MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 11 de agosto de 2014 12:00 AM
Los fiduciarios de alguna cuota de representación política, aupados por los frívolos de siempre, arrogándose todo señorío como "dirigentes nacionales", poco o nada han entendido del plan envolvente iniciado hace 15 años para trasfigurar la democrática formal en "otra cosa". Mientras el país se desmorona por razones suficientemente patentizadas, los gárrulos y críticos de octavillas se juntan para buscar "Judas" y culparlos de las desgracias del país. Así pues ya hallaron a dos "traidores"; ¡Aveledo y Medina: culpables! No importa que bajo la gestión de esos "judas" la MUD representada por Capriles casi gana, o ganó, las elecciones presidenciales a Maduro.
Los que creen tener bajo la manga "recetas vivaces" (Constituyente, revocatorio, guarimbas) para resolver los conflictos de fondo nada han digerido del infausto plan oficialista en proceso. El régimen, hipotecando el futuro de la nación, ahora básicamente a favor de los chinos, aún puede extender aunque por tiempo limitado el manejo discrecional del erario y proseguir con el populismo iniciado hace década y media. Sin embargo la frágil situación económica teñida de inflación y escasez; y la social, por caos e incertidumbre, auguran la agonía de una era caracterizada por la devastación y el atraso.
A la sazón de esa hecatombe, los coléricos insisten en que el trabajo de la oposición formal "no sirvió ni sirve". Revisemos algunas cifras de las elecciones del 8-D para no caer en falsas evaluaciones. La MUD sacó más votos que el PSUV en 94 alcaldías; arrebatándole buena parte de ellas que estaban bajo égida oficialista. ¡Ah, pero eso no importa! Aunque la Unidad creada con brío y sacrificio haya remontado en espacios dominados por el régimen durante tres quinquenios, los "impacientes y exaltados" no resisten la tentación de exhibirse como adalides de fórmulas más veloces y eficaces. ¡Así pues, muera la MUD! "Ya arriesgaremos con algo distinto para las elecciones parlamentarias del 2015".
La pretensión de eruditos petulantes que fungen de investigadores sociales para advertir cuál debe ser "la salida expedita", entre otras simplezas, para precipitar el proceso de sucesión, se desvanece ante la realidad de un pueblo que enfoca la mira en su subsistencia básica que se le dificulta día a día. Los puntos políticos que puedan conquistarse inventando "Judas" se esfumarán más rápido que el humo de un fósforo. ¡Por Dios!; los conflictos de fondo perceptibles en cualquier calle de Venezuela no se enmiendan arremetiendo contra "los infieles" como Aveledo y Medina.
El confuso tiempo histórico de hoy no soporta anhelos personales inoportunos y fuera de lugar. El país no lo perdonaría. Ahora, más que nunca, debe prevalecer unidad de criterio para confrontar los verdaderos conflictos. El régimen, pávido, sabe que el pueblo voltea la hoja para borrar la farsa revolucionaria y patriótica, entre otras gansadas, que ha devastado la República. Así pues los iracundos deben poner sus pies en agua fría, calmar sus ímpetus, y esperar el momento adecuado para brillar con su erudición y enriquecer el debate en vez de crear cizañas que alivianan el débito del Gobierno.
Los iracundos, personificados esencialmente por algunos dirigentes de Voluntad Popular, se regodean al declarar que la oposición atraviesa su peor crisis histórica la cual sólo ellos pueden revertir. Que en esa sazón el gobierno está en mejores condiciones políticas que la MUD. Preguntar a Shemel.
La crisis de nuestra coexistencia no reside en la oposición como sugieren los radicales "de este lado", sino en un anacrónico y funesto presente instituido por una utopía destructiva. Hay que quebrar la práctica de "humillación necesaria" instituida por el régimen para someter al pueblo y condicionarle el otorgamiento de sus garantías que le corresponden por ley. Los procesos sociales y políticos son, por esencia, dinámicos. Pueden ser modificados sólo por la reflexión sensata e institucional de sus actores. Allí está el verdadero territorio de conquista; no en los atajos carentes de juicios hacederos.
Los que creen tener bajo la manga "recetas vivaces" (Constituyente, revocatorio, guarimbas) para resolver los conflictos de fondo nada han digerido del infausto plan oficialista en proceso. El régimen, hipotecando el futuro de la nación, ahora básicamente a favor de los chinos, aún puede extender aunque por tiempo limitado el manejo discrecional del erario y proseguir con el populismo iniciado hace década y media. Sin embargo la frágil situación económica teñida de inflación y escasez; y la social, por caos e incertidumbre, auguran la agonía de una era caracterizada por la devastación y el atraso.
A la sazón de esa hecatombe, los coléricos insisten en que el trabajo de la oposición formal "no sirvió ni sirve". Revisemos algunas cifras de las elecciones del 8-D para no caer en falsas evaluaciones. La MUD sacó más votos que el PSUV en 94 alcaldías; arrebatándole buena parte de ellas que estaban bajo égida oficialista. ¡Ah, pero eso no importa! Aunque la Unidad creada con brío y sacrificio haya remontado en espacios dominados por el régimen durante tres quinquenios, los "impacientes y exaltados" no resisten la tentación de exhibirse como adalides de fórmulas más veloces y eficaces. ¡Así pues, muera la MUD! "Ya arriesgaremos con algo distinto para las elecciones parlamentarias del 2015".
La pretensión de eruditos petulantes que fungen de investigadores sociales para advertir cuál debe ser "la salida expedita", entre otras simplezas, para precipitar el proceso de sucesión, se desvanece ante la realidad de un pueblo que enfoca la mira en su subsistencia básica que se le dificulta día a día. Los puntos políticos que puedan conquistarse inventando "Judas" se esfumarán más rápido que el humo de un fósforo. ¡Por Dios!; los conflictos de fondo perceptibles en cualquier calle de Venezuela no se enmiendan arremetiendo contra "los infieles" como Aveledo y Medina.
El confuso tiempo histórico de hoy no soporta anhelos personales inoportunos y fuera de lugar. El país no lo perdonaría. Ahora, más que nunca, debe prevalecer unidad de criterio para confrontar los verdaderos conflictos. El régimen, pávido, sabe que el pueblo voltea la hoja para borrar la farsa revolucionaria y patriótica, entre otras gansadas, que ha devastado la República. Así pues los iracundos deben poner sus pies en agua fría, calmar sus ímpetus, y esperar el momento adecuado para brillar con su erudición y enriquecer el debate en vez de crear cizañas que alivianan el débito del Gobierno.
Los iracundos, personificados esencialmente por algunos dirigentes de Voluntad Popular, se regodean al declarar que la oposición atraviesa su peor crisis histórica la cual sólo ellos pueden revertir. Que en esa sazón el gobierno está en mejores condiciones políticas que la MUD. Preguntar a Shemel.
La crisis de nuestra coexistencia no reside en la oposición como sugieren los radicales "de este lado", sino en un anacrónico y funesto presente instituido por una utopía destructiva. Hay que quebrar la práctica de "humillación necesaria" instituida por el régimen para someter al pueblo y condicionarle el otorgamiento de sus garantías que le corresponden por ley. Los procesos sociales y políticos son, por esencia, dinámicos. Pueden ser modificados sólo por la reflexión sensata e institucional de sus actores. Allí está el verdadero territorio de conquista; no en los atajos carentes de juicios hacederos.
No comments:
Post a Comment