Enrique Meléndez / especial Noticiero Digital / 11 ago 2014 / imagen cortesía QuintoDía.- El doctor Luis José Oropeza afirma que los venezolanos “somos enemigos del individuo y una especie de feligreses del Estado. Todo el tiempo adorando al Estado; como si fuera un Dios.
A continuación la primera parte de su conversación con Noticiero Digital.
El mito, convertido en fantasía y delirio, de que somos un país rico, ¿de dónde provino?
-Bueno, eso es una realidad que se percibe en Venezuela desde hace mucho tiempo. Sin embargo, Guillermo Morón, con mucha precisión, dice algo que es cierto: toda la historiografía nuestra se refiere más bien a la pobreza venezolana del siglo XIX.
- Pero como en La Colonia se habló de El Dorado e, incluso, ya antes Cristóbal Colón había dicho que había llegado a unos parajes que si no eran El Paraíso terrenal, caramba, bien merecían llamarlos, entonces, esa imaginación desbordada le dicta al venezolano que está frente a un privilegio muy especial cuando apareció el petróleo, pues entonces nos dio la idea de que éramos un país rico; de modo que tenemos cien años cosechando esa idea. Es verdad, que los otros cien años de guerras, que no cesaron durante todo el siglo XIX, nos llevaron a ser un país pobre. Eso es lo que dice Guillermo.
-Hemos creído, asimismo, que nosotros por haber hecho el hallazgo del petróleo ya éramos de facto ricos; que éramos desarrollados, prósperos cuando la verdad es que nos faltaba demasiado para pensar en eso, y es la tragedia que estamos viviendo, de que cada día estamos más lejos de ser un país desarrollado.
-No tenemos universidades de calidad; no tenemos industrias de gran envergadura que vayan a competir en el mundo internacional; bueno, somos un país modesto. Ya yo he dicho que es que esto pareciera un “Haití” continental; porque, caramba, ya estamos bien depredados y que, lamentablemente, no se debe a los últimos 10 años ni tres quinquenios; esto tiene una larga data de muchos siglos.
Usted concluye en su libro que el Estado venezolano más que creador, ha sido un destructor de riquezas, ¿por qué?
-Ciertamente, y esto porque el Estado venezolano ha asumido un papel tan predominante de liderazgo que ha sido, realmente, un causante de la derrota de la sociedad civil. Generalmente, se dice que los Estados nacen de una derrota. Pero nosotros sí nacimos de un triunfo contra España pero nos derrotamos nosotros mismos cuando marginamos a la sociedad civil.
-Todos nos hicimos dependientes del Estado y no nos percatamos de que el mundo de todos los tiempos, el que lo ha edificado es la iniciativa individual. El orden espontáneo del esfuerzo de la gente. Todo lo que tú vez; toda la riqueza contemporánea: la computación, la medicina, la química; el transporte, todo proviene del sector privado. El Estado no ha hecho nada. En los países que se han desarrollado no ha interferido el Estado en el esfuerzo de los privados.
-Aquí no; aquí apenas el sector privado comienza a desarrollar algunas iniciativas; como aquella vez cuando se pensó que el hierro de Guayana se podía explotar individualmente y para lo cual se creó una empresa privada; enseguida Pérez Jiménez liquidó esa empresa y no le permitió actuar. De manera que eso no proviene tanto de un componente de ideología. No, es algo peor. Se trata de una manera casi natural de pensar del venezolano.
-De verdad que uno no se imagina la potencia que tiene el hombre como individuo creador. Nosotros somos enemigos del individuo y somos como una especie de feligreses del Estado. Todo el tiempo adorando al Estado como si fuera un Dios.
¿Cómo nació y cómo creció entre nosotros esa concepción del Estado?
-Bueno, eso nació desde que Cristóbal Colón llegó a las costas de América. No olvidemos que Colón vino a estos territorios por obra de Isabel La Católica; y la concepción que había en España del Estado, era una concepción patrimonialista. El Estado era el tenedor del patrimonio colectivo. Si el Estado era poderoso, si el Estado era próspero, si el Estado estaba en la cumbre de la bonanza; entonces decían los mercantilistas, el pueblo también puede decir que comparte esa riqueza.
-Eso no fue así, ni ha sido así. Max Weber hablaba mucho de eso, de la concepción patrimonialista del Estado. Las cosas públicas son del Estado o, mejor dicho, de quien se atribuye la representación del Estado que es el jefe de Estado, en algunas partes es el presidente, en otras monarca que ejercía la autoridad absoluta. Nosotros tuvimos la independencia frente a España; pero caímos en las redes de las autocracias, de los caudillos durante todo el siglo XIX.
En esa misma línea, usted afirma que los venezolanos nos hemos dado una democracia colectivista. ¿Eso incluye el período del 58 al 98?
-La democracia venezolana ha venido dando tumbos desde hace mucho tiempo. Nosotros cuando creamos la República aspiramos a ser un Estado independiente. Es verdad, nos independizamos de los intereses foráneos, de cierta manera.
-Pero, en el fondo, no era una sociedad libre; la libertad llega a los pueblos cuando los individuos no son interferidos en sus actuaciones por cualquier Estado. De allí que yo crea que a la democracia nuestra le falta mucho por consolidarse. Nosotros hemos confundido la idea de la democracia. La democracia no es mayoritarismo. El hecho de sacar votos en una elección no quiere decir que ya tenemos una democracia. Eso es el origen del proceso. Pero lo que viene después es lo que estamos viendo.
-Hay una cosa que a mí me causa mucha irritación. En la actualidad, por ejemplo, vivimos un tiempo de totalitarismo. Nosotros creemos que los venezolanos estamos condenados a ser demócratas y que los sistemas democráticos se van a establecer aquí, aunque sea por generación espontánea. Hay un determinismo en eso. Fíjate, somos como los calvinistas que creían en la predestinación; como si nosotros los venezolanos estuviéramos condenados y predestinados a ser siempre una democracia.
-No, tenemos que luchar para que nuestra democracia funcione. No podemos esperar que nos venga de un milagro, que nos caíga del cielo. Por eso es muy difícil pensar que, ahora, lo que estamos viviendo como los calvinistas, es una predestinación, o sea, estamos predestinados a ser libres; no, no, nosotros si no actuamos en defensa de la democracia, no lo logramos.
-La República que soñaron nuestros padres fundadores se confundía con la independencia, esto es, nosotros no establecimos una independencia como base de una democracia; una democracia republicana; hicimos una República para independizarnos de España. Pero no para convivir adentro, bajo un clima democrático, y por eso hemos tenido esto que nos ha deparado el destino.
-La colectivización de la democracia es una de las desviaciones más graves que nos han conducido a la alteración de la posibilidad de ser demócratas. Eso de la democracia popular no existe; eso de la masificación colectiva, eso es mentira. La única verdad es la democracia individual; no de las masas, sino de las personas.
-Por eso es que hay ahora la defensa de los derechos humanos, y no los derechos colectivos. Eso que llaman el interés social es una farsa. Nada ha hecho más daño que el interés social. En nombre del interés social se han cometido todos los crímenes.
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