David Cay Johnston ganó el Premio Pulitzer
por una investigación sobre vacíos legales en el sistema fiscal de EEUU.
Ahora armo en el libro, “The
Making of Donald Trump” , una dura acusación: Donald Trump es quien es hoy por sus conexiones "con el crimen
organizado"
07/08/2016
A Donald Trump le amenazaron con cortarle los testículos
por perseguir a la mujer equivocada. Se encaprichó de la hija de un reputado
mafioso de Nueva Jersey que poco después le hizo recapacitar, un hombre con
conexiones con el clan de los Gambino de Nueva York. Ella, una mujer de
unos 30 años, Edith Libutti, era la hija de Robert Libutti, un traficante de
caballos, con el suficiente atractivo como para hacer perder la cabeza al
magnate de la construcción y ahora candidato a la Presidencia por el Partido Republicano.
Cuando Libutti se enteró de que Trump, un
tipo aún casado con su primera mujer, Ivana Trump, estaba tratando de llevarse
a su hija a la cama, tiró de repertorio clásico para hacerle entender que el
asunto no era de su agrado. "Donald, te arrancaré las putas bolas
de tus piernas", le dijo Libutti. El arrogante empresario neoyorquino optó
por dar marcha atrás, pese a que había invertido mucho en la causa. A su
capricho de entonces -Trump tenía unos 40 años- le regaló un Mercedes Benz
descapotable por su cumpleaños.
Pese a las desavenencias por ese asunto de
faldas, Libutti y Trump mantuvieron su relación durante años. El gángster de Nueva
Jersey era uno de los jugadores más poderosos en la escena de los casinos de
Atlantic City, donde Trump ya había plantado sus tentáculos. Le gustaba gastar
millones y el republicano se lo agradecía con regalos excesivos: Ferraris y
Rolls Royce, además de viajes ocasionales en sus helicópteros.
A Trump nunca le importó moverse con la
mafia. De hecho, hizo negocios con ex convictos, traficantes de drogas,
ladrones, timadores y personajes que hoy están muertos o en la cárcel.La
acusación viene de un libro, The Making of Donald Trump, un extenso
relato que prueba esas conexiones del aspirante a la Casa Blanca con el crimen
organizado durante años, además de estafas inmobiliarias y cuantiosos delitos fiscales.
Quien lo cuenta no es cualquier aficionado.
Detrás de las acusaciones hay un premio Pulitzer y ex redactor de The New
York Times, David Cay Johnston. El premio se lo dieron
por un trabajo de investigación en el año 2001 sobre vacíos legales en el
sistema fiscal estadounidense, lo que derivó en reformas. Johnston puso
de manifiesto cómo grandes compañías como Colgate, Compaq o UPS se habían
aprovechado de esos agujeros para cometer fraude fiscal.
Tras la investigación del periodista nacido
en San Francisco en 1948, se descubrió que Merrill Lynch había ayudado a
Honeywell a ahorrarse 180 millones de dólares. Sobre ese tema, impuestos,
escribió durante años para el Times. También ha sido colaborador de
Reuters, Al Jazeera y The Daily Beast, donde escribe hoy.
Johnston lleva 28 años tras los pasos de
Donald Trump. Por eso asegura que lo de Libutti es tan sólo la punta
del iceberg de su larga relación con el mundo del hampa. De su libro se
desprende que el constructor de rascacielos era uno de los nuestros,
como quien dice, acostumbrado a moverse con quien más le conviniera para sacar
adelante sus chanchullos inmobiliarios.
Cuenta Johnston en su libro que Trump
compró grandes cantidades de cemento a un precio muy elevado a una compañía
controlada por Anthony El Gordo Salerno, uno de los jefes de la
familia Genovese (una de las cinco de la Cosa Nostra en Nueva York), y
por Paul Castellano, peso pesado de los Gambino.
Ese cemento se usó para la famosa Torre Trump de la Quinta Avenida de Manhattan a cambio de concesiones
de los sindicatos. Corrupción a gran escala. Son vínculos con la mafia
neoyorquina que el empresario logró a través de otro personaje de dudosa
reputación, Roy Cohn, el abogado que trabajó para Joe McCarthy durante la caza de brujas.
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