otros, nos obligan ahora a replantear el rol del Estado en la economía, a privatizar lo privado y estatizar lo público.
Y, al haber prometido la inclusión, pero, haber aumentado en la práctica únicamente el número de pobres, ranchos y excluidos con su modelo repartista, nos obligan ahora a la competencia, el desarrollo y las instituciones inclusivas.
Les aseguro: la fuerza que hoy por hoy conduce a Venezuela obra de manera invisible.
No hay mal que por bien no venga. Por ello, ¡gracias, chavismo!
Debemos estar agradecidos, pues su rol en el tiempo habrá sido haber acabado con el socialismo y el populismo en Venezuela, al exacerbar el modelo.
Al hacer que el sistema distributivo (el modelo de reparto de la renta petrolera, implantado desde los 70) colapsará, obligan ahora al país a un modelo de crecimiento. Asimismo, al haber desgastado nuestra institucionalidad, establecido la autocracia, y desbordado el absolutismo, estatismo y presidencialismo; o al haber fomentado el irrespeto a la Constitución, las normas, las leyes y los contratos, nos obligan ahora al establecimiento de una República y el Estado de Derecho, a la recuperación de la democracia, la autonomía de los poderes, y la implantación de reglas claras y estables, la libertad económica, civil y política.
Al haber auspiciado una visión y un modelo arcaico y conflictivo de lucha de clases; al haber promovido el enfrentamiento entre los actores sociales; al haber concentrado el poder económico en manos del Estado; al haber propiciado la fuga de la empresa privada y haber convertido a los trabajadores en siervos del Estado, nos obligan ahora a un modelo de armonía social, inclusión y oportunidades, a un modelo productivo con empleos mejor remunerados, así como nos obligan a premiar el mérito, el esfuerzo, y el trabajo.
Al haber exacerbado el rentismo petrolero y reducido la capacidad de producción interna, nos obligan ahora a un modelo de industria petrolera productiva, en crecimiento continuo, con valor agregado, aguas arriba y abajo, inversión, investigación y desarrollo.
Al haber exacerbado las políticas que causan y hacen persistir el proceso de inflación, y la sobrevaluación del bolívar, limitando el desarrollo de la actividad no petrolera, mientras se fomenta una economía de puertos, nos obligan ahora a controlar la inflación, y establecer un sistema (de tipo de cambio) competitivo, que diversifique la economía y la independice en lo fiscal y lo monetario del petróleo.
Al haber pronunciado la dependencia del consumo del asistencialismo, las dádivas, las misiones y petrolimosnas, los subsidios a alimentos, a la gasolina y otros, nos obligan a su substitución gradual por empleos productivos y programas sociales -i.e. no políticos, cuyo fin último sea la independencia del ciudadano del Estado y su inserción productiva.
Al hacer del Estado un productor de bienes privados, en lugar de bienes públicos; y al haber privatizado la educación, y la salud, entre otros, nos obligan ahora a replantear el rol del Estado en la economía, a privatizar lo privado y estatizar lo público.
Y, al haber prometido la inclusión, pero, haber aumentado en la práctica únicamente el número de pobres, ranchos y excluidos con su modelo repartista, nos obligan ahora a la competencia, el desarrollo y las instituciones inclusivas.
Les aseguro: la fuerza que hoy por hoy conduce a Venezuela obra de manera invisible.
No hay mal que por bien no venga. Por ello, ¡gracias, chavismo!
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